Más de 120 alumnos del colegio San José escenificaron hasta trece episodios de la vida del Niño Jesús en un monumental belén - Gemma Andreu

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Maó hizo ayer un guiño al significado auténtico de la Navidad, aquel que no habla de consumismo ni de aspectos materiales sino de nacimiento y vida. Las aulas del colegio San José se desprendieron por unas horas de pizarras, pupitres y tizas para albergar a simpáticos pastorcillos, salerosos ángeles anunciadores, jóvenes doncellas en palacio, panaderos, fruteros y así hasta completar trece episodios de la vida del Niño Jesús.

Fueron más de 120 alumnos de cursos comprendidos entre P3 y cuarto de Educación Secundaria Obligatoria los protagonistas de la trigésimo tercera edición del belén viviente que se ha convertido ya en una cita obligada para los mahoneses y que cada año es posible gracias a la implicación de toda la comunidad educativa.

Una larga cola que discurría por la calle Cós de Gràcia anunciaba que el monumental belén volvía a iluminar la ciudad. Unos 60 simpáticos angelitos llenaban de dulzura un gran cielo azul y daban la bienvenida a los visitantes. Les seguían escenas como la Anunciación del ángel Gabriel a la Virgen, el Mercado, la Visitación, el Empadronamiento, la Anunciación y el Nacimiento. La escena de los Reyes Magos no pasó desapercibida a nadie. Algunos niños daban un paso atrás, por respeto. Otros hacían un paso al frente deseando intercambiar ilusión. A estos tres personajes mágicos les seguía el Palacio de Herodes, así como la Huida de Egipto, la Presentación, el Sueño de San José para acabar con el Taller de Nazaret.

Este año, la comunidad educativa ha renovado algunas escenas. El Mercado lucía más espectacular que nunca con paradas de pan, cerámica, telas y venta de huevos. Contaba con animales que cautivaron las miradas de los visitantes. Y es que había desde gallinas hasta conejos y corderitos. A su vez, el rey Herodes, sus escribanos y los pajes reales lucían trajes nuevos.

Tras una ajetreada jornada dominical, los pastorcillos regresan hoy a las aulas. Eso sí, en su verdadera condición de alumno.