Ejercer el derecho al voto se ha convertido en toda una odisea que resta abruptamente la participación | Josep Bagur Gomila

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Apenas 73 de los 2.049 menorquines que viven fuera de España, el 3,56 por ciento del total, cumplimentaron todos los trámites burocráticos y ejercieron su derecho al voto rogado desde el extranjero.

La participación sigue disminuyendo desde que PP y PSOE se aliaron para reformar la ley electoral y obligar a los emigrantes a inscribirse previamente en un censo para evitar así pucherazos y garantizar que todos los votos fueran legales.

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Desde entonces, la participación efectiva en las urnas se ha desplomado de una forma escandalosa, también en Menorca, donde se pasó del 33,5 por ciento de los comicios de 2008, antes de la reforma, al 4,4 por ciento de 2011 y al 3,56 del pasado domingo.

De hecho, solo 147 menorquines que residen en el extranjero siguieron todos los pasos necesarios para votar. Se dirigieron antes del 21 de noviembre a la embajada o consulado español del país en el que viven para inscribirse, desplazándose en ocasiones a cientos de kilómetros de distancia, y esperaron después durante dos semanas más a que les llegaran las papeletas para poder remitir su voto por correo. Pero la mitad de los censados, 74 de 147, ni votaron, en algunos casos por no llegarles la documentación a tiempo.

Los 1.902 menorquines restantes que también viven en el extranjero optaron por la abstención o, simplemente, desistieron de rogar su voto para así ahorrar tiempo y dinero. En los comicios generales de 2011, con 1.359 menorquines residiendo fuera, solo votaron 60.