Cavero. Estudia el mecenazgo artístico de las élites eclesiásticas de la Edad Moderna - J.N.

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Italia la enamoró desde un primer momento y, cuando llegó el momento, no dudó en instalarse en Florencia para llevar a cabo su tesis doctoral. Tras licenciarse en Historia del Arte por la Universidad Autónoma de Madrid, Cloe Cavero de Carondelet (Alaior, 1985) hizo las maletas y se marchó a la capital de la región de la Toscana, conocida a nivel mundial por su patrimonio artístico y arquitectónico. La menorquina reside en Florencia junto a su pareja desde agosto de 2012 y lleva a cabo su investigación en el European University Institute.

¿Siempre tuvo claro que quería estudiar Historia del Arte?
Acabé el Bachillerato de Arte en la Escola d'Arts de Maó sin tener una idea clara sobre la carrera que quería estudiar. Me gustaba mucho la Historia del Arte, pero como no sabía qué salidas profesionales podía tener además de la enseñanza, decidí matricularme en la carrera de Psicología, que también me atraía. Sin embargo, el primer día de clase me di cuenta de que me había equivocado, así que durante ese año me saqué algunas asignaturas de libre configuración y, el curso siguiente, comencé Historia del Arte en la Universidad Autónoma de Madrid.

¿Por qué Madrid?
La razón principal fue porque la mayor parte de mi familia vive allí. También influyó en mi decisión la cuestión del idioma, ya que aunque hablo menorquín y estudié el Bachillerato en catalán y castellano, no quería estudiar toda la carrera en catalán. Además, Madrid me encanta. Es una ciudad grande, con una gran oferta cultural y mucha gente de fuera. ¡Me apetecía vivir esa experiencia!

Su primera toma de contacto con Italia llegó mientras estudiaba…
Sí. Estuve en Roma durante diez meses gracias a una beca Erasmus. Cursé mi último año de carrera en la Università degli Studi Roma Tre. La experiencia fue maravillosa y me dio la oportunidad de conocer a muchas personas de otros países, viajar y conocer cómo funcionan las universidades en el resto de Europa. Poder estudiar asignaturas de Historia del Arte en una ciudad como Roma y en una universidad en donde las clases teóricas se combinaban con visitas a los edificios y pinturas, fue fantástico. La verdad es que durante aquellos meses me enamoré de Italia.

¿Qué la atrajo del país?
Aunque parezca un cliché, la verdad es que me gustó todo. Viajé mucho durante aquel año y pude conocer tanto el norte como el sur de Italia. La comida es fantástica, la gente es encantadora y la gran mayoría de las ciudades conservan arquitectura medieval, renacentista y barroca, por lo que algo tan simple como darte un paseo es muy agradable.

Imagino que tras licenciarse volvió a Madrid….
Sí. Volví a Madrid a decidir cuál era el siguiente paso a seguir. Estuve dudando entre dedicarme al mercado del arte o comenzar mi carrera en el mundo académico. Pasé un verano en el Sotheby's Institute of Art de Londres y asistí a cursos en el Instituto Superior de Arte de Madrid, pero el mercado del arte no me convenció. Durante ese tiempo había estado también realizando mi tesina, que es el paso previo para iniciar la tesis doctoral, y finalmente decidí centrarme en el doctorado y solicité becas en Italia.

Quería regresar…
La verdad es que durante los últimos años he estado pidiendo muchas becas de doctorado en España, que duran cuatro años y que te permiten estar todo ese tiempo dedicado a tiempo completo a la tesis. Sin embargo, no gané ninguna, así que decidí solicitar también becas en el extranjero, principalmente en Italia, un país en el que hay muchas oportunidades para los historiadores del arte, concedidas tanto por instituciones italianas como por instituciones internacionales con sede allí.

¿Consiguió la ansiada ayuda?
Sí. Finalmente obtuve la beca para el European University Institute de Florencia, un centro de posgrado orientado a estudiantes procedentes de todos los países de Europa, para que lleven a cabo su tesis doctoral o sus proyectos de posgrado en un entorno interdisciplinar e internacional.

¿Cuándo llegó a Florencia?
En agosto del año pasado. Me quise llevar mi coche, así que salí de Madrid por la mañana para coger el barco en Barcelona esa misma noche. Después de casi 24 horas en barco y una escala en Cerdeña, llegué al puerto de Civitavecchia hacia las 22.30 del día siguiente. Desde allí tuve que conducir durante casi tres horas hasta llegar a Florencia. Recuerdo que llegué a la una de la madrugada y, como no conocía la ciudad, entré sin querer en el centro histórico. De repente, vi el Duomo delante de mí. ¡No me lo podía creer!

¿Se habituó con facilidad?
Las primeras semanas fueron duras, pero también muy divertidas. Durante el primer mes, tenía clases de inglés durante cuatro horas al día y también clases de italiano. Además, el European University Institute organizó muchos eventos con el fin de que todos los estudiantes nos conociéramos. La verdad es que no tuve tiempo de aburrirme ni de darme cuenta de lo que estaba pasando.

¿El idioma fue un problema?
No. Había aprendido italiano durante el tiempo que estuve en Roma. Allí vivía con una chica italiana y, además, me esforcé porque es un idioma que me gusta mucho. En realidad, lo que ha sido más complicado es acostumbrarme a hablar en inglés todo el día en el instituto, ya que aunque algunos de los estudiantes saben hablar español e italiano, el idioma académico y de comunicación es el inglés.

A día de hoy está preparando su tesis doctoral…
Sí. Estudio el mecenazgo artístico de las élites eclesiásticas de la Edad Moderna, es decir, la relación que los cardenales y arzobispos de los siglos XVI y XVII tenían con el arte, la literatura, los ceremoniales y la cultura material. Más concretamente, me estoy centrando en el caso de dos cardenales españoles, arzobispos de Toledo, que vivieron durante el reinado de Felipe II y Felipe III.

¿Cómo lo lleva?
Paso la mayor parte del día en la biblioteca del European University Institute y, cuando puedo, asisto a seminarios, workshops o clases de idiomas. Normalmente, llegó al instituto sobre las 9 horas y me quedó allí hasta las 19 horas aproximadamente. A la hora de comer, voy a la "mensa", el comedor, donde van la gran mayoría de estudiantes.

¿Y los fines de semana?
Intento hacer algún viaje por Italia y, si no tengo tiempo, por lo menos ir a comer a alguno de los muchos pueblos medievales que rodean Florencia. Los fines de semana que me quedo en Florencia siempre intento ir a conocer algún museo, palacio o iglesia que no haya visitado, ya que es una ciudad que, a pesar de ser pequeña, está tan llena de arte que nunca llegas a conocerla del todo.

¿Alguna recomendación?
Hay tantos lugares interesantes que es difícil recomendar sólo alguno, pero sin duda no hay que perderse el Palazzo Vecchio, la antigua sede del gobierno de la República Florentina y posteriormente residencia oficial de los duques de Médici. Personalmente, me gusta mucho subir a la iglesia de San Miniato in Monte, que está sobre una colina al otro lado del río, y desde donde se disfruta de una vista maravillosa sobre Florencia. Realmente, me fascina que sea una ciudad tan bien conservada históricamente.

¿En qué sentido?
Prácticamente todo el centro conserva la misma fisonomía que tenía en el siglo XV, y eso es algo muy valioso. Sin embargo, una gran cantidad de turistas se concentran durante todo el año en el triángulo que existe entre el Duomo, la Piazza de la Signoria y el Ponte Vecchio. Es una de las zonas más bonitas de la ciudad y solo es posible andar por allí tranquilamente durante la noche.

¿En qué barrio vive?
Ahora vivo en Oltrarno, un barrio situado al otro lado del río, cruzando el Ponte Vecchio. Es una de las zonas más antiguas de la ciudad, donde estaban establecidos los artesanos en el Medievo. Es un barrio muy agradable, típico florentino, con galerías de arte y tiendas de artesanía y en el que vive mucha gente joven. Además, no hay tanto flujo de turistas como en el centro, algo a tener en cuenta al vivir en Florencia, porque hay muchas calles por las que es imposible transitar durante casi todo el año.

¿Vive sola?
No, vivo con mi novio, que se vino conmigo y está trabajando aquí. Durante los primeros meses estuvimos viviendo a las afueras de Florencia, en una zona tranquila a los pies de Fiesole. Era una zona muy bonita, cercana a un río y rodeada de naturaleza. Decidí vivir allí durante el primer año para poder ir andando al Instituto cada día, ya que como no conocía la ciudad no quería arriesgarme.

¿El clima es similar al de Menorca?
Sí, más o menos. También hay mucha humedad, pero es algo más extremo. Me ha sorprendido especialmente que llueve mucho durante todo el año, lo que hace que durante los meses de invierno no se vea demasiado el sol.

¿Cuántos años dura su beca?
La beca es de cuatro años y puedo acabar la tesis en 5 años como máximo, así que me quedaré en Florencia hasta el año 2016 o 2017. De todas maneras, hay que decir que los italianos son muy parecidos a los españoles, supongo que como todos los mediterráneos. Son muy abiertos, amables y divertidos y, cuando llevas unos meses aquí, ya casi no tienes la sensación de estar en un país extranjero.

¿Le gustaría volver a España?
No me importaría volver a España para buscar trabajo o pedir alguna beca post-doctoral, pero tal y como está la situación no creo que vaya a ser fácil conseguir un trabajo bien remunerado o un proyecto interesante, por lo que supongo que buscaré opciones en el extranjero. Menorca es un lugar al que sin duda quiero volver, pero en la Isla no tengo ninguna opción de continuar con mi carrera académica, así que mi vuelta tendrá que esperar.

¿Tiene claro cuál será su camino a seguir tras finalizar el doctorado?
Supongo que la salida más lógica es trabajar en alguna universidad, combinando la labor docente con mis propias investigaciones, pero también me encantaría trabajar en un centro de investigación o en un museo, donde pudiera llegar a dirigir proyectos y exposiciones.

¿Visitará Menorca este verano?
¡Por supuesto! Mi padre, mi tío y mis amigos de toda la vida están en la Isla y, por ello, intento ir al menos dos veces al año, en Navidad y en verano. Pasar el verano en Menorca es como una tradición para mí. Intento estar allí siempre durante el mes de agosto para descansar, disfrutar de las playas e ir a las fiestas de los pueblos.