Erika, junto a sus padres, Josefa Galindo y Cristóbal Capó.

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Cada vez queda más claro que si no hay más hambre en Menorca y en España es gracias a gestos humanos de la propia sociedad, que intenta arreglar los desaguisados económicos de unos para paliar las penurias por las que pasan otros. Un ejemplo es el que se vio el domingo, en la fiesta del quinto cumpleaños de Erika Capó Galindo, donde todos sus amiguitos de la escuela infantil y sus familiares no se presentaron con los típicos regalos y juguetes para la niña, sino con bolsas de comida que luego se entregaron a la asamblea de Cruz Roja de Ciutadella.

La idea se gestó en casa de Erika. Sus padres, Josefa Galindo y Cristóbal Capó, pensaron que debía haber algún modo de ayudar a quienes peor lo están pasando, a quienes no tienen que llevarse a la boca. Fue así como plantearon a su hija que, este año, en lugar de que sus amigos le trajeran regalos que «muchas veces realmente no hacen falta y no se aprovechan», trajeran productos no perecederos para entregar a Cruz Roja. «Se puso contenta y orgullosa, porque vio que su cumpleaños servía para ayudar a niños que lo pasan mal», asegura su madre.

Cristóbal y Josefa hablaron con los padres de los niños que van a clase de Erika, en la escuela infantil Joguina de Ciutadella, así como con las educadoras. Todos respaldaron la propuesta. Tal fue el apoyo que de la treintena de personas que asistieron a la fiesta consiguieron reunir más de 70 kilos de comida, entre aceite, arroz, pasta, galletas, cereales, azúcar, conservas en almíbar, legumbres o leche, y también productos de higiene, como por ejemplo champús.

«Parece una tontería, pero si se hiciera en cada fiesta de cumpleaños se conseguiría mucha comida para quienes peor lo están pasando», afirman satisfechos los padres de Erika. De hecho, «me emociono al ver el resultado», dice Josefa, quien asegura que ésta habrá sido la primera pero no la última iniciativa solidaria que lleven a cabo.