Riada por la educación - Gemma Andreu

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Las previsiones no se quedaron cortas. Una mancha verde impresionante, gigantesca, monumental, inabarcable con un solo golpe de vista, conquistó ayer tarde el centro de Maó con una voluntad única: exigir al Govern que cambie su política educativa y apoye un modelo consensuado de calidad, sin imposiciones, improvisaciones ni expedientes injustos.

La llamada de la comunidad docente encontró la respuesta de más de 8.000 personas. Una ingente multitud que configuró lo que a buen seguro ya es la mayor manifestación jamás presenciada en la Isla en un solo emplazamiento. Para hacerse una idea: la última persona que empezó a dejar atrás el punto de salida, el IESJoan Ramis i Ramis, lo hizo media hora después del primero, cuando el encabezamiento de la manifestación ya había entrado en Sa Costa de Sa Plaça. Un kilómetro de manifestantes.

En la concentración convocada de forma unitaria por la comundiad educativa los alrededor de 1.500 docentes que hay en la Isla fueron una minoría, diluida en un magma de apoyo a la causa que están liderando con fuerza desde hace un par de semanas. En esta espiral reivindicativa, que lideran desde el pasado día 16 a través de una huelga indefinida, les acompañaron ayer muchísimos padres, muchos alumnos y muchas personas ajenas a la comunidad docente pero preocupadas por todo lo que está ocurriendo en las aulas y sobre todo en torno a las aulas.

El tsunami verde partió pocos minutos después de las 18 horas. El aspecto de la Avenida Vives Llull era escalofriante desde mucho antes, un bosque verde y frondoso con camisetas en lugar de hojas y banderas en lugar de árboles, con personas procedentes de todos los pueblos de la Isla, algunos en autobuses fletados para la ocasión.

«Contra la imposició defemsem l'educació» era el lema de la pancarta tras la que se ubicaron los representantes sindicales, de los docentes, de la FAPMAy de los estudiantes. Se escucharon pitos y tambores, no demasiadas proclamas al unísono, aunque sí iban surgiendo las ya más conocidas en diversos tramos de la serpiente verde. Eso sí, muchos carteles, pancartas por pueblos o centros, y con muchísimas referencias al TIL. Se entonó «L'estaca», ya himno del movimiento.

En unos 40 minutos se había alcanzado ya la Plaça Miranda, al mismo tiempo que la cola de la concentración estaba aún la Esplanada. No esperaron a que llegaran todos para iniciar los parlamentos en que sindicatos, docentes, padres y estudiantes criticaron el autoritarismo y la improvisación del Govern, al tiempo que reclamaban una educación de calidad y la reincorporación de los directores.

La manifestación adquirió un tono festivo con un breve concierto a cargo de profesores del Conservatorio, broche final a una protesta histórica en la Isla. Maria Camps, que hizo doblete al actuar como sindicalista y como cantante en el recital, cerró la protesta con un aviso, «si es necesario nos volveremos a encontrar aquí». Porque la lucha de la marea verde continúa.

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