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El tribunal del jurado de la Audiencia Provincial de Baleares presidido por el magistrado Eduardo Calderón ha condenado a 20 años de cárcel a la acusada de matar a su hijo de 9 años y ocultar el cadáver en una maleta en Menorca, Mónica Juanatey, tras considerarla culpable de un delito de asesinato con el agravante de parentesco.

El jurado popular declaró a la acusada el pasado 25 de octubre culpable de un delito de asesinato y de causar de forma intencionada la muerte de su hijo y la Fiscalía mantuvo su petición de 20 años de prisión, lo que ha sido atendido por el juez al emitir su sentencia. Mientras, la defensa solicitó que la pena fuera impuesto "en el grado mínimo de su expresión", esto es, 15 años de prisión.

El jurado tuvo en cuenta la "contundencia" del informe forense, que señala que "no hay ningún motivo que justifique ni la enfermedad psiquiátrica, ni la amnesia".

Así, el tribunal del jurado considera probado que en julio de 2008, Juanatey, siendo consciente de que el resto de los moradores del piso se encontraban en su trabajo, aprovechó para preparar un baño a su hijo y una vez que el niño se encontraba dentro de la bañera, le ahogó con la intención de acabar con su vida.

De este modo, señala que la acusada, para ahogar a su hijo y causarle la muerte, "actuó de forma súbita, sorpresiva e inesperada, lo que evitó toda posibilidad de defensa del niño".

Además, el tribunal del jurado considera que hubo alevosía, dado que la acusada aprovechó que el niño, "confiado y sin esperarse en modo alguno lo que iba a suceder, estaba ya metido en la bañera para, de forma sorpresiva y totalmente inesperada para el menor, sujetarle la cabeza con su mayor fuerza y sumergirlo en el agua manteniéndolo así hasta llegar a la asfixia total, de modo que las posibilidades de defensa quedaron por completo eliminadas".

Por otra parte, el tribunal recuerda que el jurado ha rechazado que la acusada, cuando se produjo la muerte tuviera sus facultades psíquicas completa o parcialmente afectadas o anuladas y, en esta línea, indica que el jurado, para justificar la falta de cualquier trastorno psíquico en los "rotundos" informes de los cinco médicos forenses que por activa y por pasiva negaron que existiera tal trastorno".

Así, apunta que los forenses negaron tajantemente que Juanatey padeciera la "fugaz y selectiva amnesia".

Por otro lado, el tribunal asegura que el "reproche" no ya jurídico, sino social a una madre que mata "intencionadamente" a su hijo y aún más si éste tiene solo 9 años, "es mayor que el que cabría referir respecto de otros parentescos".

"Si a ello unimos la conducta posterior de la acusada de cómo se deshizo del cadáver y cómo hacía creer que el niño seguía vivo, así como los rasgos psicopáticos significados por los médicos forenses, se considera que debe imponerse la pena en el límite máximo de dicho marco penal y se fija en 20 años de prisión", ha señalado.

Finalmente, el tribunal del jurado recuerda que contra esta resolución, cabe interponer un recurso de apelación ante el Tribunal Superior de Justicia de Baleares, en el plazo de diez días.

Cabe recordar que el jurado popular declaró, por mayoría de ocho a uno, culpable de un delito de asesinato y de causar de forma intencionada la muerte de su hijo a Mónica Juanatey. Además, siete miembros del jurado consideraron que hubo alevosía en el asesinato, frente a dos miembros que han entendido que no la hubo.

Cabe destacar que la Fiscalía mantuvo al finalizar el juicio contra Juanatey su petición de 20 años para la acusada, quien manifestó ante el jurado popular encargado de juzgarle que no recuerda cómo falleció el niño, si bien se considera responsable de los hechos puesto que "no había nadie más" en la vivienda y descartó que éstos sucedieran de manera accidental.

Juanatey subrayó que no tenía ningún motivo para hacerle desaparecer como tampoco había pensado nunca en esa posibilidad, aunque sí recordó que, tras su fallecimiento, estuvo "un buen rato con él, unas dos o tres horas, llorando", para después meterle en la maleta "con las cosas que siempre llevaba consigo". Un maletín de viaje de color rojo que, cuando le fue exhibido, reconoció al instante mientras sollozaba.

A preguntas de su abogado, la acusada aseguró no saber por qué no llamó a los servicios médicos ni a la Policía. Según apuntó, los hechos sucedieron en el momento transcurrido entre que ella lo introdujo en la bañera para lavarle y subir a la cocina para "recoger los cacharrillos de la cena", tras lo cual volvió a bajar al baño y vio al niño ya fallecido.