Tras una inversión de 2 millones de euros, el edificio de 2.400 metros cuadrados se encuentra actualmente sin uso. | Josep Bagur Gomila

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La estación marítima del puerto interior de Ciutadella costó 1,9 millones de euros. Estrenada en 2004 y en funcionamiento durante siete años, la instalación se cerró en 2011 con la entrada en funcionamiento del dique de Son Blanc. Desde entonces, la instalación permanece cerrada y sin uso, y pese a los diferentes intentos, Ports de les Illes Balears no tiene actualmente sobre la mesa ningún proyecto para dar utilidad a la instalación de 2.400 metros cuadrados.

El director general de Puertos del Govern balear, Antonio Deudero, admite que no hay ninguna iniciativa en el horizonte más próximo para reabrir la instalación. Además, descarta convocar un concurso público para buscar alguna empresa o entidad que quieran hacerse con el edificio a cambio de pagar un canon a Ports, su propietario. «Una licitación seguramente quedaría desierta, ya que no hemos detectado interés concreto por la instalación, y con este panorama, no tendría mucho sentido perder tiempo ni medios humanos en preparar una convocatoria pública», apunta el director general.

Durante estos dos años y medio, se han planteado varias opciones. Ports ha puesto el edificio a la venta, que también se barajó como posible estación de autobuses de Ciutadella, sede del 061 e incluso ubicación para una cadena de supermercados. «Ninguna de estas opciones han fructificado, pero nosotros nunca nos hemos cruzado de brazos», destaca Deudero.

Con el edificio cerrado, algunas voces consideran que se ofrece una imagen de abandono. Una afirmación que el director general de Puertos considera «totalmente falsa». Así, explica que los trabajadores de Ports, que se albergan en la parte baja del inmueble, realizan una inspección visual de todas las dependencias cada dos semanas, y que si se detectan deficiencias, se arreglan. Es el caso de unas goteras que se repararon dos meses atrás.

«Es un edificio reformado íntegramente en el 2004, que no necesita cuidados especiales y en el que todo funciona», sentencia Deudero. En este sentido, concluye que «el edificio está cerrado, sí, pero no abandonado».