Torre d’en galmés. Los estudiantes en campo de trabajo - Gemma Andreu

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Estudiantes de Australia, Estados Unidos, Holanda, Valencia, Catalunya y Galicia viven estos días su particular verano menorquín entre el calor y el polvo del campo de trabajo arqueológico de Torre d'en Galmés en Alaior. Aunque esta campaña, organizada por Amics del Museu de Menorca se inició en 1999, este es el primer año que la excavación del yacimiento talayótico se abre a estudiantes internacionales. Los seis jóvenes que ayer cepillo y paleta en mano fisgaban y leían entre las piedras el pasado prehistórico de la Isla, forman parte del segundo turno de excavación, el de agosto. En julio les precedió otro grupo que, al igual que ellos, durante tres semanas ampliaron sus conocimientos sobre este enigmático periodo de la prehistoria menorquina.

"Creo que está siendo una buena experiencia. Algunos de los estudiantes ya han trabajado en yacimientos y esperamos que el boca a boca funcione entre los universitarios extranjeros", explicó el coordinador de la excavación, Joaquín Pons. La idea es repetir nuevamente la campaña el próximo año y para tener más eco en el exterior se adelantará a Navidades la publicidad sobre el campo en diferentes universidades nacionales y extranjeras. La matrícula del curso, que incluye el alojamiento y la manutención, cuesta alrededor de 790 euros por persona, si bien el año próximo este precio podría incrementarse ligeramente, según explica el coordinador de la actividad, a pesar de que los estudiantes se alojan en el Colegio Antoni Juan de Maó, gracias a la colaboración del Ayuntamiento de Maó.

Los trabajos de campo se centran actualmente en uno de los patios de la treintena de casas que componen este yacimiento talayótico del siglo IV y III antes de Cristo, el más grande de Balears (seis hectáreas de extensión) y donde Joaquín Pons calcula habitaban cerca de trescientas personas dedicadas a tenor de los restos y huesos encontrados a la agricultura y la ganadería (cabras, ovejas, vacas y cerdos). "También se han encontrado trazas de productos lácteos, lo que indica un aprovechamiento humano de la leche. Era un mundo austero y autosuficiente" relató. "Trabajamos en esta zona porque hemos visto en excavaciones anteriores que este tipo de patios tenían una cierta utilidad", justificó. La insistencia ha dado como resultado el hallazgo de una especie de depósito de almacenaje. "Todavía no sabemos qué uso tenía esta especie de silo, lo más probable es que fuese para almacenar agua, aunque también podría ser para alimentos", reflexionó.

Las excavaciones también han sacado a la luz varios objetos de metal, restos de herramientas, alguna aguja, cuentas de collar de pasta de vidrio y un anillo. "No es mucho, la zona está muy arrasada, los muros del patio están muy destrozados y hay poco sedimento lo que dificulta la posibilidad de encontrar estratos buenos con material arqueológico", lamentó. De hecho, apenas se ha encontrado cerámica, uno de los materiales que más abunda en este tipo de yacimientos. De momento, todas las piezas encontradas deberán ser analizadas minuciosamente para ser autentificadas y datadas. En este sentido, el coordinador de la excavación destacó que estos apenas dos meses de trabajo de campo en el yacimiento de Torre d'en Galmés pueden dar hasta cuatro meses más de trabajoso estudio en el laboratorio.