Primera jornada. La medida ha levantado ampollas entre el Ayuntamiento y los comerciantes y restauradores de la zona afectada - Gemma Andreu

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El reloj marcaba las 20 horas cuando dos policías portuarios y otros tres agentes de la Policía Local de Maó colocaron las vallas que cortaban el tráfico rodado a la altura de la Costa d'en Reynés, mientras sus compañeros llevaban a cabo la misma acción en la parte alta de la Costa de Corea. Con puntualidad británica se dio por inaugurada la peatonalización parcial del puerto, una medida polémica que ha levantado ampollas entre el Ayuntamiento y los comerciantes y restauradores de la zona afectada.

Pocos segundos después de restringir el tráfico, los efectivos policiales comenzaron a ofrecer las primeras explicaciones a los conductores más despistados. No obstante, los agentes se lo tomaron con filosofía: "Es el primer día y hemos de tener paciencia". A pesar de que se dieron algunas retenciones puntuales, la normalidad con la que transcurrieron las primeras horas de peatonalización portuaria sorprendió incluso a algún policía. "Esperábamos más embotellamientos", reconoció.

Mientras tanto, una residente en el puerto observaba desde su terraza cómo el número de vehículos que pasaban frente a su casa disminuía considerablemente en un abrir y cerrar de ojos. "Hoy tendremos más tranquilidad", le comentaba a su vecina, quien también disfrutaba del nuevo paisaje. La alegría de unos contrastaba con el enfado de otros. Un residente en la calle Santa Teresa mostraba su indignación por la medida adoptada por el Ayuntamiento. "La calle en la que vivo estaba colapsada tan solo media hora después de que se cerrara el puerto y el ruido y el humo son ya insoportables", explicó.

Autobús
El malestar de los propietarios de establecimientos comerciales, bares y restaurantes se acentuó al cerrarse las barreras y creció todavía más al contemplar como el último autobús de la línea 11 de circunvalación pasó poco después de las 20 horas. "El teniente de alcalde de Servicios Generales, Salvador Botella, nos prometió que el servicio de autobús continuaría como hasta ahora pero, de momento, se han cancelado las cinco rutas que había después de las 20 horas", lamentó una comerciante de la zona restringida. Al ser informado de este incidente, el concejal se mostró sorprendido y aseguró que el Ayuntamiento no tenía conocimiento de tal medida. "Mañana llamaré al Consell para ver que ha pasado", espetó Botella. Tampoco el tren turístico pasó con la frecuencia adecuada, según los propietarios de los locales de la rada. "Se suponía que debía actuar como lanzadera y está pasando cada hora", criticaron.

Los comerciantes y restauradores continuaron defendiendo que la peatonalización parcial del puerto no ha llegado en el momento adecuado. En esta línea, consideran que la medida se hubiera podido aplazar hasta la próxima temporada, una vez estuviera en marcha el nuevo ascensor y abierta la zona de aparcamiento en las antiguas instalaciones de CLH. Asimismo, algunos lamentan que esta iniciativa no vaya acompañada de actividades que dinamicen la zona. "No estoy en contra del cierre del puerto pero opino que esta actuación debería incluir también otras medidas como el impulso de actuaciones musicales o de mercados artesanales y gastronómicos en la zona restringida al tráfico rodado", propuso la propietaria de un restaurante.

Transeúntes
Una pareja de amigos practicando jogging abrió la veda a la hora de abandonar las aceras y circular por la calzada. Tímidamente, otros viandantes tomaron ejemplo aunque la mayoría continuó paseando por la zona peatonal más cercana al mar e incluso, hacían uso de los pasos de peatones para cruzar la vía. "La gente está todavía muy despistada", recalcó uno de los policías locales que recorrían el puerto durante la noche de ayer.