Campello. El menorquín junto a su esposa, Ana Cristina, con quien tiene tres hijos

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Nació en el antiguo hospital del Cos de Gràcia y pasó los primeros años de su infancia en Menorca, aunque la familia de Daniel Campello Lluch (Maó, 1972) se trasladó posteriormente a Elche (Alicante). Sin embargo, regresaban a menudo a la Isla para visitar a la abuela y a los tíos maternos. Campello estudió Pedagogía, pero siempre se ha dedicado al marketing. Primero en Dublín, donde trabajó durante un año para la empresa Marketing Partners, y al regresar a España, le ofrecieron un puesto en Telefónica Movistar.

La expansión de la compañía le llevó hasta la ciudad mexicana de Monterrey en el año 2002. Su estancia debía ser de seis meses, pero se prolongó durante tres años. En ese tiempo, se casó con Ana Cristina Buhl Díaz, y cuando llegó el momento de volver a España, el menorquín decidió dejar la empresa y quedarse en México. Tardó solo dos meses en encontrar un nuevo trabajo en una cadena de supermercados norteamericana, donde actualmente ocupa el cargo de director de marca blanca.

Vivió en Menorca hasta los tres años. ¿Guarda algún recuerdo de su infancia en la Isla?
Claro, me acuerdo del Colegio La Salle de Maó, donde íbamos a recoger a mi hermano a la guardería y de nuestra casa de la calle Doctor Orfila, así como del chalet que teníamos en Punta Prima.

¿Sus padres son menorquines?
Mi madre, Apolonia Lluch Mesquida, es de Ciutadella. Es hija de Jaime Lluch Monjo y de Montserrat Mesquida. Mi padre, Jaime Campello Lloret, es natural de Santa Pola (Alicante). Ellos se conocieron en Trípolí (Libia) y cuando Muamar Gadafi dio el golpe de estado decidieron instalarse en Ciutadella, aunque poco después se trasladaron a Maó.

¿Qué hacían ambos en Trípoli?
Al acabar la carrera de Medicina, mi padre puso un anuncio en una revista de medicina internacional ofreciéndose para trabajar. Le dieron un trabajo en Trípoli, donde mi madre había ido a cuidar de los hijos de un médico ciutadellenc.

Su padre era oftalmólogo ¿Encontró trabajo en Menorca?
Sí. Tenía una consulta privada en la Plaça Esplanada de Maó y también trabajaba en el Hospital Verge del Toro. En aquella época, era el único oftalmólogo de toda la Isla.

¿Por qué decidió su familia trasladarse a Elche?
Mi hermano era asmático y, por tanto, lo más recomendable era que viviera en un clima menos húmedo. Además, mi padre encontró plaza en el hospital de Elche, donde trabajó como encargado del departamento de Oftalmología. De todos modos, volvíamos a Menorca la mayoría de veranos y durante las fiestas navideñas para ver a la familia. Mi abuela vive en Ciutadella, así como también sus dos hijas: Maria Rosa, casada con Matías Torrent, y padres de Mariona y Marta, y Antonio, casado con Juana Taltavull y padres de Toni, Joan, Nina y Josep.

Por tanto, imagino que cada verano estaba deseando regresar a la Isla....
Sí! Me encantaba ir a Ciutadella. Al chalet de Cala en Blanes, a las calas, al puerto y a las fiestas de Sant Joan. Tengo grandes recuerdos de aquella época y guardo muy buenos amigos, entre ellos Marc Oleo Torres.

¿Por qué continuó sus estudios superiores en Navarra?
Mi hermano ya estudiaba allí y yo quería hacer la carrera de Periodismo y la Universidad de Navarra era la mejor en este campo. Por ello, en 1991 me fui a Pamplona y empecé un curso puente en Pedagogía con la idea de cambiarme a Periodismo. Sin embargo, la carrera de Pedagogía me gustó y nunca la dejé.

No obstante, nunca ha ejercido en este ámbito...
En la época en la que finalicé mis estudios no era fácil encontrar trabajo como pedagogo y el que ofrecían estaba mal remunerado. En tercero de carrera comencé a realizar cursos sobre el entorno empresarial y me gustó especialmente uno orientado al marketing que, finalmente, acabó decantando mi orientación profesional. Al acabar Pedagogía me fui a Madrid a trabajar en el departamento de marketing de la empresa Bausch & Lomb, donde estuve seis meses. Después decidí marcharme a Irlanda.

¿Fue su primera experiencia en el extranjero?
Sí. Me quedaban seis meses para empezar el servicio militar así que opté por marcharme a Dublín para aprender inglés. Al principio me costó porque no estaba acostumbrado a hablar en inglés todo el día y me cansaba mucho, pero con el tiempo me fui soltando. Hoy doy gracias por aquella época en Irlanda porque a día de hoy paso el 40 por ciento de mi tiempo hablando inglés. Además, fue una experiencia genial, conseguí valerme por mi mismo e hice grandes amigos. Durante mi estancia en Irlanda trabajé en un supermercado reponiendo productos, con lo que me ganaba un dinero para mantenerme sin pedir dinero a mis padres y para darme algún lujo.

Regresó a Alicante...
No. En mayo empecé el servicio militar en El Ferrol (La Coruña) y durante aquella época estudié un master a distancia en marketing y ventas en la Escuela Internacional de Negocios CEREM.

¿Prosiguió después su formación?
Sí. Volví a Alicante y realicé un master en dirección de empresas en Fundesmen-ICADE. Fue una experiencia muy intensa, difícil y exigente, pero me dio un conocimiento generalista sobre el entorno empresarial que me ha permitido trabajar en varios puestos y áreas, en varias empresas y en varios continentes de manera muy exitosa.

¿Qué le empujó a volver a Dublín?
Antes de finalizar el master hice algunas entrevistas, pero éramos muchos candidatos para un mismo puesto. Recuerdo en concreto que para una oferta nos presentamos más de 500 personas. Los procesos de selección eran largos y tediosos y los sueldos que ofrecían eran muy bajos. De este modo, decidí mandar mi currículum a otros países.

¿Hubo suerte?
Envié más de 1.000 currículums por carta a Estados Unidos, Gran Bretaña, Irlanda y Australia y, poco después, me comenzaron a llegar ofertas de empleo. De donde más interés mostraban era de Irlanda, así que ni me lo pensé. Al cabo de dos semanas ya estaba allí de nuevo. Se ha de tener en cuenta que, en aquella época, Irlanda estaba en auge desde el punto de vista económico y había mucha necesidad de trabajadores cualificados. Era antes de la entrada en vigor del euro y como Gran Bretaña no quiso entrar en la moneda única, la mayoría de los corporativos de Norteamérica se ubicaron en Irlanda. En este sentido, también es importante destacar la ascendencia irlandesa de muchos de los dueños de esas grandes empresas y los apoyos gubernamentales, que iban desde dar préstamos a fondo perdido a regalar los terrenos o a desgravar una parte importante de los impuestos.

¿Donde encontró trabajo?
En una empresa llamada Marketing Partners como consultor de marketing. Teníamos como clientes a las grandes corporaciones que se estaban implantando en Irlanda y nos dedicábamos a hacer proyectos para ellos como estudios de satisfacción de clientes, análisis de la competencia, investigaciones de mercados o planes de capilaridad. La verdad es que aprendí a trabajar para otros, a hacerlo en equipo y en inglés.

¿Cuanto tiempo estuvo en Irlanda?
Más o menos un año. Desde julio de 1999 hasta julio de 2000. El primer mes me instalé en un bed & breakfast y, posteriormente, me mudé a una casa donde conviví con dos irlandeses en el barrio de Raheny. Eso hizo que mejorara rápidamente mi nivel de inglés y, además, aproveché para visitar Escocia, Inglaterra, Irlanda del Norte o Gales. De hecho, cumplí uno de mis sueños: asistir a un partido de rugby del torneo Cinco Naciones entre Escocia y Francia. ¡Fue realmente espectacular!

¿Por qué regreso a España?
Ya llevaba un año en Irlanda y había conseguido la experiencia y el nivel de inglés necesario. Tenía ganas de volver y incorporarme al mundo laboral en España. Tuve que enfrentarme de nuevo a fuertes procesos de contratación, pero uno de ellos dio buen resultado y me contrataron en el departamento de marketing de Telefónica Movistar como "product manager". Fue un momento de esplendor y pude crecer rápidamente a la vez de seguir aprendiendo. La empresa buscaba seguir creciendo y para ello lanzó una Oferta Pública de Venta (OPV) y se dedicó a comprar otras operadoras de telefonía móvil. Adquirieron una operadora en Monterrey, al norte de México y me ofrecieron la posibilidad de irme allí por un periodo de seis meses.

¿No tuvo dudas?
Ofrecían una buena remuneración y el poder crecer en responsabilidad. Nunca había oído hablar de la ciudad de Monterrey y tampoco había estado en México, pero me llamó la atención, me informé y decidí aceptar. Por otro lado, siempre he sido muy aventurero. Era consciente de que era una decisión importante, ya que dejaba todo en España, pero tenía 29 años y pensé que si no iba bien, siempre podía volver.

¿Cuando aterrizó en México?
El 3 de mayo de 2002. Llegué con las maletas llenas de ilusión. Monterrey me pareció una ciudad grande y muy americanizada. De hecho, está a tan solo dos horas de la frontera con los Estados Unidos y es la segunda ciudad en importancia del país. En este sentido, se compara un poco con Barcelona, especialmente por su tejido industrial. En cuanto al trabajo, había mucho por hacer, pero éramos un equipo muy joven y con mucha ilusión. Además, era la primera vez que iba a tener gente a mi cargo.

¿Cuál era su función exactamente?
Era responsable de la oferta de planes y de servios de Telefónica. La empresa se enfrentaba a un gigante, Telcel, con más del 95 por ciento del mercado y cuyo dueño, Carlos Slim, era el hombre más rico del mundo. Había que retar su liderazgo así que, con el apoyo de nuestros compañeros de Madrid, empezamos a diseñar planes atractivos para conseguir nuevos clientes. Poco a poco empezamos a ganar cuota de mercado, hoy en día, Telefonica Movistar ha alcanzado el 25 por ciento.

¿Qué tal la vida en Monterrey?
La clave fue que llegué con actitud positiva. Te llevas sorpresas, ves contrastes, pero con esa "buena vibra", como dicen aquí, todos los obstáculos se vencen.

¿Le sorprendió alguna cosa en concreto?
¡Sí! Desde el hábito de comer cualquier cosa con chile, hasta que cuando se despiden te dicen "ándale bye". También me impresionó el hecho de que comen gusanos del magüey o saltamontes, así como la cultura del "ahorita". ¡Cuando te dicen eso pueden pasar unos años! Sin embargo, al cabo de un tiempo te ves y te escuchas haciendo y diciendo las mismas cosas y eso quiere decir que te has tropicalizado.

¿Donde residía durante aquella primera época?
La verdad es que vivía a caballo entre Monterrey y México DF ya que, al poco de llegar, Telefónica compró otro operador, Pegaso, en la capital. Tenía dos habitaciones de hotel, una en cada ciudad, que nunca dejaba. Tengo que reconocer que fue una época muy estresante, pero extremadamente formativa y muy motivadora. ¡Tomaba decisiones de millones de euros! Me acuerdo que el presupuesto de marketing era de más de 75 millones de euros anuales. Era una oportunidad que en España hubiera tardado mucho tiempo en presentarse y había que aprovecharla.

¿Hay mucha diferencia entre Monterrey y México DF?
Sí. México DF es demasiado grande, tiene más de 30 millones de habitantes y es el centro económico de Latinoamérica. Su oferta cultural es espectacular, pero la ciudad es un tanto insegura. En cambio, Monterrey es mucho más pequeña, más tranquila y con una oferta cultural mucho más reducida.

¿Donde conoció a su mujer?
En el trabajo. Ana Cristina era becaria y empezamos a trabajar juntos. Nueve meses después, el corporativo se trasladó a México DF y ella, junto a otro compañero, se desplazó con nosotros. Nunca habíamos salido juntos, pero debo admitir que me gustaba mucho. La primera noche en México DF salimos a cenar todo el equipo y, al finalizar, me comentó que solo se iba a quedar 15 días en la capital, ya que debía volver a Monterrey. Eso me empujó a sacar a relucir mis dotes de seductor y, finalmente, un año y tres meses después, nos casamos.

Pero su estancia en México era temporal...
Sí. Aunque en un primer momento debía estar tan sólo seis meses, mi estancia se prolongó tres años. El verano de 2004 finalizó mi periodo de cesión y tenía que volver a Madrid. Sin embargo, estaba recién casado y durante aquella época había aprendido a tomar decisiones y había crecido mucho en todos los aspectos. Telefónica Movistar me ofrecía volver al mismo lugar de donde había salido tres años antes y no me convenció la idea. También me ofrecieron la posibilidad de ir a Colombia, Ecuador o Venezuela, pero yo quería quedarme en Monterrey, de donde es originaria mi esposa, y por ello decidí dejar la empresa y buscarme la vida.

¿Salió bien?
Sí. En menos de dos meses y medio ya estaba trabajando para Howard Edward Butt Grocery and Co, una cadena de supermercados norteamericana. Es una empresa privada que factura más de 12. 000 millones de euros al año. Por su origen americano, se cuida mucho la calidad de vida de los trabajadores. Yo entro a las 8 y a las 13 horas salgo a comer. Vuelvo a las 15 horas y a las 18 horas ya salgo. Empecé a trabajar como gerente de marca blanca, después me ascendieron a gerente de compras y a día de hoy soy director de marca blanca.

¿En qué consiste su trabajo?
Desarrollo nuevos productos para todas las áreas de la empresa y también me dedico a promover los artículos que ya existen en el lineal. Es una labor muy divertida ya que estás en contacto con todas las áreas de la empresa. Además, viajo continuamente a la sede que está ubicada en San Antonio (Texas) y asisto a ferias en Europa, Asia y América.

¿En qué zona de la ciudad vive?
En San Pedro Garza García. Es el barrio con mayor poder adquisitivo de México y, probablemente, de toda Latinoamérica. Se podría decir que es parecido al barrio barcelonés de Pedralbes. Está rodeado de montañas, tiene 160.000 habitantes y es un lugar muy tranquilo, ideal para criar a los niños.

¿Qué es lo que más le gusta de Monterrey?
Su gente. Son excesivamente educados y muy afectuosos, siempre tienen buena cara. Además, son personas nobles, alegres y muy sociables, siempre que pueden te ayudan y son también algo celosos o envidiosos. Son sumamente creyentes, su Virgen de Guadalupe lo cura todo. Una reunión con ellos es una clase de optimismo muy contagiosa.

Parece sentirse muy a gusto en México...
Sí, aunque la ola de inseguridad que hemos padecido en los últimos seis años ha sido muy dura e incluso ha afectado a algunos amigos cercanos, que han sufrido robos o secuestros. Monterrey era una de las ciudades más seguras de México, pero la situación se llegó a complicar bastante.

¿Cuál fue la causa de este incremento de la inseguridad?
México pasó de ser un país exportador de droga a ser un país consumidor, ya que subió el poder adquisitivo y comenzó una guerra por ganar territorios. La ola de violencia más cruda se dio en el noreste del país, en Tamaulipas y Nuevo León. Los temibles "Zetas" se separaron del Cártel del Golfo y a todos nos pilló en medio. Por otro lado, el expresidente, Felipe Calderón, intentó hacerles frente y se armó la de San Quintín en todo el país. Por su lado, Estados Unidos vende armas de manera indiscriminada a quien sea y, por ello, acaban en manos de estos indeseables.

¿La situación ha mejorado?
Sí. Parece que la ola de inseguridad esta controlada. Las organizaciones criminales llevan en guerra tres años y muchos de sus integrantes han fallecido. Además, el Ejército ha realizado un trabajo sublime. Ojalá que con el nuevo presidente, Enrique Peña Nieto, esto mejore definitivamente.

¿Nunca se plantearon volver a España?
Lo pensamos cuando la inseguridad llegó a su punto álgido pero la situación ha mejorado y ahora estamos muy contentos en Monterrey. Tenemos un grupo de amigos muy majos y los padres de Ana viven aquí. Además, España no está ahora como para volver. Está claro que me gustaría viajar a España más a menudo, por ejemplo, dos veces al año, pero ahora hay que dedicarse a los niños, que aún son muy pequeños. De momento, viajamos una vez al año a España, alternando Elche y Menorca. También solemos dejar a los niños con la abuela y, una vez al año, viajo con mi mujer a algún otro país.


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