Presentación. Pere Alzina, Martí March, Josep Cifré (Caixa Colonya) y Vicenç Arnaiz - Cris

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Si hubiera que hacer un chequeo al funcionamiento del sistema público de educación en Menorca, el diagnóstico sería positivo. Así lo considera el director del Anuario de la Educación en Balears 2012, Martí March. Ahora bien, esto no debe provocar ni conformismo ni acomodamiento, puesto que a pesar de que son muchas las cosas que funcionan bien, existen algunas amenazas a las que aún no se ha sabido hacer frente y que exigen una nueva actitud por parte de educadores y padres.

El psicólogo Vicenç Arnaiz considera que una de estas asignaturas pendientes es la detección de los problemas sociales de las familias, derivados básicamente de una pobreza creciente. "Tenemos dificultades para atender esto en las escuelas, nos es difícil percibir, por ejemplo, si un niño ha desayunado o no cuando viene a clase", sentencia. De hecho, Arnaiz asegura que hay situaciones realmente graves. "Durante las vacaciones escolares, sabemos que hay niños que no comen al mediodía", afirma. Una muy dura realidad para la que "faltan mecanismos de detección y reacción adecuados".

Aún con estas tareas pendientes, el sistema público educativo funciona. "Tiene sus problemas, y muchas veces se tiende, desde lo político y lo mediático, a destacar aquello que no funciona", afirma March. De hecho, sobre Menorca, el director del Anuario opina que "tiene una cierta estabilidad demográfica y una conciencia social sobre la importancia de la educación, además de una tradición pedagógica y unos equipos docentes consolidados". A pesar de ello, hay cosas a mejorar y actitudes a cambiar.

Así lo entiende el pedagogo Pere Alzina, quien defiende que "falta un rearme social en favor de la educación, que la realidad social reconozca la importancia de la educación no ya en sus primeras etapas, sino en los ciclos más avanzados de la educación primaria y sobre todo en la secundaria". Alzina solicita esta mayor implicación alegando que "existe un cierto desánimo entre el profesorado, sobre todo de Secundaria, ante la poca valoración social que se otorga a la educación en general. Existe una cierta relajación y resignación, y esto debe corregirse". El propio Alzina apunta que existen indicadores que permiten vislumbrar ya este cambio.

En la misma línea se expresa el director del Anuario, al explicar que "el objetivo de este documento, que ya va por su novena edición, era precisamente que la educación fuera una parte fundamental dentro de la sociedad balear, puesto que creo que ahora mismo no está valorada como debería ni situada en el lugar que se merece".

En este sentido, March cree que el Anuario "es una buena herramienta para mejorar nuestra autoestima educativa". Una actitud necesaria porque por la educación, defiende, pasa el futuro de esta sociedad.

"O mejoramos el nivel educativo o no seremos capaces de ofrecer respuestas a los retos del siglo XXI", sentencia. En este sentido, teme que la reforma educativa planteada por el Gobierno central cree un sistema demasiado elitista, si bien añade que "más que la reforma educativa, me preocupan los recortes económicos".

Ahora bien, sobre las reformas avanza que "nos veremos abocados en breve a una nueva reforma, porque cuando una ley no se consensua, se están poniendo las bases para que esta misma ley sea modificada. Y de las últimas tres reformas educativas, ninguna ha sido consensuada. Necesitamos un pacto de Estado de mínimos para ofrecer estabilidad y continuidad al sistema educativo. Además, una gran reforma educativa no significa que las cosas vayan a cambiar".