FERNÁNDEZ. Sustituye a Lina Mascaró al frente de la patronal - P.M.

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Tras cuatro años ocupando el cargo de vicepresidente de la Asociación de Fabricantes de Calzado de Menorca, Juan Carlos Fernández de Salort, jefe de fabricación de la empresa alaiorenca Pons Quintana, sustituyó el pasado mes de mayo a Lina Mascaró como representante del sector en la Isla.

No obstante, Fernández señala que la política de la patronal continuará la misma línea iniciada por la portavoz de la empresa Jaime Mascaró, que sigue formando parte de la junta directiva como vocal. Por su parte, la vicepresidencia correrá a cargo de Carlos Truyol, propietario de Calzados Ria, mientras que Maria Salord, de la empresa Salord Jover, se incorpora al equipo directivo de la entidad.

Las cifras de 2010 revelaron una ligera recuperación del sector del calzado. ¿Las medidas tomadas dieron resultado?
Sí. Como consecuencia del inicio de la crisis económica el sector sufrió una bajada importante en 2008 y para hacer frente al descenso de las ventas tomamos ciertas medidas. Nos centramos especialmente en incrementar nuestra presencia en los mercados internacionales lo que, unido al esfuerzo para desarrollar muestrarios y diferenciar nuestro producto, permitió el año pasado una cierta recuperación del sector. Se puede decir que a día de hoy la situación no es mala.

¿Se confirma esta tendencia alcista de cara a 2011?
De momento, nos mantenemos. Sin embargo hasta que no finalice el año no recabaremos todos los datos que nos permitan comparar las cifras de producción, ventas y exportación aunque, según los comentarios de los asociados, podemos augurar que nos encontramos en un momento de estabilidad. Por un lado, hay mercados como el italiano en los que las ventas de calzado menorquín están creciendo y, por su parte, el mercado nacional va a la baja.

¿La abarca menorquina sigue la misma senda?
La venta de abarcas sigue creciendo. En los últimos años se ha realizado un trabajo importante para darle un sello propio y se ha regulado su procedencia geográfico y su diseño, lo que ha mejorado su posición. A día de hoy se ha convertido en un souvenir, la mayoría de turistas que visitan Menorca se van con unas abarcas.

¿La apuesta por la presencia internacional del calzado menorquín se ha traducido en un aumento de los costes?
Efectivamente. La apuesta por tener más presencia en las ferias internacionales ha disparado los costes de las empresas menorquinas. La mayor parte de los gastos de los fabricantes tienen relación con la asistencia a convocatorias en el extranjero y con la producción de colecciones. En conjunto, todos los fabricantes adscritos a la asociación dedicamos 2,5 millones de euros a la promoción en 2010.

¿La exportación continúa siendo un punto fuerte de las empresas de la Isla?
Sí, tradicionalmente hemos sido un sector muy exportador y, de algún modo, nuestra presencia en el extranjero es lo que nos salva. En 2010, la venta de zapato menorquín fuera de España creció un 9,5 por ciento. En total, entre el 55 y el 60 por ciento de la producción de calzado en Menorca se destina a la exportación. De ésta, un 80 por ciento se queda en la Comunidad Europea aunque, entre unos y otros, estamos presentes en todo el mundo.

¿Dónde radica el éxito del zapato menorquín?
El zapato menorquín ha sido siempre un producto de mayor calidad en comparación con el resto de calzado que se fabrica en España. De algún modo, nos vemos obligados a hacer frente a nuestras desventajas, como los gastos de transporte, presentado un producto diferenciado y un mejor diseño. La calidad y el diseño son, precisamente, lo que nos da ese plus.

¿Se mantendrán las ayudas al sector este año?
Todavía no está claro pero, como todos sabemos, la situación económica de las administraciones es complicada. Precisamente el pasado martes nos reunimos en Palma con el director general de Comercio y Empresa, César Nuño Pacheco, aunque nos gustaría dar a conocer los pormenores del encuentro a nuestros asociados antes de hablar de ello públicamente. La posibilidad de que el Govern balear recorte las ayudas preocupa mucho a los fabricantes porque apostar por tener más presencia en el mercado internacional supone un importante desembolso para las empresas de la Isla y, por tanto, las subvenciones son de gran ayuda.

¿Qué tipo de subvenciones han recibido hasta el momento?
Aunque dependía de la disponibilidad de fondos, los fabricantes menorquines solían recibir ayudas del Govern para la compra de maquinaria. Cabe destacar que somos un sector que procura estar muy al día en relación a las nuevas tecnologías. A día de hoy está desapareciendo el artesano puro y duro que, poco a poco, va siendo sustituido por máquinas de corte que simplifican el trabajo. Normalmente, el Govern sufragaba un 20 por ciento de los costes totales de adquisición de maquinaria. Por otro lado, la administración autonómica se hacía cargo de entre un 30 y un 35 por ciento de los coste de alquiler del terreno y de la construcción de los expositores a la hora de asistir a una feria e incluso en ocasiones nos han subvencionado un 20 por ciento de la contratación de diseñadores externos, que nos permiten ofrecer un producto diferenciado.

¿Cuáles serían las principales consecuencias de un posible recorte de las ayudas?
Supondría un incremento de los costes que se traduciría en un aumento de los precios o en la pérdida de beneficios para los empresarios que, de este modo, tendrían una menor posibilidad de inversión. El hecho de recortar las subvenciones al sector del calzado sería como ponernos un pie encima que nos impediría continuar aumentando las ventas. Por otro lado, las dificultades para conseguir financiación complican todavía más la situación. Hay que tener en cuenta que los fabricantes nos vemos obligados a pagar los productos por anticipado y, en la mayoría de ocasiones, desde que compras el producto hasta que lo cobras, pasa alrededor de medio año.