Misa. El recinto ferial acogió la eucaristía cantada por el Coro Rociero de la Casa de Andalucía - Gemma Andreu

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Los andaluces despidieron ayer a la Virgen del Rocío con un fervoroso olé. La emoción se postró en el recinto ferial de Es Mercadal cuando las voces del Coro Rociero entonaron la Salve.

La Romería de la Virgen del Rocío acabó ayer con uno de los actos más sentidos de la celebración. La nave central del recinto se llenó de fieles. Los mantones, las flores y el traje de flamenca lucido con una especial devoción consiguieron cautivar todas las miradas.

La celebración, que comenzó con media hora de retraso, fue oficiada por el párroco de Es Mercadal, Joan Tutzó, y cantada por el Coro Rociero de la Casa de Andalucía. La imagen de la Virgen entró a hombros de cuatro fieles y venerada por cientos de personas reunidas en el recinto.

Tutzó recordó a los fieles que Pentecostés es la celebración de la venida del Espíritu Santo, "el gran olvidado, el gran desconocido, aunque sea el más activo y el que interactúa con los fieles". Animó a "ser honrados y auténticos, sin aparentar lo que uno no es" y a "no escandalizarse de los errores o pecados de los demás".

Además, resaltó que "Cristo ha unido todas las lenguas en una misma fe". Quiso recordar a los fieles que "la Virgen estará siempre aquí, a nuestro lado".

La Misa Rociera acabó con el cante de la Salve a la Virgen. Los andaluces no pudieron contener la emoción ni pudieron resistirse a tararear la letra. Es Mercadal rindió, así, un olé repitiendo el estribillo de "al Rocío yo quiero volver, a cantarle a la Virgen con fe, con un olé".

La celebración estuvo presidida por el diputado Juan Carlos Grau; la consellera balear de Educación y Cultura, Joana Maria Camps; el presidente del Consell, Santiago Tadeo; la consellera insular de Turismo, Salomé Cabrera; el delegado insular de la Administración General del Estado, Javier López Cerón; la alcaldesa de Maó, Águeda Reynés, el alcalde de Es Castell, Lluís Camps, y miembros de la Corporación de Es Mercadal, entre otras autoridades.

La eucaristía acabó con la presentación de un bebé a la Virgen y la fervorosa ofrenda floral.

Los andaluces despidieron ayer la carreta de la Blanca Paloma a los sones de la Salve y el himno de Andalucía.

El presidente de la Casa de Andalucía, Ramón Herráiz, valoraba la celebración de la Romería muy positivamente, aunque los inicios fueran más bien tensos por mor al mal tiempo. Indicaba que durante el sábado llegaron a congregarse en el Real de la Romería entre 800 y 1.000 personas.