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Autoficha
Mi nombre es Juana María Pons Florit, aunque todo el mundo me conoce por Mari Pons. Nací en Ciutadella en 1966. Estoy casada y tengo dos hijas. Gran parte de mi vida profesional la he dedicado a ser dependiente, y ahora tengo un negocio propio, una tienda de juguetes en el centro de Ciutadella. Siempre me ha gustado mucho tratar con el público. No tengo tiempo para aficiones, mi vida es de casa al trabajo, y del trabajo a casa.

¿Cómo decide dedicarse al mundo de la venta de juguetes?
Yo ya había estado trabajando en una juguetería, y en un momento de mi vida en el que vi que las cosas en el mundo laboral empezaban a ir un poco mal tomé la decisión de emprender un negocio por mi cuenta. Tenía unos ahorros y decidí invertir y no trabajar para otros. Me gusta mucho el mundo de los juguetes y los niños. Al final todo me condujo a esto.

¿Qué tipo de juguetes vende?
Yo apuesto por un producto distinto. Por ejemplo, no tengo licencias, es decir, no trabajo con personajes como Bob Esponja o Mickey Mouse, por poner un ejemplo. Intento buscar un producto que no venden en otras tiendas. Normalmente todos los negocios suelen tener sus productos en cajas, y a mi me gusta que los juguetes estén a la vista, es importante que la gente los vea y pueda tocarlos. También trabajo mucho con productos de madera y peluches.

¿Cree que este tipo de juegos son más adecuados para los niños que los modernos?
Sí, porque les desarrolla más la imaginación; tienen que trabajar. Por ejemplo, yo no tengo juguetes con pilas, y creo que son mucho mejores para los niños.

¿Qué juguetes son los que más se venden?
Los puzzles, los magnéticos con mapas, juegos del cuerpo humano para buscar los órganos... En definitiva, juegos educativos en los que a los niños no se lo dan todo hecho.

¿Cuáles son las mejores épocas del año para el negocio?
Principalmente la fiesta de Reyes, y luego verano, julio y agosto.
Es decir, las tiendas como la suya también dependen de la temporada turística…
Sí, pero cada vez nos encontramos con más inconvenientes. Uno de los principales problemas que tenemos para vender son las limitaciones de peso y equipaje de las compañías aéreas. La gente ya no viene tanto porque los billetes son más caros, y los que vienen compran menos porque luego tienen dificultades para llevárselo a casa. Los tiempos han cambiado mucho, recuerdo por ejemplo que los ingleses compraban mucho más antes.

¿Qué es lo primero que miran los clientes a la hora de comprar?
El precio, sin duda. Muchos clientes te piden que les enseñes cosas que no pasen de cinco euros.

¿Hay una edad para dejar los juguetes de un lado?
Claro que hay una edad. Lo que ocurre es que ahora todos los niños están con las consolas y las "nintendos". Yo trabajo con productos para niños de hasta diez o doce años. Los mayores buscan otro tipo de producto. Es difícil competir contra el mundo de los juguetes y las nuevas tecnologías, pero todavía se venden peonzas, combas y goma elástica. Funciona mucho por modas.