Programación. Los pasacalles tuvieron que realizar un parón y resguardarse debido a la lluvia que cayó durante varias horas pero, finalmente , el cielo acabó por despejarse - GEMMA ANDREU

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Los habitantes de Es Castell miraban al cielo constantemente durante el mediodía de ayer preguntándose si el tiempo ofrecería una tregua... y lo hizo. No en las primeras actividades de la jornada pero sí justo a tiempo para dar comienzo el jaleo.

A pesar de que los gigantes y resto de pasacalles tuvieron que refugiarse en un momento dado y realizar un parón debido a la lluvia que estuvo cayendo durante varias horas, el resto de programación continuó según lo previsto. Caixers y cavallers, en la misa, cuando el agua apretaba más fuerte, celebraron una reunión para decidir qué se hacía en caso de que la lluvia no parase. En todo caso y por suerte, a eso de las 19.30 horas, el cielo se iba despejando.

Precisamente, el mal tiempo no pareció importar a vecinos y visitantes y es que, ya desde primera hora de la tarde, era misión imposible encontrar un hueco en el que dejar el coche. Aunque, eso sí, muchos conductores comentaron lo mismo: "Qué bien, cuánto aparcamiento libre en la zona de Repòs del Rei". Y es cierto. Varios terrenos acondicionados para la ocasión ayudaban a que más de uno no se dejara medio depósito y toda la paciencia para aparcar.

Quienes no llevaban coche, más fácil todavía. La carretera que une Maó con Es Castell ofreció la estampa habitual de estos días festivos. Un ir y venir incesante de personas con ganas de disfrutar de las fiestas de Sant Jaume, la mayoría de ellas, con el atuendo característico: camiseta vieja, pantalones vaqueros, zapatillas deportivas y bolsa de plástico con botellas de dos litros de pomada.

Aunque para atuendos, los de algunos ciudadanos. En las fiestas de ayer se pudo ver de todo, desde gafas con luces incluidas, un vestido de sevillanas, un hombre que iba de traje con las etiquetas colgando o algún que otro tupé de Elvis.

Lo que también fue muy comentado por parte de los presentes fue lo bien que se lo van montando los establecimientos locales año tras año. De hecho, son numerosos los negocios que han decidido añadir a la típica barra de bar un dj pinchando música, algo que ha llevado a que el pueblo disponga de diferentes puntos en los que marcarse un baile o, simplemente, tomarse algo con amigos y conocidos. Incluso algún establecimiento se hizo con una tarima en la que improvisados y atrevidos bailarines animaron el cotarro para sorpresa, una vez más, de quienes asisten a las fiestas por primera vez.

Es Castell también es una de las poblaciones en las que más cocheras privadas se abren al público. Con sólo dar una vuelta por las calles se puede contabilizar un buen número de ellas. Decoradas con motivos festivos, ofrecen comida y bebida a quien pase por allí, y en ocasiones, sea o no conocido de la familia. "Nosotros ponemos banderillas, música a tope y bebida. Así nos montamos nuestra propia fiesta y tenemos aseo, que está muy solicitado", dice el dueño de una de estas cocheras, que añade, "son días festivos en los que hay que dar y recibir. Lo importante es que haya buen ambiente y que la gente no se pase con el alcohol, que luego se montan los problemas".

En definitiva, que ni la lluvia, ni que Sant Jaume cayese en domingo quitaron las ganas de fiesta durante la jornada de ayer. Ha sido un año esperando.