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«Uno de los mejores premios han sido sus caras de felicidad». Era el objetivo que se había marcado la entidad Menorca para Todos y las palabras de su cofundador Txatxo Díez, así lo constatan. Teo Gelabert y Dani Martín, acompañados por medio centenar de voluntarios, se enfrentaban ayer a uno de los mayores desafíos, ascender la montaña de Santa Àgueda, en Ferreries, para poder disfrutar del paisaje y dar una nueva lección de superación.

El grupo inició el recorrido a las diez de la mañana para alcanzar la cima hora y media más tarde. Txatxo Díez aseguraba este domingo que «tenía su punto de dificultad», incluso en algunos tramos donde el terreno se presentaba complicado, requirieron de hasta ocho personas para poder llevar cada una de las sillas Jolette, un modelo de vehículo adaptado para este tipo de recorridos. Y «aunque no ha sido un paseo y hayamos regresado con dolor de brazos y manos la experiencia ha sido más que gratificante», apuntaba el cofundador de la entidad, puesto que «hemos demostrado una vez más que la accesibilidad es cosa de todos».

Al llegar a la cima, el colectivo participó de una gincana para conocer el enclave. Un historiador aficionado, disfrazado para el papel que iba a asumir, Said Nayaf, explicó la leyenda del Vedell d'or según la cual bajo los muros de la fortaleza se esconde un becerro de oro. Mediante una serie de pistas encontraron el becerro, un cofre de monedas, en este caso de chocolate, que los más pequeños del grupo devoraron.

Llegaron a Ferreries pasadas las 13.30 horas del mediodía con las piernas y los brazos dolidos pero con el corazón más grande y más lleno de generosidad.