EMOCIÓN. Los equinos saltaban con garbo ayer por la noche durante el jaleo convertido en el epicentro de la fiesta en el municipio de Llevant - Gemma Andreu

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Sentados en corro, algunos de los integrantes del popular colectivo Sa Vessa mos Fot entonaban ayer canciones menorquinas en el Pla de Sa Creu mientras sus compañeros repartían entre los presentes su tradicional pan con sobrasada.

Los cuatro bocadillos de 1,90 metros y otro de 2,39 metros habían sido ya engullidos cuando los caixers se adentraron en la plaza para acompañar a las autoridades a la tarima tras las solemnes completas. También una ensaimada de 1,6 metros de diámetro fue degustada por los vecinos y visitantes que se acercaron a disfrutar del espectáculo.

ESCENARIO
Mientras tanto, los caballos descansaban, ya engalanados, en la calle del Compte de Lannion y niños y turistas aprovechaban para posar para la cámara junto a los equinos.

Tras la puesta de sol, el escenario cambió ligeramente en Sant Lluís. Muchas de las familias con niños que habían disfrutado de una tarde bailando al son de las collas de gigantes y grallers se retiraron dejando paso a una oleada de jóvenes y adultos que esperaban con ansia el inicio del jaleo refrescándose en las barras de los bares dispuestas para la ocasión.

Sin embargo, el inicio de la fiesta de los caballos se hizo esperar. El jaleo, previsto para las 20 horas, comenzó pasadas las 20.30 horas, aunque a pocos pareció importarles en exceso el retraso.

Las primeras notas de la banda acallaron todas las conversaciones, Sant Lluís pareció paralizarse por un momento. Fue tan solo un segundo, pero se sintió un estremecimiento general antes de que continuara la fiesta.

Las cámaras fotográficas alzadas tomando instantáneas de los saltos de los caballos frente a la iglesia revelaban la presencia de un gran número de turistas, muchos de ellos británicos, que no quisieron perder la oportunidad de conocer de primera mano las fiestas patronales menorquinas.
velada

Una ligera brisa del norte refrescó la velada en el municipio de Llevant, donde los residentes y visitantes acabaron bailando al ritmo de las orquestas Fraggels y Remembers en el Pla de Sa Creu hasta altas horas de la madrugada. La noche fue mágica en Sant Lluís.