Yurena (derecha) y una amiga en la ciudad a orillas del lago de los Cuatro Cantones | Y.S.

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Hace poco más de un año que inició el doctorado en Ingeniería Civil y desde que pasó su último año de carrera en Zurich, como estudiante del Programa Erasmus, tuvo claro que el país helvético sería el lugar adecuado para seguir su formación.

Yurena Seguí Femenias se confiesa muy satisfecha con su trabajo en el Instituto Federal de Tecnología de Zurich, una universidad pública puntera en investigación en Europa y en todo el mundo. Le permite avanzar en su doctorado y «vivir bien» en esta ciudad próxima a los Alpes.

¿Por qué decidió irse a Suiza?
— Estudié el quinto curso de la carrera en Zurich, de intercambio con el 'Erasmus', llegué aquí en septiembre de 2010. Hice mi proyecto de fin de carrera y prácticas en una empresa y en 2012 finalicé los estudios. Me instalé en Suiza porque mi tutor en la universidad, la ETH, me ofreció quedarme como investigadora. Ahora justo hace dos años que empecé a trabajar aquí, y en ese tiempo a la vez apliqué para la plaza de doctorado.

¿Estudia y a la vez trabaja en el centro?
— Aquí consideran que eres estudiante, pero tengo que hacer cada día ocho horas de trabajo y me pagan, solo que estamos contratados por un 70 por ciento del sueldo que cobrarías como ingeniero, depende del departamento te pagan más o menos. Pero da para vivir bien.

¿A qué dedica su tesis de doctorado?
— Es un poco 'friki' (ríe), dentro de la ingeniería estudio los materiales de construcción. Estamos intentando desarrollar un sistema de sensores para medir diferentes problemas en el hormigón armado, y una de ellas es detectar cuando comienza la corrosión del metal. Es algo que no puedes ver si no rompes la estructura, así que estudiamos cómo detectarlo sin tener que romperla. El campo en el que trabajo ahora es ciencias de los materiales y, aunque en un principio quería dedicarme al diseño estructural, vi que este proyecto era interesante; hay mucho trabajo de laboratorio y eso nunca lo había hecho. Combinas la oficina con el laboratorio y es dinámico, no te cansa. Por eso decidí doctorarme en este campo.

Así que le queda mucho tiempo por delante en Suiza, hasta que concluya su tesis...
— Uf, normalmente un doctorado dura tres o cuatro años, así que ahora me quedan dos o tres, yo diría más bien tres, hasta que lo tenga todo escrito y presentado.

¿Se plantea regresar a España después?
— Cuando acabe tendré que buscar trabajo en una empresa. Ahora estoy muy bien aquí, no sé qué pasará dentro de tres años, pero a Menorca no creo que vuelva. No hay ninguna salida para lo que estudio, yo quiero seguir con la investigación en laboratorio. Podría intentar buscar en Barcelona, aunque tal y como están las cosas en España no sé hasta qué punto puedes encontrar algo, mientras que aquí en Suiza, destinan mucho dinero a la investigación. Para estar en una ciudad fuera de Menorca y lejos de casa, me motiva más en el extranjero, porque conoces gente diferente y practicas un idioma. Al final, solo es una hora más de avión hasta la Isla.

¿Está a gusto en el país?
— Sí, en Suiza en general se vive bien, y Zurich es sobre todo una ciudad muy segura. Puedes caminar sola hacia tu casa de madrugada y es poco probable que pase nada. Eso te da mucha tranquilidad. Es un país verde, con muchos parques y montañas, yo la tengo cerca y se quiero hacer deporte voy. Vivo en una zona residencial que está a quince minutos del centro y de mi lugar de trabajo.
Zurich no es como Barcelona, tiene más bien un tamaño como Palma, siempre hay cosas que hacer pero no es estresante. La ciudad está muy bien comunicada por trenes, y siempre puedes salir y realizar actividades.

¿Le costó mucho encontrar una vivienda en una zona así?
— Eso sí que puedo decir que es horrible, como una competición. Al principio estuve dos años en una residencia con otros estudiantes extranjeros, ahora vivo en un estudio sola, desde hace un año. Es muy, muy difícil encontrar una vivienda. Visité 20 y al final me dieron una. Tienes que aplicar a través de una agencia y se presentan muchas personas para ver el piso y tienes que presentar un montón de papeles: tu carta de motivación, lo que ganas, un curriculum, un certificado de que no tienes antecedentes penales...

¿Hablamos de una vivienda o de un empleo?
— (Ríe). Es como buscar un trabajo, es cierto, y genera estrés. Hay mucha gente, Zurich es una ciudad muy internacional y es tremendamente competitivo. Si estás dispuesto a pagar mucho, no hay problema, pero si buscas algo que esté más o menos bien a un precio razonable..., yo tuve que buscar durante tres meses y visité 20 pisos, de esos veinte me dieron uno.
Envías la solicitud a la agencia y tienes que pasar una entrevista, el mismo día acuden más personas que buscan vivienda y si ya es una casa compartida, tus futuros compañeros te tienen que elegir. Una persona que cobre el cien por cien del sueldo y que sea suiza, por ejemplo, siempre tendrá preferencia sobre mi solicitud.

¿Ha notado cierta discriminación por ser extranjera?
— No, no, yo nunca he tenido ningún problema y en general la gente es muy agradable conmigo, y muy serviciales. Los suizos son agradables y educados, pero yo creo que son más reservados que nosotros. Por eso en realidad, entre mis amigos aquí, hay más extranjeros. Cuando llegué, al llegar de intercambio, todas las amistades eran otros estudiantes de fuera, y ahora en el trabajo, donde hay más alemanes y suizos, curiosamente en mi grupo de investigación somos 30 personas pero hay menos de diez suizos. La mayoría somos españoles e italianos.

¿Es cierto que hay un mayor flujo de emigrantes de España a Suiza en los últimos años?
— Sí, hay mucha gente que está viniendo aquí debido a la crisis, buscando trabajo, aunque aquí el idioma, al ser alemán, lo dificulta todo más. Yo por ejemplo hablo siempre en inglés, el alemán me cuesta un poco más. Claro que Zurich es una capital de negocios, sus habitantes hablan muy bien inglés. Lo que sí es cierto es que, de mi grupo de la universidad de Barcelona, en el que éramos veinte, solo tres se han quedado allí, en España, el resto ha salido al extranjero.

Los suizos votan para tomar cualquier decisión, también acordaron limitar la inmigración ¿se aplica ya alguna medida?
— Es cierto que votan para todo, hasta si quieren o no que hagan una escuela al lado de tu casa. Es cierto que han aprobado limitar la inmigración, pero aún no saben bien cómo aplicarlo. Además, médicos e investigadores no hay tantos, siempre existe una demanda. También les puede dificultar los intercambios que hay ahora con la Unión Europea. Siendo comunitario ahora mismo no hay tanto problema, pero tengo una amiga rusa y por ejemplo, para ellos hay un cupo de entrada.
Por otro lado, el hecho de que se celebren referéndums y se vote todo me parece que es un sistema democrático al cien por cien.

Después de casi cuatro años en Zurich ¿qué añora de su isla?
— Lo primero el mar, soy muy de agua, aunque aquí hay río pero no es lo mismo. Y la comida, sobre todo el embutido y el queso menorquín, porque aquí hay mucho queso, pero tampoco es lo mismo. Y en cuanto a la familia, ellos me han hecho visitas, mi madre vino el octubre pasado y le gustó mucho Suiza.