Teatre Principal. Rafael Amargo bailó sobre el escenario con el caballo de raza menorquina de la Yeguada Linares Ortiz - Jaume Fiol

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Hombre y caballo, bailador y más pura raza, el Teatre Principal se desbordó de emoción el viernes por la noche con el espectáculo "Rafael Amargo bailando con caballos menorquines", no podía empezar mejor, él con su caballo "que es terciopelo", como lo había bautizado.

La Asociación Rociera de Menorca se congratuló de haber invitado a uno de los más grandes del flamenco, Rafael Amargo, a bailar con los caballos de la Yeguada Linares Ortiz. Más de dos horas de espectáculo con grandes improvisaciones como cuando el bailaor imitó los movimientos y pasos del caballo y la canción que quiso ofrecer para cerrar la noche, no sin antes prometer no olvidarse de los caballos menorquines y expresar su deseo de recorrer el Camí de Cavalls bailando con los equinos.

Desde el flamenco más puro al suyo más moderno, Amargo derrochó entrega en no pocas ocasiones, algunas entre el público que lo pudo palpar y sentir toda su fuerza. Lo acompañaban tres bailaoras, Yolanda Cortés, Olga Llorente y Eli Ayala, a las que se sumaron, visiblemente emocionadas, las hermanas Ferres, Paqui y Amparo, al que el llama Curra, con quien mantiene una amistad que nació cuando el artista llegaba a Madrid con la intención, ya, de convertirse en el gran artista que demuestra ser.

El cuadro flamenco estaba compuesto también por el guitarra Eduardo Cortés, el percusionista José El Tobalo y los cantaores Joaquín y Fefa Gómez Contreras con quien también bailó Amargo.

Ni Amargo ni los caballos decepcionaron al público que llenó por completo el Teatre Principal. Aunque el bailaor sólo estuvo cuerpo a cuerpo con el equino en una ocasión, los caballos fueron los cómplices y coprotagonistas a lo largo de toda la noche.

El público aplaudió cada "bot" y los bailaores en un momento se arrodillaron con una reverencia ante el embrujo que también ofrecía el espectáculo ecuestre. Hubo tiempo para todo, para el cante, para el baile de cada una de las bailaoras y tiempo también para la música. Amargo mostró su arte sin reservas, como le salió del corazón, con el derroche de energía propio de un esfuerzo que sale de dentro y que llega a los que hay alrededor hasta estremecerles el corazón.

Antonio Ruiz, presidente de la Asociación Rociera, había prometido un espectáculo para no olvidar y a juzgar por los comentarios del público, algunos se apuntaban ya a clases de flamenco, gustó y se espera repetición. Ruiz dejó claro que la Asociación Rociera quiere ir más allá "hasta demostrar que Andalucía no tiene sólo ocho provincias, tiene nueve porque Menorca es una más".