Reconocimiento. Fernando Moreno Barea, junto a los documentos y objetos existentes en el museo - A. M. O.

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El tiempo pasa rápido pero la memoria no se borra. El Museo Barea de la Residencia Militar de Maó sigue aumentando sus fondos gracias a donaciones y aportaciones altruistas. Entre los últimos documentos recopilados desde 1996 por el guardia civil en la reserva Fernando Moreno Barea destaca una fotocopia con sello oficial del informe realizado por el Juzgado Militar de Barcelona sobre la tragedia de la batería de 381/45 Vickers de Llucalari, el 26 de junio de 1953, en el que murieron 23 militares y otros ocho resultaron heridos.

Aquel trágico accidente sigue aún vivo en la memoria de las familias menorquinas que sufrieron el dolor de la pérdida de seres queridos y causó además una profunda consternación en toda la Isla. El documento recoge la naturaleza y causas del accidente, los interrogatorios y pruebas practicadas, así como recomendaciones para evitar los errores que se produjeron. El informe señala que se produjo una "deflagración de los saquetes de la carga de proyección entre la puerta estanca y las cámaras de tiro" a las 12.15 horas del 26 de junio. La causa posible apuntada por la comisión militar designada por el Ministerio para averiguar el origen de la tragedia fue el "desparramiento de la pólvora negra en la jaula del ascensor" que se incendió por algún roce debido a su alto grado de inflamación.

Destaca igualmente la incorporación de un libro de ingreso a la Policía Armada de 1928 y otro que contiene el antiguo código de justicia militar de 1890. Asimismo, el museo suma una pequeña colección de billetes de la República. El más antiguo de una peseta data de 1937. Como curiosidad ha incorporado una radiografía de la mano de la Reina Doña Crisitina tomada durante la visita que realizó al Laboratorio del Material de Ingeniería de Madrid, el 27 de abril de 1900.

También destaca la hoja de servicio en el ejército alemán del sargento de Infantería Domingo Peral Macías fechada en septiembre de 1943 y la licencia de servicio concedida a un soldado de Castellón, el 31 de junio de 1886, entre otros documentos y libros más recientes. "Todo lo que me traen o entregan al museo me gusta, no hay ninguna diferencia, todas las piezas son igualmente importantes para mí", explica Fernando Moreno Barea, quien muestra orgulloso las 354 firmas del libro de visitas al museo que inició en agosto de 2003. "Hay desde generales de brigada, hasta coroneles, personal de tropa y turistas", apunta. La mayoría de las rúbricas incluyen un público reconocimiento a la desinteresada labor de recopilación de la historia militar que desde hace 16 años lleva a cabo este guardia civil en la reserva.