Varios de los allegados del mártir asistieron desde las primeras filas del templo a la celebración eucarística, a la que tampoco faltaron la mayoría de los alcaldes de Menorca ni el propio presidente del Consell insular - Paco Sturla

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La Catedral de Menorca se llenó ayer de feligreses, autoridades y familiares del Beato Joan Huguet Cardona para «dar las gracias a Dios por la valentía del joven sacerdote ante la muerte violenta» y agradecerle «su actitud de perdón ante los que acabaron con su vida».

El obispo Salvador Giménez, que presidió la concurrida eucaristía, expresó «el gozo inmenso de la diócesis por contar desde ahora con un poderoso intercesor y buen modelo de actuación para todos». Destacó la «ardiente dedicación» con la que Huguet «selló sus intensos y reducidos momentos, apenas 47 días, en que experimentó la grandeza del sacerdocio», hasta el punto de «aceptar su muerte provocada y violenta para no separarse del Señor».

El caso de Joan Huguet -remarcó- «nos da pistas sobre las prioridades de la vida y nos enseña a seguir con valentía los pasos del Buen Pastor. Como él, no temáis nunca a nadie, que nada os asuste. Confiad siempre en el Señor». «Sin el Dios que nos ama y acompaña -prosiguió- nuestro mundo es un infierno de odio y rencor». Por eso, «todos debemos aprender la lección del mártir Huguet, que no es otra que la humildad y el perdón. Es un camino que da sentido a nuestra vida y nos concede la felicidad definitiva por lo que supone de lucha contra el egoísmo, base de todo pecado».

Cuando se contraponen «dos bienes esenciales», como la fe y la vida, «ante una amenaza o coacción externa, se es capaz de renunciar a uno para no desprenderse del otro. Y esta lógica de la cruz, la de Jesucristo en el momento de su muerte, produce sorpresa, estupefacción y escándalo a quienes contemplan la vida de los otros como espectadores». Esta fue también la lógica de Joan Huguet. «Amad a los enemigos, poned la otra mejilla... Estos planteamientos no pertenecen a la lógica humana. Solo pueden venir de quien ofrece una digna existencia humana y la promesa completa de vida gloriosa tras la muerte».

De ahí que, incidió el obispo Salvador, «en los cristianos no puede haber nunca odio contra nadie y cuando éste existe necesitamos la petición de perdón que Dios nos da. Todos estamos llamados a pedir perdón, pero nadie tiene derecho a exigirlo si no es capaz antes de reconocer su culposa responsabilidad».


Reliquia

El prelado pidió que el Beato «interceda» a favor de sus dos hermanos aún vivos, «para que cada día sea más constante su esperanza cristiana y más fuerte su fe». Ellos, como el resto de asistentes que llenaban el templo, fueron testigos de la festiva ceremonia, que presidieron dos imágenes de Joan Huguet, a la entrada y sobre el altar, donde se veneró una de sus vértebras a modo de reliquia.

El próximo 24 de noviembre se celebrará en Ferreries una misa de acción de gracias por la beatificación, que cerrará los actos diocesanos del Año de la Fe, y el 26 de enero tendrá lugar en Alaior, municipio natal de Joan Huguet, otra eucaristía, que coincidirá con la fecha de nacimiento del beato menorquín.