Cantando bajo la lluvia. Unos 150 alumnos de la escuela de danza Ute Dahl lograron colorear la noche con un bonito baile de paraguas - Gemma Andreu

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Si alguna vez ha soñado con vivir en el país de las maravillas, volar como los pájaros, o como Aladín, con compartir aventuras con Phineas Flynn y Ferb Fletcher en el pueblo de Danville, o con saborear la dulce vida de una estrella musical, no dude en hacer realidad su fantasía. Estos días son su oportunidad.

Así es como ayer muchos dieron rienda suelta a su imaginación para conseguir dejar al público con la boca abierta. Y, sin duda, lo consiguieron.

Menorca vivió una auténtica jornada carnavalesca que, demostró, una vez más, que el ambiente y la fiesta ganan el pulso al frío y la pereza. Transformarse y metamorfosearse era el objetivo del día, y si además se acompañaba de un buen ambiente y la valoración del público, la fiesta estaba asegurada.

"I'm singing in the rain, just singing in the rain, what a glorious feel and I'm happy again, I'm laughing at..."

Lo más probable es que si usted decidió observar los disfraces de Maó se fuera a casa tarareando esta melodía del musical "Cantando bajo la lluvia". Y es que la escuela de danza Ute Dahl participó en el desfile aportando color, música y arte. Unos 150 alumnos, dotados de paraguas, con 'led' incorporada, ofrecieron unas llamativas coreografías en las que los parasoles danzaron en el aire. Se llevó el premio a la mejor comparsa, dotado con 250 euros.

Puede también que usted abandonara el centro de Maó con una media sonrisa al recordar los chistes recurrentes de Phineas y Ferb que, acompañados por sus amigos de aventura, no quisieron perderse la cita mahonesa. El trabajo y la originalidad les otorgó el premio a la mejor carroza, con un galardón valorado en 500 euros.

Fueron 17 los grupos que decidieron participar en el evento que, sin duda alguna, consiguió sorprender.

Michael Jackson reapareció y lo hizo multiplicado por 80 veces. Y es que Alba, Estudi de Dansa y sus casi cien alumnos se transformaron en esta estrella calcando al milímetros los difíciles movimientos que solía brindar a sus seguidores. Un gran homenaje.

Curioso fue el cambio sufrido por los usuarios de la Residència de Gent Gran del Consell que decidieron dejar atrás su edad y su estilo para tomar el reino de los 'hippies'.
El baile latino, de la mano de Assukar y la asociación Báilame, encorsetados en un ambiente hawaiano, no pararon de bailar y exhibir su arte.

También tuvo su presencia la reivindicación. El colectivo "Així no" se disfrazó de carretera, de asfalto, para rechazar el proyecto de la carretera general y sus rotondas. El humor también quedó plasmado en la carroza que llevaba por nombre "El país del circo".
De repente, a paso lento pero firme, aparecieron dos bellos elefantes. Avanzaban por la ladera de la calle, sin hacer demasiado ruido, subidos en unas plataformas de vértigo y moviendo perfectamente sus grandes orejas y la enorme trompa. El público no daba crédito a tal asombroso disfraz.

El mundo de Mario Bros, las geishas, unas fregonas gigantes, caníbales y osos, vaqueros y el país de Disney, entre otros, tampoco quisieron perderse la cita que, a pesar de presentarse gélida, no menguó las ganas de lucir y divertirse.

Pero, Maó no fue el único rincón de la Isla que cambió la realidad por la ficción.
En Alaior, unos globos aerostáticos se preparaban para sobrevolar el cielo isleño. Por su parte, el grupo musical infantil "Encanto" inspiró el disfraz de otro numerosos grupo.
Tazas, teteras, cucharas, cucharones, platos hondos, llanos, cuchillitos y tenedores llenaron calles y plazas. Fueron una quincena las carrozas y comparsas que decidieron ambientar la ciudad alaiorense.

En lo que respecto a Ferreries, y según comenta el corresponsal de 'Es Diari', Joan Janer, el desfile reunió un año más a muchísimas personas que desde su inició desfilaron por calles y plazas a ritmo de la banda de música y la banda de tambores. En un ambiente festivo llegaron a la Plaça de l'Oar donde tuvo lugar el gran baile de disfraces. Primero fue la Banda de Música y luego Pinyeta Pinyol. De disfraces hubo de todo color. Se celebró a su vez un concurso organizado por los demonios de Ferreries que, además de organizar la fiesta, también ofrecieron una 'torrada' para todo el público. Una vez más, según indica Joan Janer, el gran desfile carnavalesco para los más pequeños se convirtió en una gran fiesta de imaginación e ingenio.