ponencia. Juan Miguel Díaz Rodelas, con la nueva Biblia

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Prestigioso teólogo y biblista valenciano, el sacerdote Juan Miguel Díaz Rodelas ha coordinado la edición de la primera Biblia oficial que edita la Conferencia Episcopal Española con la aprobación de la Santa Sede. Hoy está en Menorca para ofrecer la conferencia "La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia" en la Casa de la Iglesia a las 8.30 horas que se repetirá mañana, a la misma hora, en el Seminario de Ciutadella.

Recientemente se ha editado la Biblia de la Conferencia Episcopal Española. ¿Por qué esta nueva traducción?
En los años que siguieron al Concilio Vaticano II –del 63 al 81, más o menos- se creyó conveniente realizar una traducción nueva de los textos de la Biblia que se proclaman en la liturgia de la Iglesia –Eucaristía, celebración de los demás sacramentos, rituales, bendicional. Frente a otras traducciones ya existentes, la que se ofrecía se había realizado con criterios de lingüística renovados, que en ciertos casos se aplicaron con bastante generosidad… Es decir, "modernizando" en demasía el lenguaje de la Biblia; una traducción debe hacer inteligible el texto de la Sagrada Escritura, pero es bueno recordar que esta tiene su propio contexto cultural, social y, sobre todo, religioso.

¿Qué supone en el ámbito de la Iglesia?
Los propios obispos han señalado que de esta traducción de la Biblia, que ellos mismos habían encomendado a un grupo numeroso de estudiosos, se tomarán los textos bíblicos que se utilizarán en los libros litúrgicos de la Conferencia Episcopal Española; pero será también la Biblia de referencia para los catecismos, libros escolares y, posiblemente, incluso para los libros de las diferentes ciencias eclesiásticas. En definitiva se trata de que escuchándolo en la liturgia, meditándolo individualmente o en grupo, asimilándolo en la catequesis y en la enseñanza escolar y estudiándolo en la necesaria reflexión de los contenidos de la fe, el texto sagrado se grabe en la memoria y en el corazón de los fieles.

La Biblia para el lector actual contiene algunas páginas un tanto difíciles: el origen del universo, las guerras, los milagros... ¿Cómo debe el lector acercarse a la lectura de la Biblia?
El lector creyente de la Biblia la acepta en todas sus partes como Palabra de Dios; pero también debe saber que esa palabra suya Dios la querido decir en palabras humanas, las cuales, en cuanto tales, están condicionadas por todos los factores que caracterizan la palabra humana: la misma lengua, la cultura, la religión, el medio geográfico… Por ello se hace necesaria una labor de interpretación. En realidad esta necesidad de interpretar la Biblia fue sentida ya desde los comienzos del cristianismo e, incluso antes, entre los propios israelitas.

¿Y los textos controvertidos del Nuevo Testamento, como por ejemplo si Jesús tuvo o no hermanos carnales?
Si me permite, me limitaré al ejemplo que me señala: la Iglesia ha creído desde los comienzos que María fue "siempre Virgen" y ha entendido que los "hermanos de Jesús" de que se habla en el Nuevo Testamento eran en realidad parientes del Maestro de Nazaret. Ese sentido de la palabra "hermano" no era extraño en el mundo del que procedía el cristianismo, es decir, lo que nosotros llamamos el mundo judío; pero tampoco era raro en el mundo greco-romano. Además de este hecho filológico, la Iglesia ha reflexionado sobre las razones que explicaban la conveniencia del estado de virginidad perpetua en el caso de la Madre del Señor, aunque reconociendo siempre que se trata de un misterio. Puede que esas razones no satisfagan a muchas personas contemporáneas nuestras, a quienes el misterio de la virginidad perpetua de María puede parecerles incluso algo irrelevante. Conviene recordar, sin embargo, que el misterio, cualquier misterio, existe al margen de que nosotros lo comprendamos o no y que en el reconocimiento de la verdad de un misterio tiene que ver el don de la fe: se acepta o no se acepta, cree o no se cree. Debo reconocer que, como cristiano nacido y criado en el seno de una familia y de un pueblo insignificantes, pero muy marianos, me resulta extraño que algunos teólogos cuestionen este dato de la tradición eclesial.

La exhortación post-sinodal "Verbum Domini", ¿cómo pone de relieve la importancia de los estudios bíblicos?
Benedicto XVI reconoce abiertamente el beneficio que ha aportado a la vida de la Iglesia el estudio crítico de la Sagrada Escritura, que considera imprescindible. Es más, llevando adelante una comparación establecida por el Vaticano II, considera que dicho estudio lo exige el hecho mismo de la encarnación del Hijo de Dios. En esta línea, el nº 32 de la Verbum Domini recoge una afirmación que había hecho el mismo Papa en el Sínodo de los Obispos de 2008, cuyo fruto es la citada exhortación: "La historia de la salvación no es una mitología, sino una verdadera historia y, por tanto, hay que estudiarla con los métodos de la investigación histórica seria". Avanzando en la misma línea, acuña una hermosa frase, que quisiera evocar: "El deseo de Dios incluye el amor por la palabra en todas sus dimensiones".

¿Qué supone para la cultura actual el conocimiento de los estudios bíblicos?
La Biblia ha impregnado la cultura de todos los pueblos en los que el cristianismo ha echado raíces más o menos profundas. Basta abrir los ojos y los oídos para constatarlo: la música, la pintura, la poesía, la literatura en general, la arquitectura, la escultura… Por esta simple constatación resulta poco seria la actitud de conmiseración y hasta de desprecio que muestran algunos exponentes de la cultura actual frente a la Biblia. Junto a ello, un mayor conocimiento de las grandes líneas de investigación de la Sagrada Escritura ayudaría a valorar debidamente esta preciosa herencia de nuestro pasado religioso y cultural.

Y en el momento actual, donde domina la increencia religiosa, ¿tiene algo que decir la Palabra de Dios?
El misterio del corazón del hombre es insondable… No quisiera, por ello, emitir juicio crítico alguno sobre tanta gente que ha dejado de creer o que jamás ha tenido la experiencia de creer. Pero creo no ofender a nadie si expreso mi convencimiento, mi fe en que la Palabra de Dios escrita, la Sagrada Escritura, contiene tesoros de vida y de felicidad para cualquier persona que sea capaz de abrir su existencia más allá de lo que percibe… Dice el Concilio Vaticano II que "en los sagrados libros el Padre que está en los cielos se dirige con amor a sus hijos y habla con ellos"; más allá de las páginas negras que hayan podido escribir muchos cristianos a lo largo de la historia, hay otras muchas en las que se puede constatar la fecundidad de ese diálogo entre Dios y la persona humana para la propia persona y para la sociedad.