Imagen de uno de los campamentos de refugiados en Tindouf - Archivo

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Incluso en un lugar seguro como los campos de refugiados de Tindouf planea el creciente fenómeno de los secuestros a occidentales. Es el caso del cooperante mallorquín, Enric Gonyalons, que fue retenido y herido leve en la madrugada del sábado junto a otras dos cooperantes españolas.

Nunca antes se había producido un suceso similar desde la apertura de los campos de refugiados en 1976, según explica el presidente de la Associació d'Amics i Amigues del Poble Saharaui de Menorca, Martí Carbonell. "Hace años que impulsamos proyectos en la zona y ha habido muchas expediciones de menorquines y nunca ha habido ningún problema de seguridad", señala.

Pese a la estrecha relación de Menorca y el pueblo saharaui, en la actualidad no hay ningún cooperante menorquín en los campamentos. La última expedición fue en enero y hasta el próximo año no está previsto el siguiente viaje. Carbonell considera que el caso de los jóvenes secuestrados "es un hecho puntual" y que no frenará la solidaridad con el pueblo saharaui. "Si tenemos que ir para el seguimiento de los proyectos que tenemos en marcha, iremos. Esto no nos parará", asegura.

El presidente de la asociación cuenta que "hay que ser cautos porque nadie aún ha reivindicado la autoría del secuestro, el gobierno del Frente Polisario ha reforzado la seguridad y estamos pendientes de las noticias".

El caso supone un nuevo revés para la imagen internacional de los campos de refugiados, un incidente que no ayuda a mejorar la situación crónica de subsistencia de la población desplazada desde el Sahara al desierto de Argelia y que ahora se ve agravada por el recorte de la ayuda mundial. "Si aquí hay crisis, allí se ve agudizada", comenta.

La entidad tiene este año cinco proyectos en marcha. El interrogante está sobre las acciones para el año que viene, en un momento en que se ha cerrado el grifo también a la cooperación.

El fenómeno de los secuestros, que ya se han detectado en diferentes puntos del planeta, perjudica a la cooperación, pese a que no afecta sólo a cooperantes, sino que puede amenazar a todo visitante occidental. Según los datos del Fons Menorquí de Cooperació, en la actualidad hay trece menorquines, entre cooperantes y misioneros, que se encuentran desarrollando su labor en países del sur. En principio, ninguno de ellos está amenazado.