Isabel Espiau Espiau, arquitecta y presidenta de la Asociación de voluntarios de la Illa del Rei | Javier Coll

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La Illa del Rei o Isla del Hospital tiene un antes y un después. El antes al que me refiero se remonta a 1711, cuando el almirante inglés John Jennings, comandante naval del Mediterráneo, ordenó la construcción del primer hospital. El de hoy es más reciente ya que data de 2004, fecha del inicio de las actividades llevadas a cabo por un grupo de voluntarios capitaneados por Luis Alejandre Sintes para recuperar el recinto del abandono en que estaba sumido, darle su antiguo esplendor, y convertirlo en uno de los atractivos culturales y artísticos del puerto de Maó.

Hoy, la arquitecta Isabel Espiau Espiau es la actual presidenta de la Asociación Amics de l'Illa de l'Hospital, y de la Fundación Hospital de la Isla del Rey, creada en el 2005, un año después de que la asociación de voluntarios iniciara su andadura legal. Y es con ella, con Isabel Espiau, con la que recreamos todo lo habido a través de esta entrevista.

¿Desde cuándo su vinculación con Menorca?
— Desde 1964, lo que significa que dicha vinculación tiene ya 50 años de historia; vinimos a Menorca por mediación del doctor Emilio Sturla y desde el primer momento la Isla nos encantó hasta que el extremo de que compramos un solar en el que edificamos este chalé.

Como parte de una promesa.
— Sí, mi padre había prometido a mi madre que algún día le construiría una casa al lado del mar, y cumplió su promesa.

Arquitecta además de aparejadora conlleva una serie de estudios previos. ¿Dónde los desarrolló?
— Todos en Barcelona, mi primer colegio fue el Luis Vives; escuela mixta, laica pero al propio tiempo católica, y después pasé al Jesús Maria, luego fui a un Instituto, hasta llegar a la Universidad.

Tras superar el Bachillerato Elemental, Superior y el Preuniversitario.
— Exacto, no me libré de nada pero, en aquellos años éste era el trayecto que había que recorrer hasta dar el salto a la Universidad.

La Illa del Rei, ¿qué es para usted?
— La primera visión que yo tengo de Menorca; llegué con mis padres poco después de que cerrasen el hospital y, desde aquel momento sigue siendo una constante en mi vida.

Por ello es lógico que se uniera, casi en el primer momento, al movimiento «pro recuperación» de la Isla del Hospital.
— Sí. Luis Alejandre publicó un artículo relacionado con este movimiento o con esta ilusión y yo, que compartía la idea, escribí una carta a modo de «complicidad».

En noviembre del 2005 usted redactó el Plan de Actuación y Usos de la Isla del Rey, aunque me imagino la respuesta. ¿Cuánto se hace y lo ya realizado, se ajusta a dicho plan?
— Desde luego; aquel era un plan de usos en el que se explicaba lo que se podía hacer, un planteamiento básico. Luego, al año siguiente, en 2006 se redactó el Plan Especial, en el que realmente queda claro los trabajos a realizar y en el que se incide en el escrupuloso respeto con los edificios, espacios libres y el resto a la isla.

Después de una estancia fuera de Menorca, al regresar a su casa y contemplar su illa, ¿qué siente?
— Me es imposible describirlo porque «mi isla» es parte de mi vida.

Prioridades las tendrá a montones, pero ¿cuál es actualmente la número uno?
-Acabar la fase de usos ya detallados, sobre todo finalizar las obras de los edificios.

Cuando el Ayuntamiento de Maó compró al Ejército la "l'Illa de l'Hospital" por 10 millones de las antiguas pesetas, era para que en él se construyera un parador nacional con "acento" náutico, ¿consideró que este proyecto se iba a realizar?
-No, porque un Parador de Turístico en la "Isla del Rey" no podía ser rentable; los inconvenientes son demasiados y los costes difícilmente podrían ser rentabilizados; con calcular el coste de un servicio de enlace, las 24 horas del día, entre el embarcadero y la isla ofrece un apunte de la envergadura de la inversión y del posterior mantenimiento porque todo ello repercute en el precio de las habitaciones; por ello no creí en que el proyecto se llevase a cabo.

Posteriormente y tras el pago de cinco millones de pesetas, el Ayuntamiento recuperó la titularidad y en 1985 redactó y publicó un "Concurso de Ideas", ¿conoció el proyecto de "FACTAL" (un hotel de 5 estrellas)?
-Sí, y también lo considero inviable no solo por las razones antes esgrimidas sino por otras como el hecho de que la temporada turística, en Menorca, es excesivamente corta; hablar de un hotel de 5 estrellas para tres o cuatro meses como máximo, es fundamentar el futuro sobre un suelo cenagoso, totalmente insostenible.

Pero Menorca tiene otros atractivos a considerar.
-Efectivamente, Menorca en sí misma es una "joya", su riqueza arqueológica, talayotica, cultural, artística e histórica es incuestionable, riqueza que hay que promocionar porque en algunos casos es única.

Cuentan que la ópera la apasiona.
-Sí, me encanta pero, vivirla en el Teatro Principal me produce una sensación especial, es como si toda ella te envolviera.

¿Fue una de las primeras voluntarias?
-El primer grupo lo componían los amigos de Luis Alejandre, digamos que yo fui una de las integrantes del "segundo reemplazo".

¿Esperaba la respuesta popular a la llamada del general Alejandre?
-Aposté por ello aunque creo que la respuesta ha sido superior a lo esperado; ello ocurre siempre que ofreces algo que ilusiona y lo haces sin falsedades, es entonces cuando el ser humano, hombre o mujer, da lo mejor que lleva dentro y aquí se ha demostrado.

¿Podríamos hablar de fenómeno sociológico?
-Sí; particularmente estoy convencida de que se trata de un fenómeno sociológico, puede que ello se deba a las connotaciones, las muchas connotaciones positivas que tiene el proyecto, pero sea por lo que sea, hay que considerarlo como un fenómeno sociológico.

Asociación, fundación … ¿No le preocupa ser la "cabeza" de todo esto?
-No porque somos un equipo; puede que si estuviera sola tal vez sentiría el vértigo de la presidencia, pero al ser parte de un "todo" la presión derivada de las responsabilidades es llevadera.

Han tenido muchos apoyos institucionales y de empresas públicas y privadas, me imagino que aunque satisfecha desearía que fuesen más, ¿cuál es su "pedido" actual?
-En concreto solo deseamos "dinero", es decir aportaciones para poder terminar el edificio.

Lo que sorprende gratamente es el eco que su trabajo, el realizado por los voluntarios en la "Isla del Rey", ha tenido no solo aquí, en Menorca, sino en todo el mundo; ¿lo esperaban?
-Efectivamente, el eco ha sido impresionante, mucho más de lo esperado, porque en un principio sabíamos que si se conseguía tratar hábilmente el asunto recibiríamos muchos apoyos, ya que era algo en que estaban implicados muchos países desde Inglaterra, hasta Italia.

Todo lo relacionado con el hundimiento del "Roma" y los cuatro buques de guerra internados en la Colarsega (Atilio Regolo, Fuciliere, Carabibiere y Mitragliere) son imágenes que todos los mahoneses de mi edad conservamos en nuestra retina y que crearon una fuerte lazo de amistad entre Italia y Mahón que, con la recuperación de la "Isla del Hospital" se ha fortalecido.
-Efectivamente, pero desde el primer momento procuramos ser extremadamente respetuosos con la Historia, y por ello cuantos tuvieron algo o mucho que ver han querido respaldar nuestro esfuerzo y nuestro trabajo; tampoco podemos olvidar que el puerto de Maó era y es una "joya" y cualquier nación con intereses en el Mediterráneo quería que fuese suyo o, al menos, poderlo utilizar.

Equipo, voluntarios... ¿cuántos son?
-Es muy difícil precisar el número exacto, pero yo diría que el número de voluntarios fijos está alrededor de los 120; en las notificaciones o informaciones que remitimos a los voluntarios tenemos tres "listas", integradas por los distintos voluntarios ingleses, italianos y españoles y el total oscila entre 146 a 150.

Hay una pregunta que me preocupa porque conozco y reconozco el trabajo que han hecho y están haciendo; si el Ayuntamiento tuviera la necesidad de rentabilizar económicamente su patrimonio y la Illa del Rei fuese objeto de una oferta «tentadora», ¿qué sucedería?
— Mientras las condiciones urbanísticas se mantengan, mientras no se produzcan cambios difícilmente cabe una oferta tentadora; por lo demás existen compromisos y convenios que nos permitirían seguir en nuestra actividad sin preocupaciones añadidas.

Actividad la suya de seguir siendo veladores de un legado histórico.
— Sí, legado histórico, cultural y con rentabilidad social, que en ocasiones tiene más importancia que la económica.

A nivel personal, la entrega, el trabajo de los voluntarios, ¿qué representa para usted?
— Sobre todo simpatía y un cariño entrañable; verles trabajar, con la alegría que lo hacen, sin menospreciar ningún trabajo, es algo que emociona, demostrando así mismo su amor por un objetivo que ellos han hecho suyo.

Ya en un plano más general, ¿cree que somos generosos a la hora de prestar nuestra colaboración?
— Mucho, pero depende de la simpatía con la que vemos el objetivo que se nos propone; antes dije que lo importante es saber presentar el proyecto y es así, si somos capaces de hacerlo nuestro, nada ni nadie es capaz de frenarnos.

¿Vivimos mirando al prójimo?
— En ocasiones digo que el principal pecado de la humanidad es la envidia, todos estamos pendientes de lo que hace nuestro vecino para hacer como él e incluso superarle; olvidándonos de que lo importante es vivir sin rencores ni envidias, ser uno mismo, porque el bienestar y la felicidad depende de ser tal como eres.

En su diario, ¿qué deseo tiene pendiente de realiza?
— Primero acabar el edificio, luego dejar un buen mensaje y un mundo mejor a quienes vienen detrás de mí.

Menorquina de cor, barcelonesa de nacimiento, ¿cómo se define?
— Como barcelonesa de nacimiento, menorquina de adopción y española por convencimiento.

El mundo está a punto de explotar; después de tantos años de existencia no hemos aprendido a compartir. ¿Qué nos ocurre?
— Que somos incapaces de llegar a acuerdos mínimos, que no sabemos compartir, que los razonamientos lógicos no nos convencen, que no hemos aprendido ha valorar la paz y vivir en concordia y fraternalmente.

¿Aprenderemos?
— Sí, siempre y cuando aprendamos a respetarnos y a ser tolerantes.

Y a la vida, ¿qué le pide?
— Acabar tranquilamente y poder dejar un mundo mejor.