Geriátrico. La convivencia en el centro de varios colectivos ha abierto un debate en la sociedad - Archivo

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Durante estos días, han sido bastantes las voces que se han preguntado si un centro geriátrico es el mejor sitio para una persona con una deficiencia mental. La pregunta se hace en caliente, tras conocerse que el hombre detenido como presunto autor de la muerte de una interna del geriátrico de Ciutadella padece esquizofrenia.

Ante un debate de estas características, este periódico se ha puesto en contacto con varios expertos en psiquiatría para recabar su opinión, y la consigna es clara: la convivencia entre enfermos mentales y personas de avanzada edad sin ningún trastorno psíquico no tan solo es posible, sino que es recomendable.

"Sin ninguna duda, estos dos colectivos pueden y deben convivir", asegura Carles Recasens, jefe de servicio del área de psiquiatría del Hospital de Inca. Esta recomendación únicamente queda invalidada, asegura el especialista, en el caso de que el enfermo mental esté en un estado que técnicamente se conoce como descompensado, es decir, con síntomas como conductas físicamente peligrosas hacia él o hacia los demás, alucinaciones o creencias irreales, en el caso de un paciente esquizofrénico. En estos casos, los enfermos deben ser atendidos primero por un psiquiatra, y luego derivados a algún centro para su ingreso de manera temporal.

Según Recasens, en todas las islas de Balears existen centros preparados para estas atenciones, como puede ser en Menorca el hospital psiquiátrico del Hospital Mateu Orfila. Pero cuando los enfermos mentales están estables, la convivencia con otras personas es la mejor opción, apunta Recasens.

"El proceso de apertura de los centros psiquiátricos es la línea a seguir, mediante la cual se consigue la normalización de estas personas, que al fin y al cabo, son enfermos que necesitan atención médica, como alguien puede necesitar ir al endocrinólogo o al médico digestivo", explica Recasens.

En esta misma posición se sitúa Alejandra Benasich, psiquiatra del centro Sant Miquel de Ciutadella. "Las personas con patologías mentales han sufrido y siguen sufriendo una larga historia de marginación. Mas allá de la patología, son personas y como tal tienen sus derechos y obligaciones. La permanencia de por vida en una institución es un factor de cronificación y deterioro que va en detrimento de la propia sociedad", apunta.

Esta opción de tratamiento, persiguiendo la normalización de un colectivo estigmatizado en muchas épocas y que aún hoy despierta muchos recelos en ciertos sectores sociales, no es fácil, admite Recasens. "Cuesta al colectivo médico y también a la sociedad. Muchas veces, los profesionales caemos en el error de tratar como diferentes a estas personas", apunta.

Otras fuentes psiquiátricas consultadas por este periódico, y que han preferido mantener el anonimato, también avalan esta vía de la convivencia y de la desestigmatización de los enfermos mentales. Además, piden que hechos como los acontecidos en el geriátrico de Ciutadella no sean considerados como frecuentes, ni sirvan de base para adoptar medidas que podrían tirar por la borda, aseguran, los avances realizados en los últimos tiempos.

"Cuando sucede un hecho fatal tendemos a buscar soluciones rápidas y generales pero olvidamos que no hay un solo factor por lo que suceden las cosas", apunta Alejandra Benasich.

Otros psiquiatras también opinan que la reflexión profunda sobre esta situación debe realizarse más adelante, cuando las reacciones adoptadas en caliente dejen paso a un periodo de análisis más pausado.

Y el doctor Recasens es, seguramente, el más contundente, al asegurar que "incidentes puntuales como el que ha sucedido no deben suponer un retroceso en la línea seguida durante los últimos años, y que quiere evitar la estigmatización de personas que, a pesar de su enfermedad, son eso, personas".