Tejero. El aún director insular de la Administración General del Estado en Menorca, en la sede de Plaça Miranda - Gemma Andreu

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Javier Tejero Isla no es de esos políticos que den titulares. Discreto, gris para algunos, eficaz para otros, quien en los últimos siete años ha sido el representante en Menorca del Gobierno central apura ya sus últimos días en la antigua vivienda de los Ladico en la Plaça Miranda de Maó. Se va sin hacer mucho ruido, igual que como entró.

Su gestión tampoco ha sido muy ruidosa, salpicada por algunos sucesos que han agitado la Isla, y que él ha contemplado atónito como espectador pero también como máximo responsable de quienes deben poner orden.

Socialista convencido, se muestra crítico con su partido y deja caer, aunque sea entre líneas, la necesidad de una renovación en la formación a nivel insular.Si esto fuera una película americana, estaría usted con una caja de cartón y recogiendo las fotos, los papeles...

Además de cosas físicas, ¿qué se lleva de estos siete años al frente de la dirección insular?

Me llevo muy buenas experiencias, haber conocido a grandes personas y muy buenos recuerdos; los malos intento no tenerlos en cuenta. He querido hacer un trabajo en favor de todos los que vivimos en esta Isla.

Quizás usted, que lleva siete años en el cargo, me puede responder a una pregunta que se hace mucho gente. ¿Qué hace un director insular de la Administración General del Estado?

Todas las entidades locales deben enviarnos las actas de todos los plenos, no para un control de los actos administrativos, sino para realizar un seguimiento de los mismos. También estamos al frente de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, así como de las entradas y salidas de gente, el Aeropuerto y el puerto. La Seguridad Social depende igualmente del Estado, y también hemos vivido con intensidad el tema de la inmigración. Y también me toca a mí vigilar para que la bandera de España esté ondeando cada día en esta sede.

A los directores insulares se les ve como una figura gris, sin margen de maniobra ni poder de decisión.

Somos más facilitadores que interventores. Tenemos hilo directo con los representantes del Estado, pero yo no me quiero atribuir ningún protagonismo. ¿Margen de maniobra? Todo lo que he podido hacer para ayudar a personas, sobre todo las que estaban en dificultades, lo he hecho, y ellos lo saben, pero yo no haré propaganda de ello.

Ustedes, por lo general, son muy discretos, algunos aseguran que incluso opacos a la hora de facilitar información.

La discreción es una condición fundamental para este puesto. Manejamos mucha información, muchas veces delicada. Por ejemplo, el ex primer ministro de Portugal veraneó en Menorca varios años, y nadie lo sabía. Por otro lado, hay operaciones de las fuerzas de seguridad que yo no debo comunicar. Por los partes de incidentes, cada semana veo delitos que a veces ni te imaginarías.

¿Ha visto cosas que pensaba que en Menorca no pasaban?

Mi capacidad de sorpresa está prácticamente agotada. Menorca no es diferente a otros lugares, y pasa lo mismo que en otros lugares. Esto lo apreciamos más las personas que no hemos nacido aquí.

Y si es así, ¿por qué siempre nos dicen que aquí estamos más seguros?

Y es cierto. La variedad es la misma que en otras zonas, pero la frecuencia no. Tenemos una tasa de delincuencia muy baja, pero eso no significa que no pasen cosas. Creo que no es real la sensación de que suceden más cosas ahora que antes. Hace siete años, la violencia de género no era delito, y ahora sí lo es, y cada semana se producen uno o dos casos. También ha aumentado la población y el nivel de vida, cosa que ha generado unos delitos que no estaban tan a la vista, por ejemplo, el maltrato de hijos hacia sus padres. En general, no obstante, no creo que haya aumentado la inseguridad. Ojalá en el futuro se puedan mantener estos índices.

Durante estos siete años han habido casos muy sonados. Uno de ellos, sin duda, el de Mónica Juanatey, la madre que presuntamente mató a su hijo de nueve años y dejó su cuerpo en una maleta tirada en el bosque. Cuándo conoció el caso, ¿qué sintió?

Lo primero fue pensar que no podía ser, pero como confío ciegamente en las fuerzas de seguridad, ví que aquello tenía mala pinta. Después sentí sorpresa, lástima y pena, por el niño y también por la madre. Me cuesta mucho entender una mente que pueda llegar a hacer algo como lo que presuntamente hizo Juanatey.

En momentos así, ¿cuesta mantener la frialdad del cargo?

Sí, cuesta, pero tengo que mostrar profesionalidad, aunque por dentro pueda estar roto de dolor. Me pasó por ejemplo en el funeral de los tres chicos de Alaior que murieron en accidente de tráfico. Me toca dar la cara, y poner las cosas en manos de quién sabe cómo manejarlas.

Otro de los casos de los que más se ha hablado es el asalto con brutal violencia a los propietarios de Truvi. Dos detenidos, cuando siempre se habló que fueron tres los asaltantes. ¿Se ha resuelto bien el caso?

Creo que sí. Cuando se produce un caso y se juzga, el juez dicta un veredicto, que marca la verdad jurídica. Tengo que pensar que se han respetado todos los derechos y que el poder jurídico ha realizado bien su trabajo.

Pero parece que todos se han olvidado del supuesto tercer asaltante, y han cerrado un caso que quizás no debería estar cerrado.

Mi papel es fiarme de los investigadores, en este caso la Guardia Civil, y si ellos me dicen que tras la investigación esto es lo que hay, mi función es creerlos. El juez hubiera podido pedir una nueva investigación, pero no la solicitó. ¿Si ha quedado claro o no? No es mi trabajo. Nunca pondré en duda la profesionalidad de los investigadores.

Usted ha sido el representante aquí de un Gobierno en Madrid cuyas medidas, sobre todo en los últimos meses, han despertado mucha controversia. ¿Se ha tenido que morder la lengua en muchas ocasiones?

En algunas, sí, pero debes ser responsable. Yo no soy un 'free-lance' ni el protagonista de nada. Han habido muchas cosas con las que no he estado de acuerdo.

¿Morderse la lengua a veces ha sido sinónimo de comerse marrones que no le correspondían?

Sí, algunos, pero no pasa nada, porque al final se digieren.

En su discurso del Día de la Constitución, su último parlamento oficial, tenía usted previsto hablar de la prisión, pero creo que al final no lo hizo. ¿Se han cometido errores durante la gestación de esta infraestructura?

Sí, siempre se cometen errores, sobre todo en la última época antes de la inauguración y justo después de abrirla. Errores que seguramente surgen de la falta de planificación, o al no tener en cuenta cosas que se habían avisado.

¿Cosas que se habían avisado como cuáles? ¿El aumento de pequeños delitos?

No, porque no es cierto que esto haya sucedido. Es muy curioso que de golpe aterrice en Menorca un sindicato policial que solo había venido dos veces en siete años, que no es muy bien visto por los propios profesionales del sector, y que aporta datos que directamente son mentira. No sé qué intencionalidad tenían, pero es que mentían y demostraron muy poca profesionalidad.

¿De qué había avisado, entonces?

Por ejemplo, tenía que estar listo el módulo residencial del Hospital Mateu Orfila, o se tenía que ser más cauto en la designación de los responsables del centro.

Pero los menorquines pueden sentirse engañados cuando se les dijo que sólo serían trasladados a la prisión de la Isla aquellos presos relacionados con Menorca.

He repasado la hemeroteca, y el único que dijo esto fue el director de la prisión de Palma (declaraciones en exclusiva a este periódico el 16 de febrero de 2011). Este señor mintió. No sé si alguien le pidió explicaciones por estas declaraciones, desde luego yo no soy quién para pedírselas. Había una serie de cuestiones que tenían que ir descargándose poco a poco, y en cambió fue como un elefante entrando en una cacharrería. Mucha gente había trabajado intensamente en este tema, sobre todo la Pastoral Penitenciaria, para que esto fuera un aterrizaje suave, y al final se hizo de forma equivocada, seguramente sin mala intención.

Parece, no obstante, que el tema de la prisión ahora ha bajado bastante de intensidad.

Sí, así parece. Pero yo siempre digo lo mismo: yo no decidí la ubicación de la prisión, no gano más por el hecho de que tengamos esta infraestructura, pero mi misión era, una vez tomada la decisión, que el centro fuera lo más adecuado posible. Hice mucho trabajo, quien quiera lo sabe. No me arrepiento de nada de lo que dije sobre este tema. La prisión está hecha. El nuevo gobierno, que tanta batalla ofreció en este tema, a veces de manera demagógica, lo tiene muy fácil, la cierra y aprovecha el edificio para otras cosas.

Sabe usted que esto no pasará.

Vale, pero tal era la vehemencia en su momento de determinadas personas que ahora que están en el poder tienen la capacidad de cambiar las cosas. Pero nunca hay que olvidar que dentro de la prisión hay personas, y la misión del centro es la reinserción de las mismas. Además, cualquiera de nosotros mañana puede ir a la prisión a cumplir una pena.

A mí me queda una duda. ¿Usted estaba de acuerdo en que se construyera una prisión en Menorca?

Es un tema que nunca me planteé. En un momento determinado, supongo que a partir de un movimiento iniciado por la Pastoral Penitenciaria, se inició el proyecto. En el año 2005, la prisión de Menorca ya aparecía en una planificación nacional, y entonces nadie dijo nada. Hay que ser más serio y no tener la memoria tan frágil. A mí, no obstante, la prisión me ha ocupado y preocupado uno de los siete años que he estado en el cargo.

Vuelvo al discurso del Día de la Constitución. Usted describió un momento lleno de incertidumbre, como un punto de inflexión. ¿Le preocupa lo que pueda venir?

Vivimos un momento preocupante, al que hemos llegado por responsabilidad de todos, aunque unos más que los otros. Hace unos años todo el mundo sabía de fútbol, psicología y política. Ahora, se ha añadido la economía, y todos saben mucho de números y dinero. La política debe estar por encima de la economía, y los que gobiernan deben ser quienes tomen las decisiones. Además, el movimiento 15-M nos ha dado un gran ejemplo. Casi todos estamos de acuerdo en muchas de las cosas que reclaman, y hay que actuar sin tener miedo a romper esquemas.

Lo de romper esquemas no lo supo hacer el PSOE cuando gobernaba, y parece que el PP tampoco va por esa senda.

Ya veremos. Del PP sabemos poca cosa. ¿Que el PSOE no lo ha hecho? Supongo que hay muchas cosas que no ha hecho, pero más vale tarde que nunca.

¿El PSOE se ha equivocado? O se lo digo de otro modo, desde mayo de 2010, cuando Zapatero aplicó las medidas impuestas por Europa, ¿el PSOE dejó de lado sus principios?

Ese punto de inflexión tendría que haberse explicado. El ciudadano, tras 33 años de democracia, quiere ser informado y transparencia. No vale vender humo y esconder las cosas.

En su discurso critica que la economía haya tenido poder incluso para tumbar gobiernos y cambiar constituciones. Entiendo que no le gustó el pacto entre su partido y el PP para modificar la Carta Magna sin consultar a la ciudadanía.

Efectivamente. ¿Por qué tenían tantos problemas para cambiar la Constitución, y de golpe en 24 horas la modifican sin dar ninguna explicación ni darnos el voto?

Estamos en plena época de recortes en las administraciones públicas. ¿Cree que son necesarios?

Algunos quizás sí. Si en casa tenemos muchos móviles y no podemos pagarlos, alguno tendremos que recortar.

Pero supongo que habrá líneas rojas que no deban cruzarse con estos recortes.

Evidentemente. Deben mantenerse servicios básicos como educación, sanidad, pensiones y dependencia. Además, no debemos perder derechos que se han conquistado.

Los ciudadanos cada vez se alejan más de la política y, sobre todo, de los políticos. ¿Cómo lo valora?

Me preocupa muchísimo. Quien se dedica a la política no debe perder nunca la percepción de la realidad. Cuando viajo a Palma, me encanta ir en autobús, porque entonces te das cuenta de lo que habla la gente, y casualmente, casi nunca habla de política. Por eso, quienes nos dedicamos a la política debemos considerarlo siempre como un servicio público. La grandísima mayoría de la gente que se dedica a esta actividad es gente honrada. Pero si la mayoría de la gente a la que representas no se sienten representados, es que algo está fallando, y en este caso quien falla es el político, no los ciudadanos.

Parece que en su partido han fallado cosas, porque no está en su mejor momento. ¿Qué le pasa al PSOE?

Está en una situación difícil. Durante mucho tiempo han habido personas que se han encantado, pensando que vivían en los 'mundos de Yupi', y a veces han olvidado los principios y los valores. Si les interesa más una carretera que una residencia de ancianos, algo no va bien. El PSOE ha perdido credibilidad, y ahora deberá recuperarse con trabajo, fuerza y ejemplo. Alguien escribió que lo peor es pensar que tenemos razón por haberla tenido. Los ciudadanos nos han dado un severísimo correctivo, y ellos tienen la razón.

¿El PSOE de Menorca tiene los mismos problemas que el partido a nivel estatal?

Sí, los mismos.

Si es así, ¿los actuales dirigentes del partido pueden seguir con las riendas del partido?

Un histórico militante de nuestro partido dijo que en Menorca se había producido una debacle socialista, y nadie ha dimitido. Si una empresa se hunde, todos son responsables, pero la cosa no se queda como antes. En los congresos que se celebrarán ahora, quiero pensar que si las personas son responsables, habrá quien deberá asumir que no puede seguir y que debe entregar el testigo a otro.

¿Y usted, qué papel jugará dentro del partido tras estos congresos?

No lo sé. Depende de decisiones personales, de lo que el partido quiera de mí y del proyecto que vea. Hay cosas que reavivan mi llama de la pasión política.

¿Una segunda juventud política?

Quiero pensar que no. A mí me gusta estar al lado o detrás, no delante. Estoy muy agradecido a este tierra, pero siempre seré un forastero, y ahora mismo dudo de que un cargo importante pueda ser una persona no nacida en la Isla.