El responsable de la fábrica de Sant Climent, Vicent Vila, supervisando el proceso de elaboración de la cerveza, cuya producción pretende que alcance a lo largo de este año los 80.000 litros, el doble que en 2013. | Gemma Andreu

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Aunque muy poco a poco, la cerveza artesana está empezando a ganar terreno a las marcas de toda la vida. Prueba de ello es que, a nivel nacional, el número de cerveceras que apuestan por un producto más natural y selecto crece a un ritmo notable. Se trata de una tendencia que en Menorca también se deja notar, con un camino que ya inició hace unos años la cerveza Illa, que se convirtió en la primera empresa de Balears en fabricar este «zumo» de cebada en el archipiélago.

En la actualidad existen en Menorca dos fábricas dedicadas al mundo de la cerveza artesana, aunque tal y como explica Vicent Vila, responsable de Es Molí de Foc, con sede en Sant Climent, más que cerveza artesana a él le gusta hablar de «cerveza de proximidad». Y ello se debe a que se trata de una receta sin aditivos ni conservantes, lo más natural posible, por lo que es recomendable consumirla «mejor en la Isla». Según explica Vila, este tipo de bebidas, al no estar tratadas,  «viajan muy mal». Así,  se aconseja consumirla en un entorno próximo y en un plazo aproximado desde su embotellamiento de unos cinco meses, comenta. Su planteamiento viene a reforzar esa teoría popular que tienen los asturianos y que apunta a que la buena sidra, la natural, no sabe igual cuando atraviesa la frontera del puerto de Pajares.

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