Sant Jeroni. El edificio de dos plantas ubicado en el número 10 de esta calle se convertirá en un hotel de siete habitaciones - Paco Sturla

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El núcleo histórico de Ciutadella es uno de los grandes atractivos turísticos de Menorca más allá de sus increíbles playas. Hasta hace unos años, resultaba prácticamente imposible que un turista se hospedara en este espacio, ya que no existían establecimientos hoteleros que lo permitieran. Desde hace algo más de dos años, sin embargo, tres pequeños hoteles han abierto sus puertas en este emplazamiento, y en breve se sumará un cuarto.

El Ayuntamiento de Ciutadella aprobó el pasado mes la licencia de obras para convertir en un hotel de siete habitaciones el edificio ubicado en el número 10 de la calle Sant Jeroni. El promotor es el mismo que ya regenta otro establecimiento con seis habitaciones cerca de esta ubicación. Otra empresa gestiona otros dos negocios similares, uno en pleno centro histórico y otro a escasos metros de la Contramurada. Su denominador común es ser establecimientos pequeños, con un máximo de ocho habitaciones, y que ponen en valor el encanto de los edificios antiguos de la ciudad.

Cuatro hoteles en pocos años, más quizás un quinto en el edificio de Can Faustino, confirman la tendencia de la apertura de establecimientos más personales que los grandes negocios de las urbanizaciones. Y esta oferta ha tenido una muy buena acogida entre los clientes. En verano, apunta uno de los responsables de estos establecimientos, las 19 plazas existentes en los tres hoteles actuales "son ridículas porque hay mucha demanda". Así, entiende que hay cabida para más establecimientos de este tipo, e incluso apunta a que la ampliación de la oferta sería positiva.

Ahora bien, mantener un negocio de estas dimensiones no es fácil. Un hotel tiene unos gastos fijos que, en el caso de establecimientos pequeños, deben compensarse con los ingresos de las escasas habitaciones de las que se dispone. Por poner un ejemplo, el sueldo de un recepcionista que un gran hotel puede cubrir con diversos centenares de habitaciones, en el caso de estos establecimientos debe costearse con los ingresos de menos de una decena de huéspedes.

"Es un negocio viable si estás disponible 24 horas al día y 365 días al año y si te implicas mucho más que en un hotel convencional", aseguran los promotores. Quizás esto explica que precisamente cada una de las empresas que gestionan este tipo de negocios vaya a disponer en breve de dos establecimientos, para así contar con más ingresos para mantener los costes fijos.

Además, estos establecimientos se sirven de la oferta complementaria existente en el municipio. Restaurantes, bares, excursiones... "Nuestros clientes quieren que les asesoremos, que les guiemos, y por eso valoran mucho que seamos naturales de Ciutadella y de Menorca, que la conozcamos. Agradecen este trato personal y, de hecho, lo buscan desde el momento en que escogen un hotel como el nuestro", comentan.

Si la iniciativa es mínimamente rentable, sobre todo en verano, la pregunta a formular sería por qué no hay más hoteles de este tipo en pleno centro de Ciutadella. La respuesta la ofrecen los propios gestores, al asegurar que "para abrir un establecimiento de este tipo se necesita una inversión muy elevada y muy difícil de amortizar, porque el precio de los edificios en el centro de la ciudad son muy elevados, los alquileres también, y hacer un proyecto que encaje en la normativa vigente también".

De hecho, cabe recordar que además de los tres hoteles ya abiertos y el que aprobó el pasado mes el Ayuntamiento, se proyecta la conversión de Can Faustino en un hotel de lujo, e incluso se planteó la conversión en hotel de una parte de Cas Comte, aunque esta iniciativa parece encallada por las desavenencias entre las expectativas del promotor y las limitaciones del Plan Especial.

"Queremos crear un producto, sobre todo en invierno, porque sin producto no habrá demanda", apuntan gestores de estos hoteles. Pero para que el producto sea completo, no basta con poner habitaciones a disposición de los potenciales visitantes que desafíen las pocas conexiones aéreas y sus elevados precios. "Algunos clientes se nos quejan de que no hay restaurantes abiertos, o comercios dónde ir a comprar", explican.