Coll. El cocinero ofrece un menú basado en la fondue, pero también está abierto a las peticiones de los propios clientes - Damià Coll

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Ir a cenar fuera tiene su encanto. Paseas, socializas, degustas platos que no te atreverías a cocinar..., pero hay días en los que no te apetece salir. En ningún lugar como en casa, piensas, aunque no por eso te deja de apetecer probar sabores nuevos y, además, no tener ni que ensuciarte las manos cocinando ni tampoco limpiar la cocina.

Hasta ahora, la única opción de hacer algo similar era llamar a algún restaurante que sirve comida a domicilio. El cocinero Damià Coll ha decidido abrir un nuevo campo, y ahora ya no es solo la comida de restaurante la que puede llegar a las casas particulares, sino el propio cocinero.

La idea surge después de un año y medio en que este cocinero ferrerienc se dedicó a vivir la vida relajadamente, después de 25 años de vorágine en los fogones y en varios restaurantes. El objetivo era iniciar un proyecto que pudiera abarcar solo, y que, como siempre ha hecho, le apasionara. "Siempre he priorizado la satisfacción del cliente y no la parte económica", apunta.

A partir de aquí, dio forma a una propuesta que ya ha puesto en práctica en un par de ocasiones. Coll se desplaza, con todos sus cacharros y su propia vajilla, a la casa de quien ha decidido contratar sus servicios. Una vez en el hogar, entra en la cocina y comienza a elaborar su menú. Él mismo se encarga de hacer la compra, siempre producto fresco y de primera calidad. Para su propuesta de salida, la base es el pescado y el marisco.

Así, el menú que ofrece Coll consta de una fondue de pescado y marisco, con la particularidad de que son los propios comensales los que cocinan los productos en la misma mesa en un caldo que Coll ha preparado. A medida que se cuecen el rape, las gambas o las cigalas, el caldo toma cuerpo y sabor, y finalmente se convierte en una sopa excelente que se complementa con unos fideos también cocidos en la propia mesa. El postre también parte de la técnica del fondue, aunque en este caso combinando la fruta y el chocolate.

Este es el punto de partida, el menú de serie, por llamarlo así. Esto no significa que Coll solamente esté disponible para estos manjares. El cocinero está dispuesto a acudir a los hogares de quien le reclame para otras elaboraciones, aunque siempre partiendo de la base de la comida de calidad y sana. Así, se declara un amante de la cocina menorquina, y entiende que ahora es el momento de recuperarla. "Vivimos un nuevo comienzo, ahora es el momento de tener ideas, de iniciar cosas nuevas, y cualquier cocina, si está bien elaborada y con pasión, tiene potencial para emocionar", explica.

Coll defiende que una propuesta como esta tiene cabida en Menorca, a pesar de ser un mercado relativamente pequeño. "No es algo elitista, es mucho más asequible que una caldereta de langosta y es una manera diferente de celebrar algo", comenta. En verano, su clientela potencial aumenta, con los veraneantes que tienen casa propia en la Isla o alquilan una. Sin embargo, el cocinero entiende que la propuesta también es viable el resto del año. "La gente de Menorca debe perder el miedo a probar cosas nuevos", apunta.

Coll lleva poco tiempo con esta propuesta, y tiene claro que no tiene prisa. Lo primero es cuidarse, vivir las cosas con pasión y hacer lo que uno quiere hacer. Poco a poco la cosa crecerá. De hecho, ya se ha ofrecido a hoteles rurales y agroturismos. También ha abierto su propio perfil en facebook, donde su iniciativa ya va calando. Si el cliente no va al cocinero, el cocinero va al cliente.