Crítica. Sarmiento denuncia el machismo imperante en pleno s.XXI - Archivo

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Periodista comprometida y luchadora infatigable por los derechos humanos, Carmen Sarmiento (Madrid, 1944) encarna muchos de aquellos valores que hoy día escasean en el mundo de la comunicación. Esta hija de mayo del 68, que formó parte del grupo de periodistas que alumbró en 1973 Informe Semanal y que trató de romper con el "lenguaje encorsetado" de la televisión pública de finales de la dictadura, reconoce que ahora "la gente ha perdido capacidad de lucha". Ello no le impide seguir pensando que "el cambio es posible a través de la revolución pacífica que han de liderar los movimientos ciudadanos". "Ya no creo en los partidos, creo en la gente joven que está siendo apartada de la vida; ellos son los que han de devolvernos la esperanza". Próxima y convincente, Carmen Sarmiento, la periodista que durante tantos años ha dado voz a los más castigados, nos atiende después de pasar unos días de descanso en Menorca.

Cuatro décadas dedicada en cuerpo y alma al periodismo y los derechos humanos. ¿Echa de menos estar en primera línea?
Cuando me prejubilaron ya llevaba 35 años de trabajo en TVE, 35 años recorriendo mundo. Al principio, podríamos decir que me sentó bien ese descanso. Pero es cierto que después sentí un "shock" que he tratado de contrarrestar dando conferencias por todo el Estado. Y ahora después de 50 años de trabajo siento que merezco descansar y dedicarme a ser turista del alma.

Debe resultarle raro viajar por placer después de tantos años dedicada al reporterismo internacional...
La verdad es que yo siempre quise ser periodista y la pasión por viajar la he podido materializar con creces gracias a mi trabajo.

Ahora, ¿cree que necesitaría hacer las maletas para retratar según qué realidades?
Para nada, no tendría que moverme de España. Gente que no tiene trabajo ni ayudas, que no tiene para pasar el día a día, que busca entre la basura, gente que pierde sus casas y que, desesperada, prefiere quitarse la vida. Estas realidades las he reflejado en países en vías de desarrollo y ahora las veo en este país que se está empobreciendo. La verdad es que podría hacer una serie sobre los marginados en España.

Carmen Sarmiento empezó a trabajar en TVE en 1968. De inmediato entró a formar parte del área internacional de los servicios informativos, para los que cubrió episodios importantes de la historia reciente como los golpes de Estado en Portugal, Argentina y Ghana y para los que entrevistó a personajes destacados como Yasser Arafat, Fidel Castro o Rigoberta Menchú. Fue, pese al rechazo inicial de la dirección del ente público, la primera mujer corresponsal de guerra en España, trabajo que realizó durante diez años y que la llevó a cubrir, entre otros, los conflictos de Líbano, El Salvador y Colombia.

Se podría decir que abrió las puertas a futuras periodistas...
La verdad es que ahora hay un plantel magnífico de grandes periodistas. El camino ya está abierto, ya está abonado. Y ahora hay que mirar más alto. Es importante que el poder de los medios de comunicación sea también de las mujeres.

Si algo define la trayectoria de esta periodista incombustible es su interés por dar voz a los más desfavorecidos, especialmente niños y mujeres. De hecho, uno de los trabajos de los que más orgullosa se siente, aparte del programa 'Los marginados' que emitió TVE entre 1982 y 1991 y que le valió el Premio Nacional de Periodismo, es la serie de reportajes 'Mujeres de América Latina'.

Usted dijo en una ocasión que "las mujeres son el sur de todos los nortes, el sur de los hombres, el sur del mundo". ¿Tan mal continuamos estando en pleno siglo XXI?
Solo piense por un momento que cada año son asesinadas en España entre sesenta y setenta mujeres, algo que se repite también en otros países europeos. ¡Por no hablar de lo que ocurre en México! Sí, lamentablemente, las mujeres siguen estando sometidas en muchas partes del mundo, podríamos decir que en el 90 por ciento de los países.

En este punto, Carmen Sarmiento recuerda un reportaje que realizó hace 30 años sobre la situación de las mujeres en Afganistán y el impacto que fue para ella ver por primera vez a una mujer con burka. "En la imagen se la podía ver avanzar y a mí se me oía decir: Ahí dentro va una mujer. ¡Era como un ataúd en vida!".

¿Cree que los gobiernos han fallado a la hora de educar para la igualdad y de velar porque ésta sea efectiva?
Absolutamente. Mire las aberraciones que se producen en la India con una justicia permisiva que no persigue la violencia contra las mujeres. ¿Y qué está pasando en Egipto? Lo mismo que ocurrió en Argelia donde las mujeres lucharon para acabar con el colonialismo francés y cuando triunfó la revolución, en lugar de conseguir el poder, fueron sometidas.

¿Cómo interpreta que en muchos de los movimientos ciudadanos surgidos a raíz de la crisis la presencia de mujeres sea tan destacada?
Sencillamente porque somos las primeras interesadas en el triunfo de la igualdad y de la libertad. Estamos cada día más hartas y somos cada día más conscientes de nuestro potencial y de lo importantes que somos para cambiar las cosas.

Adaptarse al cambio
Hace tiempo que se viene asociando la palabra crisis al periodismo. ¿Cuál es su diagnóstico?

Siempre ante un cambio tecnológico hay un "shock" y hay gente que se resiste a cambiar y gente que se adapta. Creo que el papel no desaparecerá pero estamos ante un desafío y quien no se adapte quedará en el camino.

¿Cree, como opinan muchos de los que fueron compañeros suyos, que el periodismo está perdiendo su compromiso social?
La verdad es que se ha frivolizado de una manera extraordinaria. Yo soy de aquella generación de Informe Semanal que luchaba por acabar con un lenguaje encorsetado y anquilosado. Recuerdo que nos llamaban "los rojos". Luchamos y conseguimos cosas. Pero la gente, ahora, está menos comprometida.

¿A qué cree que se debe?
A que nos han pasado el rodillo por encima. La gente está atemorizada y con miedo no se atreve a luchar contra este sistema tan injusto. Ha perdido la capacidad de lucha y de compromiso. Nosotros, en cambio, no tuvimos miedo. Eso sí, es importante no perder la esperanza.

¿Hacia dónde debe encaminarse el periodismo para sobrevivir a la desconfianza ciudadana, para no caer en el desprestigio?
Sin tener grandes infraestructuras y recursos como los grandes grupos, no hay más alternativa para hacer un periodismo de compromiso, de calidad, que pasarse al formato digital.