Maó. La plaza Constitució fue el punto de encuentro de la concentración-cacerolada del 15-M - Gemma Andreu

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"Todo va a depender de la sensibilización respecto al problema de la democracia. Estamos inmersos en una dictadura de los mercados, perdemos derechos laborales y sindicales cada día. El 15-M no se duerme, como dicen algunos, está más activo que nunca".

Santiago Oliver, junto a Bárbara Salvá ofrecían ayer por la tarde estas declaraciones justo cuando empezaban a congregarse los que acudían a la concentración-cacerolada para adherirse a la que se celebraba en Madrid y que en Maó estaba convocada en la plaza Constitució bajo el lema, propuesto por los menorquines, "El pueblo unido jamás será vendido".

15-M Menorca consiguió reunir a 450 personas según los organizadores (unas 150 personas según la Policía Local). Los congregados intentaron extender sus pancartas pero el viento se lo impedía, ondeaban algunas banderas como la anarquista y la republicana y con lo que no podía el viento era con el ruido de cazuelas, cucharas y otros utensilios como paletas y hasta unas castañuelas.

Adrià, de cinco años, tenía su cazuela propia, sabía que venía a hacer ruido y su padre le ayudaba a explicar el por qué, "en la escuela hay menos profesores, mis hermanos tienen menos dinero para estudiar, tenemos familiares en el paro y estas Navidades serán más tristes".

Laia Marí leyó un manifiesto y fue interrumpida por los aplausos cuando pidió la dimisión de los políticos. 15-M en 25-S también exige una nueva Constitución, una auditoría de la deuda pública del Estado, la reforma de la Ley Electora, derogación de los recortes y reforma fiscal entre otros muchos aspectos.

Xan Xové fue uno de los miembros del 15-M más activos, incluso animó a los asistentes a interpretar una canción de Quilapayún que habían adaptado a su lema. Xové dijo que el problema real es el capitalismo y que los políticos son cómplices. Y sobre todo, pidió a los congregados que aportaran soluciones, propuestas, ideas para Menorca y para el mundo. El micro se ofreció a quien quisiera hablar y lo hicieron tanto hombres como mujeres.

Jordi Viola había escrito en su personal manifiesto que "más vale ser un orgulloso 'perroflauta', que un servil flautero de la banca". Habló también Antonio Casero que se quejó de las zonas azules, del transporte aéreo y de la subida de tasas y contribuciones. Lo hizo también Sara Casero, quien animó a todos a implicarse personalmente en alguna causa. Amalia pidió que cada uno empezara por si mismo para luego trabajar unidos.

La concentración en Maó transcurrió de forma pacífica y tras los manifiestos y cacerolada se disolvió.