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El GOB advirtió ayer que, aún cuando el proyecto de Gas Natural incide en que la implantación de esta fuente de energía rebajará en un 22 por ciento las emisiones provocadas por los derivados del petróleo, el efecto real sobre el medio ambiente de la Isla será escaso y comportará apenas una reducción del CO2 del 1,6 por ciento.

Por tanto, asume el coordinador de la entidad, Cristòfol Mascaró, el proyecto de Gas Natural «es un error. No vale la pena invertir 30 millones en una energía que no es la que queremos para el futuro». Y tampoco el gasoducto es la solución porque esta «etapa de transición debe durar 20 años».

Tan solo tendría sentido y sería apoyado por su organización si conllevara también la producción de electricidad mediante gas natural en la central térmica de Maó, «que aparte de CO2 emite dióxido de azufre y otros gases contaminantes». Rebajaría casi en un 28 por ciento la generación de CO2 en la planta y «haría que el humo amarillento que todavía desprende desapareciera, así como la incidencia ambiental sobre la salud de los mahoneses y el resto de menorquines».
Su conclusión es que «el gas natural es solo una operación de maquillaje pues, pese a ser más limpio, no deja de ser un combustible fósil», resalta Mascaró. Además, el coordinador general del GOB recuerda que éste «llega a la Isla 15 años más tarde de lo previsto en un principio, justo cuando todos los pasos deben encaminarse, precisamente, hacia las renovables».

La producción de energía limpia permanece estancada estos últimos años en la Isla en torno al 3,5 por ciento del total, pero Mascaró no lo atribuye a la falta de promotores o de inversión en el sector, sino a las «trabas» que la administración estatal pone a su desarrollo. La abortada ampliación del parque solar de Son Salomó de 3,6 a 49,8 MW resulta paradigmática, pues no se ejecuta pese a contar con todos los permisos administrativos porque el Gobierno ha eliminado las primas a los productores. «La preservación del paisaje puede frenar un proyecto concreto, pero lo que ha parado a las renovables ha sido la política del Estado». Por eso, urge al Govern balear y al Consell insular a reivindicar a Madrid un cambio radical en este sentido.