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Autoficha. Me llamo Aurora Garrido Feijoo y tengo 62 años. Nací en Girona pero vivo en Menorca desde 1995, concretamente, en Cala en Porter. Estoy en paro aunque me he dedicado a la hostelería y a la limpieza. Estoy casada, tengo dos hijos, dos nietos y una bisnieta. Me encanta la cocina, la lectura, la natación y viajar cuando la economía lo permite.

Vinieron desde Argentina. ¿Qué le llevó a instalarse en la Isla?
Vinimos de vacaciones a conocer la Isla y vimos que teníamos posibilidades de montar un bar. Mi marido es argentino y allí teníamos un local. Montamos el bar en Cala en Porter y lo tuvimos hasta el 2001. Fue muy buena época porque pasábamos seis meses aquí y otros seis en Argentina.

Posteriormente se dedicó a trabajar en la cocina de varios restaurantes.
Si. Bajó la faena y estuve trabajando en un par de establecimientos hasta que me di cuenta de que necesitaba descansar un poco. Fue como me surgieron trabajos limpiando en casas. Comencé a trabajar en el Instituto Nacional de Bisutería pero después de un tiempo lo dejé y ahora estoy en el paro. Me decanté por la limpieza porque es más independiente. Te puedes planificar tu horario y combinarlo con otras tareas. Me hice autónoma y estaba muy cómoda.

En el mundo de la limpieza, hay quien se queja de que la llegada de la inmigración ha puesto las cosas difíciles a la hora de conseguir trabajo.
Sí, es cierto. Con la crisis hay muchas mujeres, la mayoría inmigrantes, que trabajan por muy poco, y eso nos arruina a las demás. Se pierden clientes que pueden pagar perfectamente la hora como toca porque contratan a quien les cobra incluso a cinco o seis euros la hora. La limpieza es tan sacrificada como cualquier otro trabajo, con el que hay que cumplir y hacerlo bien. Tiene sus pros y sus contras pero, en general, es un trabajo que está bien.

¿Le ha ocurrido alguna anécdota trabajando en una casa?
Te encuentras de todo y algunas casas están muy sucias. Una vez entré en una que hubiera necesitado al menos treinta horas de trabajo para dejarla en condiciones. Era un desastre. Tenía telarañas, ropa por todos lados, estaba abandonada aunque vivía gente. Cuando abrieron la puerta me quedé de piedra. Como no llegamos a un acuerdo con el precio, no la llegué a hacer.

¿Proyectos de futuro?
Sobre todo, encontrar trabajo. Eso me permitiría ir de viaje a las partes de Argentina que no conozco, que me haría mucha ilusión. También me encantaría ir a la zona de Japón. Necesitamos tranquilidad después de tantos años trabajando.