Sarkozy. Nacido en el seno de una familia noble de Hungría, se exilió a Francia con tan solo veinte años. - Óskar Pérez

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Pal Sarkozy Nagy-Bocsa se define como un emigrante. Nacido en Hungría en 1928, el artista vivió una infancia cómoda en el seno de una familia de la nobleza rural húngara. La Segunda Guerra Mundial truncó la sosegada trayectoria vital de Sarkozy, que con veinte años dejó atrás su tierra natal y llegó a Francia. El padre del presidente de la República francesa recuerda que su primera noche en el país galo durmió en la carretera. Con pocos recursos y mucho esfuerzo, Sarkozy logró abrirse un hueco en el mundo de la publicidad hasta conseguir, con el paso de los años, abrir su propia agencia en París.

Fue entonces cuando conoció a Werner Hornung, un ilusionista informático que hoy da vida a los bocetos de Pal Sarkozy. Juntos emprendieron un viaje artístico cuyos frutos mostraron por primera vez ante el público hace tres años en Madrid y que hoy desembarcan por fin en Sant Lluís.

¿Cuándo comenzó su pasión por la pintura?
Empecé a pintar desde muy pequeño, con tan sólo cinco o seis años. Recuerdo que al irme a la cama de niño cogía una madera y dibujaba relieves en la pared antes de irme a dormir. Mis padres se enfadaban mucho y mi culito recibió muchas palmadas (ríe).

A pesar de las dificultades a las que se enfrentó en el exilio, nunca abandonó su afición...
No, siempre continué pintando. La verdad es que a día de hoy todavía pinto siempre que tengo un momento, aprovecho cualquier trozo de papel que cae en mis manos.

¿En qué momento conoció a su actual compañero de trabajo, Werner Hornung?
Hace 35 años. Yo tenía una agencia de publicidad y, como en aquellos no tiempos no existía el ordenador, la empresa de Hornung se encargaba de realizar nuestros diseños creativos. Así nos conocimos y nos hicimos buenos amigos.

Hace siete años que iniciaron juntos una aventura artística. ¿Resulta complicado crear a dos manos?
No, discutimos hasta llegar a un acuerdo pero nunca nos peleamos seriamente (ríe). Eso sí, hasta que no nos ponemos de acuerdo en cada detalle, muchos cuadros acaban en la papelera. Siempre lo ponemos todo en común y lo comentamos, desde la idea inicial hasta el momento de tratar la imagen digitalmente. Yo me encargo de realizar los bocetos que posteriormente escaneamos y modificamos a través de diversos programas informáticos. He de confesar que en ocasiones retoco con pincel algunas obras si no me ha convencido del todo el resultado final.

¿Qué duración tiene todo este proceso creativo?
Es difícil de precisar porque siempre tenemos tres o cuatro cuadros en marcha. Pensamos que es positivo que cada obra descanse durante un tiempo para poder verlo después con otros ojos.

¿Cuál es su fuente de inspiración?
La inspiración puede venir en cualquier momento: durante la noche o en la carretera, rememorando el pasado o pensando en el futuro.

La muestra incluye un retrato de su hijo, Nicolas Sarkozy...

Sí. Se lo regalé cuando lo proclamaron presidente de la República. En realidad hay tres copias de este cuadro, una de ellas está colgada en el despacho de mi hijo, otra la tengo yo y otra la tiene Werner. Cada una de mis obras explica una historia y ésta no es una excepción. Si se fijan podrán ver que, alrededor de la fotografía de mi hijo, hay diferentes imágenes de la familia, entre las que destacan los hermanos de Sarkozy y el abuelo materno de Nicolas, que le está hablando al oído. También se pude ver una fotografía del presidente de la República de niño sobre mis hombros. Mucha gente no se fija en estos detalles al observar la obra.

También ha dibujado a su nuera, Carla Bruni...
Sí, fue mi obsequio cuando se casó con Nicolas. Es un dibujo de ella con una guitarra aunque hay un detalle de mi hijo en su oficina en el que se puede ver una televisión que emite una imagen de Carla. Además, hay una rosa que tiene diferentes significados. Por un lado, simboliza el amor y, por otro, es el distintivo de los socialistas franceses.

Su hijo Nicolas y la primera Dama están esperando su primer hijo... ¿Emocionado?
Sí, mucho. Será mi decimocuarto o decimoquinto nieto.

¿Está embarazada de gemelos?

No lo sé, no lo sé... (ríe) Ni tan siquiera sabemos si será niño o niña, ellos prefieren no saberlo. En relación a los posibles nombres, es un secreto entre ellos dos.