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Autoficha
Mi nombre es Antonio Sastre Cortés y nací en Ciutadella en 1949. Estoy casado, tengo dos hijos y cuatro nietas. Soy el responsable de un puesto de carnicería en el mercado de la Plaça de la Llibertat de Ciutadella. En mi tiempo libre, especialmente los fines de semana, lo que más me gusta es dedicarme a la caza y a la pesca.

¿Desde cuándo se dedica al negocio de la venta de carne?
Mi padre me trajo al puesto cuando tenía 11 años. Y desde entonces fui aprendiendo con los años cómo funciona el negocio. Antes, matábamos nosotros, íbamos al matadero y yo ayudaba. Luego, en 1969, mi padre me dejó la carnicería. Todo viene de familia… padres, abuelos y un tío de mi abuelo. Yo soy la tercera generación en el negocio, pero acabará cuando yo me jubile ya que nadie seguirá.

Y desde que empezó, ¿cómo ha evolucionado este sector?
Han pasado tantos años que ha habido muchos cambios. El tema era muy diferente al principio, el negocio de las carnicerías era algo completamente diferente porque prácticamente no elaborábamos nada, solo se hacían sobrasadas y embutidos típicos de la Isla. Luego, las cosas fueron evolucionando hasta hoy día, que tenemos que hacer de todo porque el mercado lo exige. Ahora compramos el ganado nosotros en los predios y después lo enviamos al matadero. Después, recibimos los canales en la carnicería y elaboramos los productos.

¿Hay más carnicerías que antes?
Yo diría que hay menos negocios que antes. Como en todos los sectores, la crisis también se ha dejado notar en el consumo de carne. Nadie se ha salvado. La gente en los años buenos no miraba tanto el dinero. Venían con la idea de comprar una cosa y ya está.

Y las grandes superficies…
La verdad es que nos hacen mucho daño…

¿Solo venden producto autóctono?
Principalmente sí, pero también traemos algo de despiece de fuera.

¿Cuándo se vende más carne?
Normalmente, durante el fin de semana. Y la mejor época es desde Sant Joan hasta septiembre… la temporada turística la notamos. Cuando comenzó a llegar turismo aquí no había carne de fuera, y todos los restaurantes pasaban por el mercado para abastecerse. Hoy día, con los congelados, eso ha cambiado. Es un buen producto y económicamente es más barato, y ese tipo de clientes los hemos perdido casi todos. Ahora lo compran de fuera, a mayoristas y envasado al vacío.

Y el turista, ¿mira o compra?
Hay de todo. El nacional sí que compra más.

¿Se nota alguna diferencia en la carne de Menorca?
Yo diría que no. Hoy, el que quiere buena carne tiene que dar sus buenos piensos. Aquí, como en todos los sitios hay buena y mala carne.