Andrés bromea con uno de los edificios más famosos de la ciudad, la Gran Torre Santiago

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Llegó a la aventura, con su permiso de turista y hambre de abrirse un hueco profesional. Santiago de Chile acogió a Andrés Cubí, santlluïser nacido circunstancialmente en Lleida, que antes ya había probado suerte en Londres, para defenderse en inglés, y que había estudiado en Madrid. Cambió su empleo temporal de socorrista en las playas de Menorca por una oficina con vistas al corazón turístico y financiero de Santiago, la comuna de Providencia.
Su confianza tuvo recompensa y se declara feliz de la decisión de viajar y vivir en el país andino.

¿Por qué eligió Chile y cómo empezó todo?
— Empezó mal. Vine sin trabajo, a la aventura. Justo al acabar de estudiar, en 2013, tenía trabajo en Menorca como socorrista en las playas, durante el verano. Pero decidí irme a Madrid a buscar empleo de lo mío y no encontré. Me habían hablado de que Chile estaba en crecimiento y fue decisión mía, venir tres meses como turista y durante ese tiempo conseguí este trabajo. Estoy supercontento.

¿A qué se dedica?
— Trabajo como analista de precios en una freight forwarder. Es una empresa internacional de servicios, dedicada a gestionar el proceso operativo y documental de las importaciones y exportaciones de nuestros clientes. Y yo me encargo de realizar los presupuestos, de negociar con las navieras y aerolíneas para obtener tarifas competitivas y añadirles nuestro margen de beneficio. Al mismo tiempo estoy en contacto con la oficina del país que exporta o que recibe esa carga.

¿Cómo logró el trabajo?
— Me fui presentando a empresas que me interesaban y que encontré por internet. Fui a verles personalmente y en una de ellas, les gusté y me contrataron. A las tres semanas me dieron el sí y empecé a trabajar.

¿Hay más españoles que van así, a la caza de un empleo?
— Santiago está lleno de españoles, no solo por la crisis sino también por una gran inversión que han realizado aquí empresas españolas. Tengo amigos que han llegado como lo hice yo y otros que vinieron con esas empresas. Económicamente Chile está ahora muy bien, aunque también hay que decir que es un país con mucha desigualdad social, ya que el sueldo mínimo no llega a 300 euros. Sin embargo, hay otros trabajos profesionales que están mejor pagados que en España.

Con formación supongo que es más fácil abrirse camino...
— Sí, y los europeos en general y los españoles en particular estamos aquí muy bien considerados profesional y académicamente hablando. Los chilenos conocen mucho de nuestra cultura, deporte, cine... algo que nosotros no hacemos, creo que en España no tenemos tanto conocimiento sobre su país.

¿Nota ese interés?
— Interés y conocimiento. Incluso sitúan Menorca cuando digo de dónde soy, cosa que nosotros no hacemos. A mí me han acogido muy bien, son gente con 'buena onda', la verdad es que incluso me sorprende que, si voy por la calle y pregunto por ejemplo una dirección, se paran, se molestan en ayudarte... aunque también me parece que a los chilenos les cuesta decir que no. Como anécdota diría que si les preguntas algo, para ellos la respuesta tiene que ser 'sí' o buscan a alguien para que lo sea.

El idioma sin duda ayuda...
— Bueno, aquí tienen muchísimos modismos y los dos primeros meses me costaba entender a los chilenos cuando hablaban. Luego ya, se te va pegando su forma de hablar. Tengo algunas anécdotas muy graciosas, bueno, no sé si se pueden poner en el diario...

Pruebe.
— Cuando se jugaba el Mundial de Fútbol se hacían apuestas en el trabajo, en España a eso lo llamamos hacer una 'porra' ¿no? Pues aquí me decían «eh Andrés, vamos a jugar a la polla mundialera». Al final, aposté por Alemania y vino mi jefa a decirme que me había tocado la polla; en fin, a ver si se puede explicar como algo gracioso, y también para que se entienda cómo cambia el mismo idioma.

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Mejor hablemos de economía ¿es cierto que es uno de los países en auge?
— Sí, ahora hay una tasa del 7 por ciento de paro y las empresas ya se alarman. Yo les digo que en España estamos a un 23 o 24. En general está en crecimiento, como otros países sudamericanos, Perú o Colombia... y el que está mal y sigue mal es Argentina por los problemas con la moneda.

¿Ha podido hacer amistades locales, entrar en su círculo?
— Tengo mi grupo de españoles pero tampoco he venido a otro país solo para eso, también he hecho muchos amigos chilenos. La verdad es que tengo más planes aquí para los fines de semana de los que tenía en España, es cierto. Esto es como un 'Erasmus', vienes a trabajar pero también, al estar fuera, te unes más a los amigos y hacemos actividades.

¿Qué es lo que más le gusta de Santiago?
— Algo que me encanta es que los edificios modernos, todos o la mayoría, tienen arriba en la azotea un lugar para hacer asados y barbacoas, le llaman quincho. Lo reservas y puedes utilizarlo el día que quieras, nos podemos llegar a juntar entre 40 o 50 personas, con unas vistas increíbles de la ciudad. Lo que menos me gusta es que en los supermercados u otros establecimientos los dependientes van muy lentos, se hacen largas colas, y además son más caros que en España. También el autobús se llena y puede que tengas que dejar pasar uno y esperar a meterte en otro, por eso para mí es importante vivir cerca del trabajo.

¿Es una ciudad insegura?
— Creo que te pueden robar aquí o también en cualquier gran ciudad. Yo me siento muy seguro y creo que Santiago es una de las ciudades más seguras de Sudamérica.

¿Resulta asequible?
— (Ríe) La vida es más cara aquí que en Madrid o Barcelona. Los trabajadores que ganan el sueldo mínimo no viven en el centro, igual se trasladan durante hora y media o dos horas en autobús para ir a trabajar y llegan desde barrios que son más asequibles. Yo vivo a cinco minutos andando del trabajo, en la zona de Providencia, la preferida por los españoles, es un ambiente muy parecido al que puede haber en Madrid o Barcelona, con edificios altos, y en donde se ve una ciudad muy avanzada.

En la que ha hallado su oportunidad...
— Así es, yo vine sin experiencia a este país, para ganarla y aprender. En España es difícil que termines los estudios y te contraten, y aquí sin embargo tuve la suerte de encontrar ese empleo.

¿Cómo es su empresa?
— Es una multinacional con 200 oficinas, por ejemplo en España tiene sede en Valencia, Madrid y Barcelona. Yo tengo que contactar con distintas oficinas para realizar los presupuestos, pero los países con los que más relación tenemos son Estados Unidos y los asiáticos. Movemos muchísima carga hacia esas zonas del mundo, todo tipo de mercancías excepto productos perecederos. Cualquier cosa, vehículos, vino, tuberías..., todo.

¿Piensa quedarse mucho tiempo?
— De momento estoy contento aquí y vivo muy bien, no pienso por ahora en volver. Llegué para conocer otro país y otra cultura, y ganar una experiencia. Si regreso quizás pueda hacerlo con esta misma empresa, pero nunca se sabe lo que puede pasar en el futuro.

¿No temió que las cosas se torcieran cuando llegó?
— Tenía un billete de ida y vuelta, llegué con otro amigo menorquín, pero él regresó en el segundo mes. Yo me quedé, tenía fe en que iba a encontrar algo bueno. Sin embargo mi amigo, por sus razones, volvió. Al final nos fue bien a los dos porque él encontró un trabajo en España. Yo me adapté bien y rápido, no era la primera vez que viajaba, aunque sí es la primera vez que lo hago tan lejos. Antes había ido a Londres, también a la aventura, para aprender inglés.

¿Qué es lo que más añora?
— Los amigos, la familia... la playa, sobre todo en julio y agosto, ya que aquí es invierno. Aunque Santiago tiene algo muy bueno, y es que a una hora de viaje tienes la cordillera, con las pistas de esquí, y también a una hora está el mar. En enero empieza la temporada de verano. De momento no he viajado mucho, aunque sí he podido conocer algún pueblo en la costa.