Imagen de archivo de una urna y las papeletas, antes de iniciarse la votación

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Para votar desde el extranjero hay que tener voluntad, paciencia, tiempo y, depende de donde vivas, también dinero. Los 2.049 menorquines censados en el exterior con derecho a voto no lo tienen nada fácil para participar en las elecciones. Tienen que enfrentarse a un largo proceso burocrático y pedir el voto con bastante antelación.

Hace cinco años se aprobó la reforma electoral que obligaba a los españoles residentes en el extranjero que quisieran votar a inscribirse en un censo. Es lo que se conoce como voto rogado. Se hizo para evitar pucherazos y que se utilizara (como se hizo en algunas ocasiones) a españoles fallecidos en el extranjero, inscritos aún en el censo, para que siguieran votando.

El sufragio rogado implica que el votante que quiera ejercer su derecho debe inscribirse en uno de los censos existentes: el Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERA) o el censo de electores españoles que se encuentren temporalmente en el extranjero (ERTA). El cambio supuso un aumento de la burocracia, sobre todo para los residentes temporales ya que para inscribirse deben dirigirse un mes antes a la embajada o al consulado español, con el tiempo y dinero que ello representa, sobre todo para aquellos que no viven en las capitales.

Después hay que solicitar el voto, esperar a que lleguen las papeletas y después votar por correo o presencialmente en la embajada o consulado.  

Con todo este procedimiento no debe extrañar que la abstención se dispare. En las elecciones de 2011 había censados 1.359 menorquines. Votaron solo 60, el 4,4 por ciento. Cuatro años antes, sin la reforma, votaron el 33,5 por ciento.

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Para las próximas elecciones se desconoce todavía la participación, ya que el proceso aún está en marcha. Pero todo apunta que habrá una alta abstención, tal y como denuncia la Marea Granate, colectivo de españoles residentes en el exterior.  Para muestra un botón. Este diario ha contacto con cuatro menorquines que viven en el extranjero y  solo uno de ellos ha votado.

«Ya he votado, pero es muy complejo y lo he tenido que hacer con mucha antelación», asegura Pau Obrador, que vive en el Reino Unido, y cree que este modelo favorece a PP y PSOE, ya que «se trata de un voto joven que en general no va a estos partidos».

Mateu Seguí reside en Suiza. No ha votado. «Me inscribí en el consulado pero no recibí la carta que permite votar y luego me dijeron que ya me había pasado el plazo», asegura. Dice no entender «por qué no se dejan de tanta burocracia y ponen una urna en el consulado y que vaya a votar quien quiera».  

Josep Piris tampoco ha ejercido su derecho a voto. «Vivo en un pueblo de Italia, a cuatro horas de Roma, no entiendo que tenga que desplazarme cuando podría hacerlo on line; además tampoco tenía la certeza de que se si me desplazaba al final me hubieran dejado votar».

Miquel Mercadal vive a cinco horas de Londres. «No se si hubiera votado, pero las trabas que hay sin duda no ayudan;  tengo muy poco tiempo, e ir a Londres implica perder un día además de un gasto», se lamenta.