Servicios. Los presos pueden practicar deporte, ponerse en forma, aprender, trabajar y leer - Gemma Andreu

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El director del Centro Penitenciario Menorca, José Alfredo Fernández Cuevas, asegura que las cárceles no son como las pintan en las películas y que incluso en el caso del edificio de la carretera de Sant Lluís "es peculiar, no se parece a ninguna de las que hay en España". Es un recinto con diversas zonas exteriores, mucha luz natural en el interior, cristales para separar espacios y un diseño que escapa del monocolor con detalles decorativos. Suma casi 14.000 metros cuadrados.

No obstante, no deja de ser una prisión, un hecho que queda claro al poco de entrar en el recinto. Ayer los asistentes a la inauguración entraron por la zona por la que acceden a la cárcel los camiones de suministros. Allí las puertas cuentan con un sistema por el cual una no se abre si no se cierra la otra. Si uno mira hacia abajo ve un escáner para los bajos de los vehículos y si mira hacia arriba mucha pared adornada con alambradas.

Las medidas de seguridad son primordiales. Mucho escáner, unas sesenta cámaras de vigilancia y tres muros alrededor del edificio, de ocho metros cada uno. Un primer filtro para no penados permite entrar en un patio central, lugar de paso para que los residentes accedan a los distintos servicios. A la derecha está la zona de ingresos, donde los presos permanecen mientras son evaluados en cuerpo y mente por profesionales. El análisis determina su ubicación.

El área residencial cuenta con 84 celdas repartidas en dos módulos de 40 y 44, a las que hay que sumar 24 celdas de ingresos y salidas, seis de la sección abierta (para aquellos presos cuyo régimen les permite salir al exterior), ocho habitaciones de enfermería y seis celdas de régimen cerrado, donde permanecen los presos que deben cumplir alguna sanción por la comportamiento.

Todas las celdas son iguales, de unos doce metros cuadrados, con luz natural y climatizadas. Tienen una litera (dos camas) a un lado de la ventana y al otro dos escritorios y una estantería, todos estos elementos de obra, y un rincón habilitado como sanitario y ducha. José Alfredo Fernández explica que cada celda será ocupada por un solo preso, mientras esto sea posible.

Los dos módulos residenciales son casi idénticos, y en su planta baja cuentan con un comedor, una amplia sala de estar con televisor (ayer aún no estaban instalados), mesa de ping-pong, futbolín, una cancha de baloncesto, gimnasio, peluquería y un aula-taller ocupacional, donde los presos tienen la oportunidad de aprender y trabajar. Además disponen de un pequeño economato. El director del centro penitenciario explica que lo que tiene más demanda es el tabaco y el café. "Los precios son muy reducidos". Un café no pasa de treinta céntimos y un refresco se queda en 0,48 euros.

Espacios comunes son una pista de fútbol sala, una biblioteca que cuenta con unos quinientos libros, cuatro aulas, una de ellas equipada con ordenadores sin acceso a internet, una sala de profesores y las distintas dependencias médicas. Comunes son además los cinco locutorios, los típicos telefonillos separados con un cristal, uno de los cuales es para jueces y abogados. Hay tres habitaciones para visitas familiares y otras tres para visitas "vis a vis". El reglamento interno permite a cada preso una visita al locutorio, de unos tres cuartos de hora, a la semana; un encuentro familiar al mes de una hora y media; y un encuentro íntimo al mes, también de una hora y media, con la pareja (debe quedar acreditado que es una pareja estable; por ejemplo, antes debe haber pasado por el locutorio varias veces).

Rutina carcelaria
El día a día en la cárcel tiene horarios. A las ocho de la mañana se realiza un recuento de presos y un cuarto de hora más tarde hay que levantarse. De inmediato, el desayuno. Luego hay un tiempo para la higiene personal y la limpieza de la celda, para sobre las 9.30 horas empezar con las distintas actividades (escuela, taller, terapia...). A mediodía, nuevo recuento. Se come a las 13.30 horas, para dar paso a un tiempo de descanso. Sobre las 16.30 horas, vuelta a las actividades para cenar a las 20 horas y regresar a las celdas a las 20.30 horas. Nuevo recuento y a dormir.

A las celdas se puede subir comida, pero con limitaciones y siempre que no sea cocinada, para evitar problemas de salubridad. Se puede fumar, pero si se comparte habitación, prevalecen los derechos del no fumador.