Cala Teulera. La embarcación permanece aún en el fondo, en el punto indicado con una boya - Paco Sturla

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"Jennifer gritó al ver nuestro barco morir. Nuestra vida, nuestro sueño". Con estas desoladoras palabras relata el propietario del velero "Dolphins" su hundimiento en aguas de Cala Teulera después que las llamas lo devoraran. Mathias Dubilier no da crédito a la tragedia. El barco era su proyecto, su fantasía, su gran sueño que comenzó en mayo y en Estados Unidos y acabó en catástrofe el lunes en la Isla. El velero de diez metros de eslora permanecía ayer aún hundido en Cala Teulera después de que los técnicos comprobaran que no había vertido líquidos contaminantes en el mar.

¿De dónde son?
Yo y mi mujer Jennifer somos de Burlington, en Vermont, Estados Unidos.

¿Y cómo llegaron a la Isla?
"Dolphins" es un Hans Christian 33 de 1986. Lo compramos hace siete años y lo hemos estado preparando para este viaje. En mayo zarpamos desde Burlington, bajando el río Hudson, atravesando Long Island Sound para después cruzar el Atlántico hacia Las Azores. Luego, desde Las Azores, fuimos hasta Cascais. Navegamos por la costa española y Formentera. Y llegamos a Maó hace cinco días. El lunes estábamos preparados para zarpar hacia Cerdeña. Por este motivo dejamos el muelle para fondear. Íbamos a salir a la mañana siguiente.

¿Cómo ocurrió todo?
Estuvimos fondeados durante quince minutos o media hora. Estábamos relajados. Jennifer cocinaba cuando nos dimos cuenta que las luces del barco parpadeaban. Después vimos humo que procedía de las escaleras. Debajo de las escaleras está la sala de máquinas. Vi mucho humo pero no llamas. Vacié dos extintores en la habitación, pero esto no ayudó. Lanzamos nuestra barca auxiliar al agua y saltamos. No teníamos nada más que la ropa, no cogimos la cartera, ni dinero, ni los pasaportes, ni los zapatos. Nos dirigimos hacia otro barco en el que había una pareja alemana y su hijo. Nos ayudaron mucho y nos llevaron a tierra. Nos dieron calzado, un teléfono móvil y algo de dinero.

¿Y luego?
La Guardia Civil nos llevó hasta el hotel Mirador des Port. La recepcionista, Jill Harrop Garnett, fue muy amable. Al día siguiente nos llevó a comprar ropa, a la Guardia Civil y a prestar declaración. Luego tuvimos noticia de un milagro.

¿Qué pasó?
Los bomberos encontraron mi maleta negra Pelikan flotando en la bahía, que contenía nuestros pasaportes y los documentos del barco. Por eso Jill nos condujo hasta el puerto para cogerla. Y nos llevó a comer.

¿Qué sintieron al ver que el barco se quemaba?
No podía creer lo que estaba pasando, pensé que sólo era humo en un primer momento, pero fui precavido. En todo momento pensaba que no podía ser tan grave, pero lo acabó siendo. Cuando estábamos en el otro barco, vimos como se quemaba y Jennifer gritó al ver nuestro barco morir. Nuestra vida, nuestro sueño.

¿Qué pasará ahora con su sueño?
El barco está totalmente destruido. No sabemos qué pasará aún con nuestro sueño. ¿Podremos continuar navegando con otro barco? No tenemos bastante dinero para volver a comprar otro de estas características. No teníamos seguro a todo riesgo. No pensaba que llegaría a necesitarlo, porque sólo es necesario cuando un barco se hunde, y claro, esto nunca pasa.

¿Qué harán ahora?
Mi hermano vive en Alemania y ha venido para ayudarnos. Estaremos con él un tiempo. Creo que un cortocircuito originó el fuego, pero no lo sé. Nunca había tenido problemas con el sistema eléctrico. Por eso estoy confundido. Era un barco de fibra de vidrio, con un solo mástil, motor diesel 30 hp, con dos camas.