Oliva. Nació en La Habana, aunque su familia emigró a Menorca cuando tenía tan solo 13 años - B.O

TW
0

Nacido en La Habana (Cuba), Bryan Oliva Ribalta llegó a Menorca junto a su familia con tan solo 13 años. Su afición por el baloncesto le ayudó a integrarse y fue en el CD Alcázar donde hizo más amistades. Doce años después de aterrizar en la Isla, Oliva decidió dar un nuevo giro a su vida instalándose en Londres.

El joven llegó a la capital británica el pasado mes de febrero con el claro objetivo de aprender inglés. Unos pocos ahorros le permitieron alojarse en un hostal durante las primeras semanas en Londres y, a día de hoy, vive con unos compañeros en un piso ubicado en el barrio de Stockwell y trabaja para la cadena de comida rápida Pret a Manger.

¿Qué recuerdos guarda de su infancia en Cuba?
Yo nací en Centro Habana, un municipio de la provincia de Ciudad de La Habana. Sin embargo, era todavía muy pequeño cuando nos mudamos a un barrio llamado Nuevo Vedano y, precisamente, de allí tengo mis primeros recuerdos. Salía a la calle a jugar con mis amigos a la pelota o a las "bolas" (lo que aquí serían canicas). Cuando estábamos aburridos íbamos a casa del vecino a coger mangos o tamarindos y él, enfadado, corría detrás de nosotros cuando nos veía. ¡En realidad, esa era nuestra intención! Nos interesaba más correr un rato que las frutas en sí. Nunca olvido la cara de felicidad de mis amigos tras la carrera, cuando nos sentábamos a comer y recordábamos la aventura.

Parece que creció feliz...
Sí. Por las noches, cuando se iba la luz (cosa que ocurría casi a diario en aquella época), aprovechábamos para jugar al escondite. Así pasaba las tardes y las noches hasta que mi madre me gritaba por la ventana que volviera a casa. También recuerdo muy bien a mi perro. Lo trajeron recién nacido porque su madre había muerto. Le llamé Chiqui, ya que era del tamaño de la palma de una mano. Otra de las imágenes que más presentes tengo son las tardes estudiando trompeta y aprendiendo a bailar salsa con mi padre.
¡Pasábamos horas y horas! De haberme quedado en Cuba, siempre le hubiese agradecido todo esa dedicación puesto que ser músico es una de las mejores profesiones allí.

¿Qué llevó a su familia hasta España?
La verdad es que nunca les he preguntado a mis padres por qué emigraron a España, aunque siempre he supuesto que fue a causa de la situación que se estaba viviendo en Cuba en ese momento. Yo era feliz y no quería irme del país, pero es cierto que siendo niño nunca te das cuenta de lo que realmente está sucediendo. Ahora miro atrás y veo que mis padres peleaban día a día para que no me faltara un plato de comida. Eso es algo que siempre les voy a agradecer. Además, salir del país y conocer mundo siempre es tentador para un cubano, teniendo en cuenta que conseguirlo es casi misión imposible.

¿Y por qué Menorca?
Mi hermana ya vivía en la Isla. Siempre nos decía que le encantaba y que era un lugar muy tranquilo. ¡Incluso nos explicaba que las personas dejaban las puertas de las casas abiertas! Mis padres decidieron instalarse también en Menorca y llegamos con la intención de intentar integrarnos en la sociedad.

¿Cuándo llegaron a la Isla?
Un 3 de marzo. El primer recuerdo que tengo es de frío. Pensé que debía estar muy lejos de Cuba. Al llegar a casa mi madre me había comprado manzanas y fresas. Al ver aquello la cara me cambió y sentí una felicidad absoluta. Después fuimos a un supermercado y para mí fue el paraíso, había tantos productos que por desgracia en Cuba no podíamos encontrar... Nos instalamos en Maó, justo en frente de la panadería Ca'n Senyalet.

¿Le resultó complicado adaptarse?
Personalmente, fue bastante duro. Me pasé casi un mes sin querer salir de casa, no conocía a nadie, ya que todavía no había empezado a ir al colegio. Además, el clima no acompañaba. Sin embargo, una vez empecé el Instituto conocí a mucha gente. ¡Todo el mundo me preguntaba sobre Cuba! También iba a clases especiales de catalán y cuando empecé a entenderlo todo fue más fácil. Acabé por integrarme en Menorca gracias al deporte.

¿A qué se refiere?
Mi profesor de Educación Física me aconsejó un día que me apuntara a baloncesto. Mi deporte predilecto siempre había sido el béisbol y venía con la idea de encontrar un equipo al llegar a España. Por suerte o por desgracia, es un deporte que no se practica demasiado en el país. Así que seguí la recomendación de mi profesor y me fui al CD Alcázar, donde todo el mundo me acogió fantásticamente. Allí conocí a muchas buenas personas y los amigos que hice son como mis hermanos. Al principio empecé a entrenar con la intención de hacer un poco de ejercicio y pasarlo bien, pero con el tiempo se convirtió en una forma de vida. Ahora me resulta difícil no tener un balón de baloncesto debajo de la cama.

¿Se sintió en algún momento desplazado por el hecho de ser inmigrante?
Siempre te encuentras a la típica persona a la que no le gusta ver personas de fuera y te mira mal o incluso dicen algo en voz baja intentado molestarte. De todos modos, si algo he aprendido con el tiempo es que no debo prestarles atención, aunque respeto que cada uno tenga sus propias opiniones. De todas maneras, yo nunca me he sentido desplazado en Menorca. Prácticamente desde que llegué viví envuelto en el ambiente del CD Alcázar, donde todo el mundo siempre me trató bien y contaron conmigo para todo. Es algo que siempre voy a agradecer. En definitiva, tras doce años viviendo en la Isla ya me siento menorquín.

¿Ha regresado a Cuba de visita tras instalarse en Menorca?
Durante ocho años no volvimos y, por tanto, estuvimos todo ese tiempo sin ver al resto de la familia que se había quedado en Cuba. Recuerdo que cuando me volvieron a ver yo ya tenía 21 años y no se podían creer el cambio que había dado. ¡Mi abuela ni siquiera me reconocía! A partir de 2008 hemos vuelto todos los inviernos.

Tras finalizar el Instituto se decantó por un curso de Formación Profesional...
Sí. Estudié un grado medio de Producción de piezas metálicas en el IES Pasqual Calbó i Caldés de Maó, pero antes de finalizar el curso me ofrecieron trabajo y lo dejé pensando que ganaría más experiencia trabajando. ¡Fue un gran error!

¿Dónde trabajó?
Primero estuve trabajando en una empresa, donde me dedicaba al montaje de escaleras, barandillas y pasamanos. Después estuve en otra, donde hacía casquillos para barcos con el torno. De vez en cuando, también íbamos a hacer algún montajes de puertas y escaleras. No obstante, con el tiempo decidí cambiar de sector y empecé a trabajar en una empresa de alquiler de coches.

¿Qué motivó este cambio tan drástico?
El trabajo que había hecho hasta el momento era bastante peligroso, siempre tenía que estar atento porque podías sufrir un accidente fácilmente. Tenía las manos y los brazos llenos de quemaduras y de cortes. Recuerdo una noche que no pude dormir porque sentía como si tuviera cristales dentro de los ojos. Resulta que habían estado soldando durante toda la jornada cerca de mí y la radiación me había afectado a la vista. Otro día casi se me cayó una escalera metálica encima. A raíz de todos estos incidentes, decidí cambiar por completo.

¿Fue una decisión acertada?
Sí. Pasé de estar ocho horas del día en el interior de una nave a estar conduciendo y viendo cosas diferentes. Estuve trabajando para una empresa de alquiler de coches durante cuatro años. Fue durante ese tiempo cuando me empecé a plantear la idea de marcharme a Inglaterra. Los clientes británicos que nos alquilaban coches siempre me dieron buenas vibraciones. Podían tener dos ruedas pinchadas o el coche averiado y siempre estaban contentos y sonrientes. Ese fue uno de los motivos que me trajo hasta Londres.

¿Cómo reaccionó su familia ante su decisión de marcharse de Menorca?
La verdad es que a mi madre no le gustó nada la idea, me dijo que tenía que estar cerca de la familia. La entiendo porque, de alguna manera, en la Isla estamos prácticamente solos. No obstante, era un sacrificio que tenía que hacer, aunque siempre me queda la esperanza de volver algún día. Por su parte, mi padre fue un poco más comprensivo. Tampoco le gustaba la idea de que me fuera, pero también me veía un poco estancado en Menorca. Sinceramente, fue una decisión difícil para mí dejar el trabajo teniendo en cuenta la situación en la que se encuentra España, pero al final tomé una decisión que creo que ha sido correcta.

¿Cuándo aterrizó en Inglaterra?

Llegué a Londres el pasado 9 de febrero. Hace ya ocho meses que estoy viviendo aquí y todavía miro atrás y no me creo que me haya atrevido a dar este paso. De todas maneras, creo que tras tantos años viviendo en Menorca, me hacía falta instalarme en una gran ciudad. Recuerdo que cuando bajé del avión sentí mucho frío, fue una sensación similar a la que tuve al aterrizar en Menorca tras el viaje desde Cuba. Un amigo inglés vino a buscarme al aeropuerto y conseguí entenderme con él chapurreando algo de inglés.

¿No dominaba el idioma?
No. Durante el viaje en avión solo tenía un pensamiento en la cabeza. No sabía cómo iba a desenvolverme en inglés. Había estudiado el idioma en el Instituto, pero no lo había hablado nunca. Por ello, una de las primeras cosas que hice al llegar aquí fue apuntarme en una academia.

A pesar de todo, encontró trabajo fácilmente...
Sí, tuve mucha suerte. Tan solo dos semanas después de llegar a Londres superé una entrevista de trabajo en inglés para trabajar en una cadena especializa en comida rápida como sándwiches, ensaladas y sopas llamada "Pret a Manger" . Recuerdo que la noche antes me puse a estudiar todas las posibles preguntas que me podían hacer y a memorizar las respuestas que debía dar. ¡Por eso durante la entrevista parecía que conocía mejor el idioma! Después tuve que pasar un día trabajando con ellos y es entonces cuando deciden si vales o no. Afortunadamente, tuve suerte y me dieron el trabajo.

¿Dónde reside?
Aterricé en Londres con unos pocos ahorros y con un hostal donde podía quedarme a dormir durante 21 días. Allí compartía habitación con otros tres chicos y era tan pequeña que no podíamos estar de pie los cuatro al mismo tiempo. De los tres compañeros que tenía, dos roncaban y el otro no hacía más que quejarse de los ronquidos. Eso, sumado a las sirenas de las ambulancias que pasaban durante la madrugada, provocó que pasara las primeras noches observando el techo y echando de menos mi cama y el silencio isleño. La verdad es que los primeros días solo pensaba en volver a Menorca.

¿Mejoró esa primera impresión?
Sí, con el tiempo me acabé acostumbrando. De todos modos, no todo fue negativo: conocí a personas que me ayudaron mucho y llegué a hacer amistad con mis compañeros de hostal. Nos cocinábamos los unos a los otros, nos ayudábamos con la compra e íbamos a la lavandería juntos.

¿Llegó a encontrar un piso?
Sí, conseguí una habitación en un barrio llamado Stockwell y, a pesar de estar ubicado en el centro de Londres, es un lugar más o menos tranquilo, donde no hay mucho ruido. Comparto piso con otros compañeros porque vivir solo en Londres es casi imposible. Por una habitación doble pago más que por mi casa en Menorca, aunque es cierto que los sueldos son más altos aquí.

¿Se ha habituado a las costumbres británicas?
Después de ocho meses aquí, aún no me he adaptado a la mayoría de ellas. Continúo comiendo a las 15 horas y cenando alrededor de las 22 horas. Por otro lado, intenté empezar a tomar el té, pero no es lo mío. Cuando voy con mi amigo inglés a tomar algo, él siempre se pide un té y yo un chocolate caliente. ¡Tal vez con el tiempo me acabe gustando!

¿Qué es lo que más le gusta de Londres?
Es una ciudad en la que siempre tienes algo diferente que hacer, algún lugar que visitar, nunca te aburres. Los fines de semana salgo temprano con los amigos y no vuelvo a casa hasta la noche. Nos pasamos el día "turisteando". Por el contrario, no soporto el ruido de la gran ciudad.

¿Cuáles son sus planes de futuro?
Ahora que ya estoy asentado en Londres, mi intención es quedarme aquí algunos años con el objetivo de conseguir un buen nivel de inglés. A largo plazo, me gustaría estudiar una carrera y después me gustaría volver a Menorca. Creo que una vez has pasado más de un año viviendo en la Isla, Menorca te atrae y siempre quieres volver. Además, echo de menos a la familia y a mis amigos. Los viernes por la noche nos reuníamos para ver Los Simpson, jugar a las cartas y cenar unos nachos caseros.

¿Qué otras cosas añora de Menorca?
Las visitas diarias de mi padre, ir a ver a mi madre, mi hermana y mis sobrinas, salir corriendo con la botella de gin en la mano a la fiestas, ir al Chivito y después al Shespir a tomar una sangrías bajo el sol de Es Castell, los platos de comida de Cely, Ino y Amparo, que son mi familia menorquina. También añoro jugar a baloncesto en la Plaça Eivissa y el ambiente del CD Alcázar. En definitiva, echo de menos todas aquellas cosas que han formado parte de mi vida durante los últimos doce años.

¿Sus padres tienen previsto quedarse en la Isla?
Sí, creo que Menorca ya es su casa. Mi madre me comentó una vez que ella quería volver a Cuba en un futuro porque allí viven gran parte de sus amigos y familia. No obstante, dudo que ahora piense del mismo modo porque ahora vive con mi hermana y mis sobrinas y se siente mucho mejor. Por su parte, mi padre es ya un menorquín más, no creo que se pudiera volver a acostumbrar a la vida en Cuba.


Sugerencias para la sección
"Menorquines en el mundo"
e-mail: msola@menorca.info