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A pesar de sus orígenes británicos, Reema Malhotra (Londres, 1990) se crió en Menorca. Una vez finalizados sus estudios en el instituto Cap de Llevant de Maó, Malhotra decidió volver al Reino Unido, donde estudió Filosofía, Política y Económicas en la Universidad de Warwick. Durante su primer año de carrera, la joven vivió en una residencia de estudiantes, donde tuvo la oportunidad de hacer nuevo amigos, muchos de ellos en su misma situación. Posteriormente se mudó a un piso compartido con otros estudiantes y, desde el pasado mes de agosto, se ha instalado en Londres. Actualmente realiza unas prácticas en la UK Commission for Employment and Skills y, por el momento, no tiene intención de volver a Menorca.

¿Qué llevó a su familia hasta la Isla?
Mis padres hicieron un viaje a Menorca en 1992 y se enamoraron de la Isla. Decidieron que sería el lugar perfecto para criar a sus dos hijos y, dos años después de aquel viaje, nos trasladamos a Menorca. Nos instalamos en un piso de la calle Fort de l'Eau de Maó, cerca del restaurante hindú que abrieron mis padre, Taj. Además, también estábamos al lado del colegio Mare de Déu del Carme, donde posteriormente estudiamos yo y mi hermano pequeño.

¿Qué recuerdos guarda de sus primeros años en Menorca?
Tengo que admitir que uno de mis primeros recuerdos de mi estancia en la Isla es algo trágico. Durante las dos primeras semanas de colegio estuve llorando sin parar. No obstante, con el tiempo hice dos buenas amigas, a las que quiero muchísimo. También recuerdo que mientras mis compañeros jugaban en el patio yo aprendía español. Un día salí muy contenta de la escuela porque había aprendido a decir "perro". Estaba muy orgullosa y me pasé la semana entera repitiendo esa misma palabra.

¿No hablaban castellano en casa?
No, hablábamos en inglés. Mis padres se apuntaron a clases de español al llegar a Menorca pero pronto se vieron inundados de trabajo. Montar una empresa no es fácil así que finalmente se vieron obligados a dejarlo. La verdad es que creo que he tenido mucha suerte gracias al hecho de que en mi casa habláramos inglés porque a día de hoy soy completamente trilingüe.

¿Viajaban a menudo a Inglaterra?
Sí, cada invierno íbamos a Londres a pasar las fiestas navideñas con toda la familia. Era muy divertido estar con mi abuelos, tíos y primos, a los que no teníamos la oportunidad de ver a menudo. También recuerdo que me emocionaba al ver tiendas y restaurantes que no existían en Menorca. ¡Me gustaba especialmente poder comer en un McDonald's!

¿Por qué decidió continuar sus estudios allí?
La verdad es que fue algo espontáneo. Tras estudiar en el instituto Cap de Llevant de Maó, me planteé tomarme un año sabático. No obstante, decidí enviar solicitudes a unas cuantas universidades británicas. No tenía muchas esperanzas porque el proceso para entrar en una universidad es bastante complicado en Inglaterra. Los estudiantes de bachillerato deben escribir una carta personal y, además, obtener una recomendación del instituto en el que han estudiado. Además, es muy importante disponer de buenas notas.

Pero hubo suerte...
Sí. Unas cuantas universidades me ofrecieron una plaza y finalmente decidí dar el paso. Siempre me había apetecido volver a Inglaterra y aquel parecía un buen momento para hacerlo. Llegué allí en septiembre del 2008. El curso comenzaba a finales de mes pero mi madre y yo fuimos hacia allá un par de semanas antes.

¿En qué universidad estudió?
En la Universidad de Warwick. La ciudad se encuentra en el condado de Warwickshire, a 18 kilómetros al sur de Coventry y cuatro kilómetros al oeste de Leamington Spa. No había visitado nunca antes la ciudad pero la universidad tiene muy buena reputación y el campus me encantó desde un primer momento. Me decanté por la carrera de Filosofía, Política y Económicas porque me gustaría dedicarme a salvar el mundo o, al menos, una pequeña parte. Puede sonar algo cursi pero me parece un sueño realista.

¿A qué se refiere?
No es difícil conseguir mejorar un poco la vida de la gente, especialmente si consideras que, en algunos casos, tan sólo se necesita un poco de compañía y de compasión. De este modo, creo que si eres capaz de entender el mundo y comprender de qué modo funciona la sociedad, te resultará más fácil intentar corregir los problemas. La filosofía no es nada más que un intento teórico de entender este tipo de situaciones, y la política no es nada más un intento práctico de solucionarlas. En fin, me gustó la combinación de las tres asignaturas ya que me ha permitido ver las cosas más clara y me ha dado puntos de vista muy interesantes.

Volvamos a sus inicios en Inglaterra, ¿dónde se instaló?
Me instalé en una residencia de estudiantes, que es lo habitual en los alumnos de primer curso. En Warwich hay una veintena de residencias repartidas por todo el campus. Yo estuve en una llamada Rootes, en el centro del campus, donde compartía piso con quince estudiantes más.

Debió de resultarle fácil hacer amistades allí...
Sí. Desde el primer momento hice muy buenas migas con mis compañeros de la residencia. Durante aquel primer año fuimos inseparables y, un año después, diez de nosotros nos mudamos a una casa compartida en Leamington Spa, una ciudad ubicada al lado del campus. También en la residencia conocí a mi novio, así que se puede decir que tuve mucha suerte. Al acabar el primer curso de la carrera, invité a mis nuevas amigas a Menorca. ¡Les encantó! Es algo triste porque, acostumbradas como estábamos a vernos cada día, ahora todas vivimos en lugares diferentes. A pesar de todo seguimos en contacto e intentamos vernos un par de veces al mes.

Parece que se aclimató con rapidez a su nueva vida...
La verdad es que tras marcharse mi madre pasé unos días bastante duros. Había sido una de las primeras en llegar a la residencia y, de repente, me sentí muy sola, en un lugar nuevo y sin conocer a nadie. Nunca me había pasado nada parecido ya que durante toda la vida había tenido a las mismas amigas. Me sentí muy lejos de mis pares y de mi hermano, a los que eché mucho de menos y, por supuesto, muy lejos de la Isla, de casa.

¿La nostalgia desapareció con el tiempo?
¡Sí! Afortunadamente, esa tristeza sólo duró algunos días. Cuando llegaron mis nuevos compañeros y empezó el curso en la universidad dejé de tener tiempo para la nostalgia. Las primeras semanas las pasé conociendo a gente, familiarizándome con el campus y saliendo de fiesta. La verdad es que sorprendí a mi familia, a mis amigas y a mi misma al adaptarme con tanta facilidad. Una de mis compañeras de la universidad todavía me recuerda como mi madre, antes de marcharse de nuevo hacia Menorca, me deseaba suerte y me decía que si las cosas no iban bien podía volver a Menorca en cualquier momento. De todas maneras, adaptarse no es muy difícil, especialmente si eres joven.

¿Se habituó también a las costumbres británicas?
La verdad es que es sólo ahora que trabajo cuando me he adaptado a la costumbre de comer a las 12 horas y cenar a las 19 horas. Aún así me sigue pareciendo muy extraño.

¿Dónde trabaja?
El año pasado terminé la carrera y estoy haciendo unas prácticas de seis meses en la UK Commission for Employment and Skills. Es un cuerpo financiado por el Gobierno pero con una agenda más o menos independiente a través del que intenta, por un lado, reducir el nivel de desempleo, y por otro para mejorar la calidad de vida de las personas que trabajan.

¿Qué tareas desarrolla?
Hago un poco de todo pero, especialmente, trabajo con el equipo de proyectos y eventos. La verdad es que es muy divertido. El pasado mes de noviembre organizamos una cena que tuvo lugar en la Cámara de los Lores, la Cámara Alta del Parlamento del Reino Unido.

¿Dónde vive actualmente?
En agosto me trasladé a Londres. Siempre había querido vivir en la capital y, además, aquí es donde hay más trabajo. De momento no tengo muy claro a qué me gustaría dedicarme, tengo dudas entre la política y el periodismo, pero de todas maneras Londres es el mejor lugar para buscar empleo en estos ámbitos.

¿Se encuentra a gusto en la capital?
Sí. Me encanta pasear por Londres, especialmente de noche. Es una ciudad muy bonita. Me gusta que sea tan grande porque siempre hay cosas nuevas que ver y descubrir. Por otro lado, tengo la sensación de estar como en casa, me siento acogida. He tenido esta misma sensación en otras ciudades, como en Berlín, pero no tan acentuada como en Londres. Lo único que falla es el transporte público, especialmente el metro, que es carísimo. Siempre hay algún problema y subirse al tren en hora punta es como meterse en una lata de sardinas. Además, el metro cierra muy pronto, lo que obliga a los jóvenes a coger infinidad de autobuses para volver a casa después de una noche de fiesta.

¿Tiene previsto volver a Menorca en breve?
De momento no. Ahora mismo me apetece viajar y creo que no es el momento de volver a Menorca. Quizá dentro de unos años... Por ahora visito la Isla por Navidad, Semana Santa y en verano. La verdad es que echo mucho de menos a mis padres, así como las playas y el mar. Añoro también los paseos con mis amigas por Calasfonts.

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