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De la protesta en la calle al escaño en Bruselas. El fulgurante ascenso de Podemos, desde las asambleas del 15-M a los cinco eurodiputados logrados en las últimas elecciones europeas, demuestra que la ciudadanía se ha sabido organizar. «La gente se reía de los que se reunían en las plazas y protestaban, pero son aquellos», afirma Antonio Casero, quien se sentó entre 1979 y 1983 como concejal del PCE en el Ayuntamiento de Maó. «Es una respuesta que surge de la calle, con una denuncia clara de que hay que regenerar este país, y que se ha sabido coordinar a nivel del Estado para concurrir a las elecciones», señala el veterano militante de izquierdas.

Para Casero, Podemos no debería convertirse en un partido político al uso, sino en un «movimiento unitario de personas que se una bajo propuestas concretas de regeneración» y que se presente a próximo comicios porque, añade, «la corrupción en España está presente en todas las instituciones incluida la jefatura del Estado». «No se puede permitir que los políticos legislen de espaldas a los ciudadanos», concluye «porque hay gente que está sufriendo mucho».

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Para Miquel Camps, otra voz clave en el activismo insular -esta vez ecologista y de la mano de la entidad GOB-, la aparición de Podemos es «una buena noticia» porque «hace que la ciudadanía se vuelve a interesa por la política» y no tan inesperada. «Tenía mucho tirón en las redes sociales y los partidos tradicionales han perdido mucha credibilidad, había gente que pedía otra manera de hacer las cosas y Podemos ha sabido recoger ese sentimiento», apunta Camps, quien añade que «ahora se abre una línea interesante».

Para Guillermo Alonso de Armiño, fundador de la Plataforma Ciudadanos en Blanco -que propugna el voto en blanco computable para que no favorezca a los grandes partidos-, sí ha sido una sorpresa que el 15-M «pudiera articularse de forma concreta y llegar hasta donde ha llegado». Considera que el movimiento ha sido un «ágora común, donde se han encontrado personas que han optado por seguir en la vía política».

«Yo creo que están más cerca de los ciudadanos y sus problemas y al menos parece que les escuchan», opina Raquel Monreal, implicada en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y que recientemente pudo evitar el desahucio de su vivienda. Confiesa que, pese a confiar en los movimientos ciudadanos «esperaba que bajaran los partidos mayoritarios, pero no un resultado así de Podemos».