La emblemática residencia del puerto de Maó, que empezaron a disfrutar los padres de Richard Branson en la década de los años 60 - Javier Coll

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Los más de 28.000 metros cuadrados de concesión de la ribera norte del puerto de Maó incluyen un tesoro aún por explotar: la famosa casa Venècia, hasta no hace mucho excelsa residencia del magnate Richard Branson y hoy día un bien singular afectado por el dominio público y víctima de la inactuación que amenaza con deteriorarlo hasta el extremo.

En cierto modo, un 'muerto' para la sociedad llamada a gestionar los amarres de S'Altra Banda, Marina Deportiva de Menorca, que con la concesión ha asumido también el costoso compromiso de restaurar y adecentar el edificio. Pero el valor emblemático que atesora y su privilegiada ubicación, en una punta que sobresale de la costa y lo planta enmedio del puerto, a modo de península, despierta el ingenio de los inversores.

En principio, Marina Deportiva piensa en Venècia como sede de sus oficinas y punto de atención al cliente pero, a decir de su gerente Rosendo Vico, se muestra «abierta a estudiar cualquier iniciativa privada» que persiga explotar la casa con fines distintos del náutico. «El edificio está protegido y nos hemos comprometido a recuperar tanto su interior como su exterior, pero podemos darle otro uso distinto del previsto si alguien recaba los permisos preceptivos para ello».

Es el caso, por ejemplo, de la iniciativa de La Cuina dels Àngels, espacio gastronómico de Maó que hace dos años a punto estuvo de abrir un restaurante en la planta baja de Venècia.

Sus responsables pactaron con la anterior concesionaria de S'Altra Banda, Ocibar, para dar un uso comercial y de restauración al edificio, pero la iniciativa no llegó a prosperar. Recabaron la conformidad verbal del entonces alcalde Vicenç Tur y de la dirección de Autoridad Portuaria, «pero los permisos nunca llegaron». Hasta tuvo que anularse a última hora el ágape que se disponían a servir con motivo de la puesta de largo de la concesión. «Fue una pena -lamentan-, porque el acuerdo resultaba ventajoso por ambas partes. Ocibar se quedaba la parte de arriba y en la planta baja ofrecíamos menús privados a los barcos amarrados justo delante».

Pero, lejos de arrojar la toalla con el cambio de concesión, para La Cuina dels Àngels «el proyecto aún sigue estando pendiente». Este año ha abierto un local en la lonja de pescadores y ha reiterado su propuesta a los sustitutos de Ocibar, Marina Deportiva.

El principal escollo a salvar, el de Autoridad Portuaria, para quele conceda esta vez las autorizaciones necesarias que permitan darle un uso distinto al náutico. Con un retorno económico, su mantenimiento parece más garantizado.