La menorquina se acerca a un koala en el parque natural de Phillips Island. - V.A.

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Acaba de cumplirse el octavo mes de su llegada a Australia y ya se siente dentro de la rueda de la actividad laboral y de la corriente vital de este país perteneciente a la Commonwealth británica. Quizás sea porque tiene sus objetivos bien definidos y unos conceptos claros, que pasan por trabajar duro y adaptarse a su nuevo entorno para poder vivir experiencias únicas y seguir viajando.

Vanessa Aliaño Garriga salió de Es Castell, su lugar de residencia, hacia el Reino Unido, y esa fue su plataforma para ir 'down under', bajar al hemisferio sur y contemplar los colores, animales y paisajes que hasta hace poco solo formaban parte de una aventura largamente anhelada.

-¿Siempre quiso viajar a las antípodas?
- Siempre. Mi sueño era venir aquí, entre otras cosas porque es uno de los destinos más bonitos, más caros y más difíciles de acceder. Además está muy lejos, barajaba otros lugares, como Estados Unidos, pero por la situación geográfica creo que estaré a tiempo de ir allí. Australia siempre me había llamado la atención y, si te gusta viajar, que es mi caso, es un lugar que atrae y engancha.

-Australia históricamente ha sido un país receptor de inmigración, incluso promovía ese flujo, pero ahora cierra sus puertas. ¿Ha sido difícil abrirse camino?
- Yo no he venido a quedarme ni a encontrar el trabajo de mi vida, trabajo para poder pagarme mis gastos, los viajes que hago y para estar a gusto, como la mayoría de los españoles que conozco aquí. Es muy difícil encontrar trabajo nada más llegar, sobre todo si solo buscas en tu sector. Lo que es cierto es que en Australia los diplomas, carreras o masters europeos no valen nada. Aquí hay que demostrar y luego hablar.

- ¿A qué se refiere?
- Si quieres trabajar en algún lugar tienes que ser extremadamente pesado, insistir mucho, llamar casi cada día....es algo a lo que los europeos no estamos acostumbrados, pero aquí funciona así. Cuesta entrar en su mundo, pero una vez pasada la línea entras en la 'centrifugadora', como lo llamamos los españoles aquí, y el resto va sobre ruedas. Aunque al principio sea fácil desanimarse, hay que ser fuertes y positivos. Lo único que cae del cielo es la lluvia.

- Habla como si existiera una frontera invisible, sin embargo, da la impresión de que es un país próximo en su estilo de vida.
- Yo había oído que es una cultura que se parece mucho a la europea, con la excusa de que había sido una colonia inglesa...pero no. Hay muchas diferencias entre nosotros, supongo que por la cantidad de inmigración que recibe, por la mezcla de esas personas con la cultura australiana, porque están al final del mundo..., distintas razones. Es complicado meterse en su mundo pero una vez te integras y te relacionas con gente australiana, son simpáticos y divertidos.

- En las últimas elecciones el Partido Liberal se hizo con el poder, en coalición con el Partido Nacional, y entre sus primeras propuestas está la de detener la entrada de inmigrantes ilegales y restringir los permisos a refugiados. ¿Le preocupan estas noticias?
- La verdad es que no sigo mucho la actualidad política, pero sí he estado pendiente de las elecciones y de los movimientos en leyes que afecten a inmigrantes, porque es la parte de la que nos tenemos que preocupar. Por ejemplo, que hayan subido el precio de las visas a la hora de extenderlas, de 500 dólares a 700 más o menos, de más restricciones a la hora de solicitar según qué visado, el precio de un chequeo médico..., en fin, todo lo que nos ocupa durante nuestra estancia en el país.

- ¿Cree que es una sociedad con menos problemas que la española o la europea?
- No me parece que existan grandes problemas sociales, aunque sí me ha llamado la atención desde que llegué la cantidad de gente que mendiga, pidiendo monedas para el metro o el autobús, para pasar la noche en algún hostal o llevarse algo de comida a la boca. Es algo que no entendía y, preguntando a amigos australianos, cada uno tiene su versión. Hay quien dice que estas personas eligen estar así, porque el Gobierno les da una ayuda cada mes con la que sobrevivir, pero que esa era la opción que habían elegido; otros opinan que es una vergüenza, y que con la cantidad de impuestos que se pagan el Estado podía ayudar a esa gente y no lo hace.

- ¿Y cuál es su percepción?
- Creo que Australia es, en general, un país muy seguro y controlado, a pesar de la cantidad de inmigración que tiene, que le hizo falta en su momento y que sigue necesitando. Hay que tener en cuenta que es una isla que dobla el tamaño de Europa entera pero que, sin embargo, tiene la mitad de población que España.

Esa población se concentra en las principales ciudades como Sidney, Melbourne, Canberra, Darwin y Perth. Lo que está ocurriendo ahora es que están llegando muchos inmigrantes de golpe, debido a la crisis mundial, y es más difícil encontrar trabajo. A pesar de eso, tienen una tasa de paro del 4 o 5 por ciento, supongo que no quieren que se les vaya de las manos. Es un país de muchas oportunidades si sabes aprovecharlas y trabajas duro. No dejas de ser un inmigrante más y tienes que demostrar lo que vales.

-Y para ello tuvo que cambiar el turismo y el marketing por la restauración.
- Justo cuando llegué trabajé un par de días a la semana en un catering español sirviendo paellas. ¡Tiene guasa irse a la otra punta del mundo y servir paella, pero aquí les vuelve locos! Después hacía horas en una tienda de bebés, he trabajado en varios bares y ¡hasta en la Fórmula 1, donde me lo pasé genial! Ahora estoy de encargada en uno de los mejores restaurantes de Melbourne, Livingroom, que está en el suburbio de Malvern. Es muy acogedor, y la comida es una mezcla entre francesa e italiana.

- ¿Qué es lo que más le impactó al llegar a Melbourne?
- Llegué por la noche, estaba cansadísima, por el jet lag y tantas horas de vuelo. Me bajé del avión como en un sueño. Compré un billete de autobús para ir a la estación de Southern Cross y me costó 20 dólares. Ahí me dí cuenta de lo caro que era el país..., cuando vi los rascacielos me quedé sin palabras. Primero viví en el suburbio de Prahran, con una familia que me acogió; después he cambiado de piso un par de veces, por el precio, porque el alquiler es lo más caro, y por estar lejos del trabajo. Así que ¡me compré una bici! Es lo primero que hay que hacer aquí, así me ahorro el transporte. Ahora vivo en el centro, detrás de la Eureka Tower. La zona está bien para salir a comer, tomar copas o ir de compras, pero yo prefiero invertir el dinero en viajar por ahí.

- ¿Ha podido conocer otras zonas del país?
- Sí, he visitado The Great Ocean Road, Phillip Island, The Grampians, la estación de esquí Mount Buller y Sidney. Siempre que puedo me voy y cargo pilas. Pero Australia es solo una parada, seguramente viajaré por Asia, porque he hecho muchos amigos de allí. Tengo claro que España por ahora puede esperar, y aunque a veces me gustaría estar con mi familia y amigos de Menorca, ellos saben que soy feliz y que ahora es mi momento de viajar.