Experto. Es el coordinador de Salud Mental del Área de Menorca - a.l.

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El doctor Antonio Liñana es el coordinador de Salud Mental del Área de Salud de Menorca. Trabaja en la Unidad de Hospitalización Breve y en el Hospital de Día del Servicio de Psiquiatría del Hospital Mateu Orfila, donde esta tarde (20 horas) ofrece una charla sobre el trastorno bipolar.

¿Qué es el trastorno bipolar?
Una enfermedad crónica que cursa con episodios agudos de descompensación de sus síntomas que alternan con periodos en los que el paciente puede llegar a estar completamente normal en todas las facetas de su vida. Los síntomas en las descompensaciones pueden variar completamente de un episodio a otro, pasando de una fase depresiva a otra con predominio de la euforia desmesurada; así pues, lo que se produce en el trastorno bipolar es una alteración de los mecanismos biológicos que regulan el estado de ánimo.

¿Cuál es la incidencia de los hábitos de vida en el desarrollo de la enfermedad?
El tratamiento fundamental es farmacológico, con diferentes grupos de medicamentos que han demostrado su eficacia en el control y remisión de los síntomas así como en la prevención de recaídas; pero los fármacos solos son insuficientes; es necesario que el paciente sea capaz de mantener una serie de hábitos que le ayuden a mantenerse libre de síntomas (eutímico). Estos comportamientos o hábitos saludables constituyen el objeto de la charla de hoy.

¿Debe una persona bipolar controlar mejor sus hábitos saludables que una persona que no sufre este problema?
Hay una serie de comportamientos que son recomendables para todos los ciudadanos. De lo que se trata en las diferentes enfermedades es de identificar aquellos hábitos específicos que pueden modificar su curso evolutivo (mejorando el pronóstico y evitando las recaídas). Entre las recomendaciones específicas para estar y vivir mejor en el trastorno bipolar, en la charla trataremos en profundidad la importancia de evitar el consumo abusivo de drogas, tanto legales (alcohol, cafeína, tabaco...) como ilegales (cannabis, cocaína...); la necesidad de mantener un ritmo de vida y horarios regulares en diferentes áreas (sueño, trabajo, ocio, alimentación, ejercicio físico); importancia de cumplir adecuadamente el tratamiento farmacológico; cómo afrontar y manejar el estrés; y cómo detectar precozmente el inicio de nuevos episodios (tanto maniacos como depresivos). Llevar a la práctica estos hábitos va a ayudar, a la persona que sufre una enfermedad bipolar, a mantenerse estable y con menos riesgo de recaídas.

¿Cómo debe abordar su entorno las relaciones afectivas, cómo se debe transmitir el apoyo?
En general, el entorno más cercano al paciente debe entender y aceptar que los cambios en el estado de ánimo o los comportamientos anómalos de su hijo, esposa, padre, hermana o amigo que sufren un trastorno bipolar son consecuencia directa de la enfermedad y frecuentemente síntomas de la misma. Por tanto no debemos negar la enfermedad ni atribuir los síntomas a la voluntad del paciente; por ejemplo: no acusar de "vago o dormilón" a un paciente que durante la fase depresiva apenas puede levantarse de la cama. En el extremo opuesto, estarían las familias que tienden a interpretar cualquier cosa que haga o le suceda al paciente en clave de enfermedad.

¿Cómo es el mejor modo de ayudar al enfermo?
En los periodos en que el paciente esté asintomático los familiares y amigos deberían tratar al paciente bipolar como a cualquier otra persona, pero sin perder de vista la necesidad de que su amigo o familiar necesitan tomar unos medicamentos (como lo hace un diabético, un hipertenso...)y que deben ayudar a facilitar el cumplimiento tanto del tratamiento farmacológico, como de los hábitos que mejoran su salud.

¿Cuál es el actual estado de conocimiento de la dolencia y su tratamiento?
El trastorno bipolar tiene una base biológica que se fundamenta en una predisposición genética a padecer el trastorno. En cuanto al tratamiento farmacológico, a los ya clásicos reguladores del estado de ánimo cada día se incorporan nuevos fármacos eutimizantes, antipsicóticos y antidepresivos. Se ha perfilado y definido el papel de los tratamiento psicológicos y el nivel de efectividad de las diferentes técnicas. En la última década el conocimiento científico de la enfermedad bipolar ha experimentado un avance importante. Conocemos mejor las causas de la enfermedad, los factores que inciden en su curso evolutivo y en su pronóstico; se han abierto nuevas perspectivas en el tratamiento. El número de investigaciones, estudios, publicaciones, congresos y reuniones científicas al respecto se ha incrementado exponencialmente. Gracias a ello, las perspectivas futuras son inmejorables.