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Una treintena de bares y restaurantes del centro de Ciutadella pueden perder sus terrazas en las próximas semanas.

El Ayuntamiento ya les ha impuesto sanciones de hasta 7.000 euros por cabeza porque el Plan Especial del Casco Antiguo vigente desde 1999 prohíbe este uso.

Pero el siguiente paso, anuncia el alcalde Ramón Sampol, será «conminarles a cumplir la normativa y cerrar sus terrazas, por ser manifiestamente disconformes con la legalidad».

El Plan Especial «es claro al respecto y no admite interpretaciones». Solo permite el uso hotelero y residencial en los patios interiores y excluye expresamente el de «bar, restaurante o similares».

Pero el problema es que, en lugar de aplicar este precepto, la administración ha ido haciendo la vista gorda hasta que, 15 años después, «las denuncias y quejas de los vecinos por ruidos» le han obligado a actuar.

En especial a raíz de la instancia registrada en junio por la asociación Ciutadella Vella, reclamando el cumplimiento de esta medida «en beneficio del descanso de los vecinos, amenazado por el aumento, año tras año, del número de establecimientos que abren terraza en el casco antiguo».

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