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Autoficha

Me llamo Matilde Serrano y soy sevillana, de un pueblo que se llama San José de la Rinconada aunque vivo en Ciutadella. Estoy jubilada pero he trabajado de camarera de pisos y también mis labores. Estoy casada, tengo tres hijos, seis nietos y una biznieta. Este fin de semana participo en la Romería de la Virgen del Rocío que la Casa de Andalucía organiza en el recinto ferial de Es Mercadal.

¿Cómo es que una sevillana acaba residiendo en Menorca?
Vine por trabajo. Mis padres ya estaban en Menorca y luego vine yo.

¿Cuántos años lleva entonces en la Isla?
Unos 35 años. Mi marido también es sevillano y mis hijos, excepto uno que es alemán porque antes de venir a Menorca viví en Alemania. Y una vez instalados en la Isla ya no me he vuelto a ir.

¿Echa en falta algún aspecto en concreto de su tierra?
La verdad es que me encuentro muy a gusto en Menorca. Además, cuando vienes sola echas de menos a la familia. En mi caso, yo tenía a mis padres, hermanos, es decir, toda mi familia aquí. Pero también es cierto que la tierra tira. Por ejemplo, suelo mirarme Canal Sur y me emociono. Esta mañana (por ayer) emitían la Misa Rociera y ha sido precioso. Este año ha coincidido en fechas la celebración de aquí y la de Sevilla.

¿Y mantiene alguna tradición?
Elaboro platos típicos como pestiños, torrijas, puchero de garbanzos con espinacas, migas, gachas. Además, tengo un cuadro de la Virgen en casa.

¿Visita Sevilla a menudo?
Cada año voy por Semana Santa. Me encanta. La fiesta de Navidad es más de estar en familia, por eso nos quedamos aquí.

¿Cómo vive usted la Romería de la Virgen del Rocío?
Con mucha emoción. He ido a la fiesta de la Romería los dos días. Una amiga cuando me vio vestida de sevillana se emocionó. Ir a la Romería me hace sentir más cerca de mi tierra.

Ha ido a la Romería ataviada con traje de flamenca...
Llevo una falda rociera, un mantoncillo y una flor. Además, llevo dos medallas de la Virgen del Rocío. Tengo en mente hacerme un traje, cortármelo y cosérmelo yo misma.
A pesar de llevar tantos años en la Isla no ha perdido ni pizca de acento andaluz.
No, ni lo quiero perder. Hablo el menorquín porque dos nietos me obligan a ello, pero no quiero perder mi andaluz.