El ponente en el Fòrum Mongofra es catedrático de Economía y autor de muchas publicaciones

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Es una de las voces más autorizadas sobre economía y ecología. No solo advierte de los retos y de los riesgos, sino también de cómo el medio ambiente y la naturaleza no se consideran a la hora de hablar de actividad económica, por la presión que crea el crecimiento sin fin.

Su relación con Menorca ha sido esporádica, lo que no quiere decir que no sienta por la Isla y algunos de sus personajes un interés incluso intelectual.
— Es una Isla donde solamente he venido dos o tres veces, una vez invitado por el GOB. Es una Reserva de la Biosfera y creo que el turismo masivo no la ha estropeado tanto como otros lugares. Con el Forum Mongofra me une el interés por Rubió y Tudurí, que fue secretario de la Sociedad Catalana Ciudad Jardín, después de Cebrià de Montoliu que se fue a Estados Unidos hacia el año 1920, porque a Montoliu no le hacían caso en Barcelona a sus propuestas de lo que ahora llamaríamos un urbanismo más ecológico. Cebrià de Montoliu estaba influido por el biólogo y geógrafo ecologista Patrick Geddes, escocés, y de esa relación yo he hablado en algunos de mis libros. O sea que me interesa la vida de Rubió i Tudurí.

Parece que el paisaje es nuestro principal patrimonio, que ha de conservarse, pero también es la principal materia prima de la economía de la Isla. ¿Son compatibles o cada vez van a estar más enfrentados?
— Eso depende de cómo valoremos el paisaje. Si decimos que Menorca tiene paisajes muy valiosos, esto se puede entender en dos sentidos. Que valen mucho dinero, junto con las playas y el sol, porque atraerán turismo que va a pagar mucho dinero. O podemos pensar que los paisajes valen por sí mismos, como los monumentos culturales o históricos, como los idiomas que hablamos y los conservamos no por el dinero que dan sino porque son nuestra propia vida. Hay muchos valores distintos.

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Casi nadie cuestiona la dependencia del turismo. Hemos apartado ya la idea del equilibrio entre los sectores. ¿Qué prioridades deberíamos valorar para conservar el patrimonio natural y al mismo tiempo generar riqueza suficiente?
— Debe ser compatible, con un tipo de turismo distinto. Todo el mundo dice esto, pero no se practica,

La economía ecológica que se practica parece una actividad siempre complementaria, no un modelo distinto, que permite incluso dar valor al producto turístico o mejorar la renta agraria.
— La economía ecológica es una disciplina, un campo de estudio, que critica la economía convencional, porque la economía convencional no tiene en cuenta los recursos naturales que se agotan ni los daños a la naturaleza ni a los paisajes. La economía habla de producción de petróleo, por ejemplo, cuando el petróleo no se produce, se extrae y se quema. Ya se produjo geológicamente hace millones de años. Por eso digo que la teoría económica es metafísica, se olvida de los flujos de energía y materiales, de donde vienen, cuánto pueden durar. La economía ecológica, cuando se habla por ejemplo de hacer prospecciones petroleras en Balears o en Canarias, dice que hay que contar también los daños que se pueden producir. A veces hay actividades que son complementarias, por ejemplo la agricultura y la conservación de la natuareza pueden ser complementarias. Otras veces, decimos que la economía crece, pero la naturaleza decrece, hay una contradicción, aunque a la naturaleza no le damos valor económico.

¿Por qué las nuevas infraestructuras siempre entran en conflicto con planteamientos conservacionistas?
— Tiene que reconocer usted que en los últimos años ha habido en la Península muchas inversiones en infraestructuras muy inútiles, como el aeropuerto de Castelló, el de Ciudad Real, el de Lleida... La gente está escamada. En Europa hay un movimiento contra lo que llaman Grands Projets Inutiles Imposés (GPPI)..

Menorca es la Isla que menos crece de Balears. ¿Hay que preocuparse?
— Es que depende de como se mida el crecimiento de la economía, el PIB mide muy mal las cosas, no resta los daños a los paisajes ni a la naturaleza, solo mide lo que pasa por el mercado. He leído que en Menorca hay un estudio de cuántas emisiones de dióxido de carbono se pueden ahorrar (aunque esto es un problema global, no es de Menorca) si en Menorca se usara más energía solar. Costaría más caro en dinero pero ahorrarían daños ambientales, aprenderían nuevas tecnologías.

Usted acaba de firmar un manifiesto en el que 250 personas destacadas afirman que «el crecimiento económico es un genocidio a cámara lenta». ¿Estamos avanzando en el consenso o vamos a las barricadas en el debate sobre economía y ecología?
— Este manifiesto usa un lenguaje fuerte, para llamar la atención, pero más allá de las palabras gruesas, lo que dice es que la política económica europea actual de hacer pagar todas las deudas está empobreciendo a la población (sobre todo en los países llamados PIIGS), y dice también que la política contraria, una política keynesiana de gasto público, lo que predican Krugman y Stiglitz, no puede garantizar otros veinte o treinta años de expansión, porque esa expansión económica se logró por el petróleo barato, y sin que se haya contado el daño a la naturaleza en Europa y fuera de Europa. Es interesante que los nuevos políticos que salen del movimiento del 15M, como Pablo Iglesias, hayan firmado este manifiesto ecologista, redactado por ecologistas de toda la vida, como Jorge Riechmann.