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Hay personas que a pesar de su edad conservan una frescura mental envidiable; lo recuerdan todo o casi todo, incluso las fechas en que se produjeron los hechos que narran; ningún detalle queda en su "archivo mental"; reviven el ayer como si sus vivencias fueran cercanas cuando en realidad distan ya un largo trecho; viveza la suya que confirma las tesis de un futuro con menos limitaciones mentales y físicas para la Humanidad; Cosme Sans Mercadal goza, afortunadamente, de esta viveza, de este "estado mental de gracia".

Tus primeros años fueron relativamente difíciles. ¿Lo recordamos?
Sí; más que difíciles diría que fueron "complicadillos", a los tres años sufrí un accidente casero y la herida se infectó lo que me obligó a permanecer en cama un largo periodo de tiempo; apenas jugué por la calle, tal como venía haciéndose en aquellos años y por dicho motivo tampoco tuve muchos amigos.

Superada esta etapa, ¿cuándo comenzaste a ir al colegio?
La Guerra Civil ya había acabado; en el 41 comencé a ir a clase, en la Escuela Graduada, con el señor Xavier, un excelente maestro; también recuerdo a don Llorenç Mascaró al que tuve como profesor durante dos años… Agustín Cortés Bonnín era, en aquellos años el director, cargo que posteriormente cedió al señor Pardo.

Sigamos. ¿Alternaste trabajo y estudios?
Por la mañana trabajaba y por la tarde iba a clase de repaso, incluso en el 45, y durante un año, fui a clase -por las tardes- con los Hermanos de La Salle; sin embargo con quién progresé más fue con don Gumersindo Pons, con él me puse prácticamente al día, recuperando el tiempo perdido a causa de mi lesión.

Y en lo laboral, ¿cuándo empezaste a trabajar?
En el 48, y lo hice en la fábrica Mascaró Hermanos, donde con tan solo 15 años de edad ya me aseguraron, algo que siempre he agradecido y no muy frecuente en aquellos años; allí estuve del 48 hasta el 56, si bien he de puntualizar que antes había hecho mis pinitos en el taller de Miquel Viñas.

Con "mestre Pinxeta" …
Sí, además había seguido los cursos de "tallador" que Pau Gomila Meliá, un muy buen patronista, impartía a los jóvenes interesados en aprender este oficio, de ahí que no era un neófito toda vez que tenía un conocimiento básico de dicha especialidad.

El siguiente escalón te llevó a trabajar con Santiago Pons Quintana.
Así fue, en el 57 comencé mi andadura en Pons Quintana, un exponente de la vitalidad industrial de Alaior; en Pons Quintana, mi segundo hogar como me gusta llamarle, estuve trabajando durante 35 años y viví todo su desarrollo y esplendor; cuando entré a trabajar éramos 13 o 14 operarios y al irme, al jubilarme, la nómina sobrepasaba los 130.

Aparquemos tu vida laboral y adentrémonos en tu afición, la pintura. ¿Cómo y cuándo nació en ti esta inquietud artística?
No lo sé, lo ignoro, pero de verdad; en la Escuela Graduada y en los cuadernos de ejercicios, que los conservo todos, ya hacía pequeños dibujos y lo hacía de una forma natural; recuerdo además que en aquellos años a los colegios se les exigía presentar una serie de dibujos realizados por los alumnos sobre unas cartulinas y Toni Vinent y yo fuimos elegidos para realizar dicho trabajo.
Sin embargo lo que en ti era innato recibió un espaldarazo importante. ¿Fue así?
Lo fue; en el año 46 vino para cumplir la "mili" un joven valenciano, José Moya Junt, que había cursado la carrera de Bellas Artes y abrió una Escuela de Dibujo que se convirtió en municipal y de él aprendí los conocimientos básicos sobre pintura, lo que resultó importantísimo para mi puesto que en el año 1948 ya pintaba al óleo.

Y tus compañeros y tú tuvisteis la oportunidad de presentar en público parte de vuestro trabajo.
Pues sí, ya que por las fiestas patronales, por Sant Llorenç, se montó una exposición al efecto que causó una muy buena impresión a todos cuantos la visitaron.

En "Pintors d'avui" te manifiestas "dibujante por afición y coleccionista por vocación", ¿cierto?
Del todo; y aunque mis especialidades como coleccionista son la filatelia y la numismática, lo colecciono todo, incluso guardo una carta del año 41 y que recibí con motivo de mi primera Comunión; lo dicho, lo guardo todo y debidamente archivado.

La filatelia es en sí misma un mundo aparte. ¿Te apasiona?
Muchísimo; además de ser un mundo especial ha evolucionado de tal manera que siempre descubres algo nuevo; con 15 o 16 años me afilié al Club Filatélico de Alaior y cada domingo, sobre las 12 del mediodía, acudía al local social en donde aprendí los secretos básicos, como el "gestionar" los cambios y otros conocimientos imprescindibles para no ir de pardillo.

Y en esta especialidad también "quemaste" diferentes etapas.
Sí, en el año 56 adquirí las llamadas "series nuevas" y seguí haciendo camino, incluso en el 95 y en Burgos fui monitor en un cursillo sobre "Fuentes temáticas"; en realidad la filatelia es una valiosísima fuente de información y no digamos de historia postal.

¿Cómo llegaste a convertirte en un aficionado "puntero" en numismática?
Como consecuencia lógica de mi forma de ser y querer coleccionarlo todo; en el 56 presenté, en una exposición, diversas monedas de gran calidad que asombraron a muchos entendidos en la materia, pero no recuerdo como y cuando adquirí dichas monedas; en el año 91 me hice socio de la Sección de Numismática del Ateneu de Maó, y sigo en ello.

Volvamos a la pintura, o al dibujo. ¿Seguimos divagando?
Como quieras; en realidad en mi trabajo, en la pintura, hay dos etapas perfectamente delimitadas, la primera abarca desde el año 48 y va hasta el 62 o el 63; en este primer periodo pintaba al óleo; luego, en la segunda, que inicié en el año 70 y debido a que disponía de poco tiempo, dibujaba a lápiz, mis temas preferidos eran los paisajes, los árboles, "ses casetes", un sinfín de cosas, dibujos que gustaban a mis amigos y conocidos.

Y que incluso te llevaron a Barcelona.
Sí; un visitante catalán se entusiasmó con ellos y me propuso que viajase a Barcelona donde me presentaría a un amigo suyo propietario de una galería de arte, y así lo hice; marché con una carpeta con parte de mi obra para que dicho galerista, que de pintura sabía mucho, me diera su opinión; no recuerdo el nombre de la galería pero estaba situada cerca de la calle Fernando y próxima al Hostal Colón, y después de contemplar mis dibujos me preguntó si vivía de aquello; le dije que no, que tenía un oficio y un trabajo. "Me lo imaginaba -me dijo- porque de esto no viviría". "En la pintura –añadió- el óleo es el rey y el lápiz la Cenicienta". También me dijo que siguiera pintando porque aquellos dibujos eran muy buenos.

En el año 1979, aquí en Alaior y en la Caixa, presentaste una exposición que tuvo una muy buena acogida. ¿Fue así?
Sí, la mayoría de los dibujos, a lápiz, eran sobre una temática determinada que siempre me ha seducido, los árboles; también presente varias obras al pastel; exposición de la que guardo un buen recuerdo y en la que vendí mucho más de lo esperado.

Has señalado dos etapas de tu faceta de pintor, pero habrá que añadir una tercera.
Efectivamente, en el año 1992 me retiré, dejé de trabajar en Pons Quintana y en el 2004, y después de 40 años volví a pintar al óleo, dejando el pastel, y en ello sigo, alternando lápiz y óleo.

En tu etapa inicial en Menorca había un buen plantel de pintores. ¿A quién recuerdas?
A algunos de ellos; mis preferencias van hacia Benejam y Miguel Alejandre, pero también recuerdo a Bationi, a Torrent, con el que mantuve una buena relación amistad, a Serra, de Ferreries, y a Vives Llull.

En Pollença, a donde acudiste en varias ocasiones por motivos quirúrgicos, ya que fuiste operado allí, viviste una experiencia singular.
Sí, uno de los médicos que me atendía era el yerno de Joan Vives Llull, al que hay que encuadrar dentro de la Escuela de Pollença, donde estuvo, en distintas etapas, junto con Anglada Camarasa, Tito Cittadini y algunos más pintores ilustres con los que, de una manera indirecta, coincidí en aquel idílico puerto mallorquín.

Y con Alejandre también tuviste muy buena relación.
Efectivamente; de él debo señalar que era un excelente pintor, y mejor persona; el cuadro del rey Jaume I que está expuesto en el Ayuntamiento fue pintado por el, creo que en el año 1953.

La fotografía tampoco te es ajena.
En el año 48 y por 50 de las antiguas pesetas, compré una cámara, de las de la época, y desde aquel momento no he dejado de fotografiar; el salto a la modernidad, con cámaras más modernas, lo di en el 63; actualmente todo mi archivo fotográfico, más de 16.000 negativos, están depositados en el Arxiu d'Imatge i So del Consell.

¿Sigues en la fotografía?
Pertenezco al Foto Club Alaior y sigo en él pero utilizando los sistemas actuales, la fotografía digital.

Tu listado de los cargos que has ocupados es extensa. ¿Iniciamos este nuevo asalto?
Vamos a ello; con 14 años asumí el cargo de bibliotecario del Centro de Acción Católica, asociación a la que permanecí hasta su disolución; prácticamente viví todo cuanto se produjo a su alrededor, desde la etapa inicial, pasando por los Cursillos de Cristiandad y demás etapas.

En Menorca, antes había sucedido en Mallorca, los Cursillos de Cristiandad "dinamitaron" el ambiente eclesial de la Isla. ¿Buenos recuerdos?
Muy buenos; aquel fue un movimiento muy positivo y dinamizador; hubo que superar algún que otro problema y muchas incomprensiones, pero fue una etapa muy viva en todos los aspectos; con el padre Macián, como también con don Josep Seguí, tuve una buena amistad, sobre todo con el primero porque fuimos, en varios ocasiones, y debido a nuestras lesiones, compañeros de hospital.

¿Qué sucedió en el año 1967?
Que en las elecciones municipales que en aquellos años se celebraban fui elegido concejal por el llamado "tercio familiar", cargo que ocupe hasta el 73.

Pero en tu currículum aparecen otras "aportaciones".
Las hubo; en el antiguo "sindicato vertical" fui representante y enlace sindical, cargos que dejé aparcados porque consideré que debía acotar mi tiempo sobre todo cuando entré a formar parte de la APF del Colegio La Salle, en la que me convertí en el "pagador" de todo; esto ocurría en el año 66 y en el 68 salió la nueva Ley de Enseñanza General Básica, su puesta al día me reportó un enorme trabajo, como lo fue también la construcción del nuevo Colegio -el de La Salle- así como las demás circunstancias que rodearon todo lo relacionado con ambas cosas, incluyendo en ello la donación del canónigo alaiorense don Juan Villalonga que posibilitó la construcción del nuevo colegio de La Salle.

Para ti, como para otras personas que conozco, parece que el día no tiene 24 horas, porque vosotros acertáis a "prolongarlo".
Se trata de saberte organizar y no perder el tiempo en divagaciones estériles; ten en cuenta que yo, a las 6 de la mañana, abría la fábrica y durante todo el día curraba.

Referente al capítulo de tus cargos, ¿queda algo por añadir?
Sí; en el 53 me hice socio de la Cooperativa San Crispín y dos años después fui nombrado tesorero; prácticamente, y hasta el año 2000, he cubierto todos los puestos directivos; cargos que desarrollé con la máxima ilusión; añade que también formé parte de la Cooperativa de Viviendas San José, fui tesorero de la misma y me cabe la satisfacción de decir que logramos construir 24 pisos, todo un éxito de eficacia y dedicación.

Intentaré cogerte en un renuncio. ¿Cuándo te casaste?
El 20 de noviembre de 1963; como comprobarás las vivencias y los recuerdos permanecen vivos en mi mente.

Con inclusión de sus fechas; el cambio operado en Alaior, aquel pueblo de tu niñez y el de ahora, ¿cómo lo definirías?
De brutal, prueba evidente de la pujanza de un pueblo que ha querido y sigue queriendo crecer y convertirse en referente en nuestra querida Menorca.

Me has dicho que viviste -in situ- el que sería el último Festival de la Canción Menorquina. ¿Qué sucedió?
Lo que ocurre muchas veces en nuestra isla; el IV Festival resultó todo un éxito; todos los detalles se habían planificado cuidadosamente, desde los presentadores y los cantantes hasta la orquesta, una de las más mejores de la época, la Orquesta Maravilla y todo funcionó como se esperaba, el pero surgió cuando nos dimos cuenta que el presupuesto de dicho festival superaba el presupuesto anual del Ayuntamiento y, con toda lógica, porque aquello era económicamente inviable, dejamos de celebrarlo.

¿Te interesa la política?
Después de la II Guerra Mundial, siendo apenas un niño, iba al Centro Cultural y leía todo cuanto se publicaba relacionado con los cambios que se iban produciendo en los distintos países europeos y deseaba que aquí, en España, llegase un cambio similar o idéntico a los que se producían en Alemania o Italia, y fuera protagonizado por la Democracia Cristiana, cuyo líderes más significativos eran, en aquellos años, Honrad Adenauer y Alcide De Gasperi; bastantes años después y con retraso, llegó el cambio a nuestro país pero la hora de Ruiz Jiménez ya había pasado o la de los partidos confesionales; me quedé en un segundo plano rechazando la política activa, aunque sigo interesado en la política.

¿Crees que las elecciones del 20-N serán el inicio de la remontada económica que España necesita?
Desearía lo fuese pero el momento, no solo aquí sino en todo el mundo, es sumamente difícil y aunque no pierdo la esperanza de una remontada, habrá que luchar a brazo partido para que ésta se produzca.

Y a la vida, ¿qué le pides?
Mi condición de creyente me permite mantener una situación de sosiego y tranquilidad que hacen no sea excesivamente exigente. Vivir en paz y ver crecer a mis nietos, lo otro, cuanto se me dé, será bien recibido.

Y mientras, los dibujos, la pintura, sus colecciones seguirán llevando su vida y lo hará con la cordialidad de la que siempre ha hecho gala.